La compra de ropa de segunda mano o el ir a “americanear” es una práctica que tiene varios años de estar presente en el mercado costarricense. Sin embargo, nuevos factores ambientales, humanos, y de valor agregado para la moda, están transformando la manera en que se reutilizan las prendas de vestir que ya han tenido algún uso.
La sensibilización ante la tarea de conservar el medio ambiente, el cambio de los modelos de negocio hacia una economía circular, el interés de los consumidores por evitar el desecho, el tener artículos únicos con valor agregado y el ahorro en precios, han hecho que el negocio del upcycling (reutilización con mejoras) y el concepto slow fashion (moda lenta) tomen un lugar importante en el sector textil del país.
Asimismo, el movimiento corresponde a una “revolución en contra del consumismo” y la fast fashion o moda rápida, que con producciones masivas a bajo costo, materiales de baja calidad y varios a base de petróleo, poco duraderos, y que no alcanzan para llegar a la próxima tendencia, respaldan esta nueva práctica. Otro de los efectos indeseados es la generación de toneladas de ropa que terminan en los basureros.
Marta Herrera, propietaria de Lila Pupila, indicó que también influye el factor de los derechos humanos, ya que comprar toda la ropa en tiendas de fast fashion, significa apoyar “salarios mínimos, condiciones y jornadas laborales deplorables y hasta explotación infantil, dependiendo del país donde se fabrica la ropa”, dijo Herrera.
¿Cómo es el negocio del upcyling?
Básicamente, las emprendedoras realizan una selección de las prendas, el material pasa por un proceso de “curación”, y posteriormente se reconstruyen las piezas con nuevos diseños que “vayan más allá de las temporadas y sean revalorizadas por mucho más tiempo”, explicó Joselyn Alvarado, cofundadora de Noise Costa Rica.
La materia prima por ejemplo puede ser, ropa que se obtiene en tiendas de “segunda” o americanas, ciertos materiales que ya “cumplieron su función”, por medio de personas que contactan a los emprendimientos para hacer donaciones, entre otros.
Paola Arias, fundadora de Vikingas Upcycling, indicó que los cambios en la manera de consumo, el retorno de prácticas como el trueque o el intercambio y el modificar la ropa para darle una “segunda vida” ya no es una inclinación pasajera, sino que es un fenómeno que cada vez está más arraigado.
“Muchos lo ven como una alternativa económica, más accesible más barato y hasta más original”, dijo Arias.
La sostenibilidad en el sector textil es reciente, pero ha visto un auge exponencial, impulsado principalmente por la catástrofe ambiental provocada por el mal manejo de los textiles de desecho, así lo detalló Christopher Brosee, investigador y consultor en Economía Circular, especializado en suprarreciclaje en entrevista para EF.
Brosee brindó datos que evidencian que a nivel global, menos del 1% de los materiales utilizados para producir ropa son reciclados para producir nueva ropa.
“La consecuencia del fast fashion es que mientras el promedio de vida de la ropa hace 30 años era de 15, hoy en día la ropa de esta industria pasa a ser “basura” en menos de un año”, precisó el consultor.
Me gustaría que todos tomemos más conciencia a la hora de comprar ropa, que no siempre más o nuevo es mejor, que también hay belleza y arte en reutilizar.
— Marta Herrera, propietaria de Lila Pupila.
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¿Qué es el upcycling?
Se trata de transformar desechos ya sea ropa o materiales reciclables como el plástico, en productos de mayor valor ecológico, mayor valor económico y de mayor calidad.
FUENTE: Cargo Collective. Cuatro Patas, citado por Christopher Brosee, investigador y consultor EN Economía Circular, especializado en suprarreciclaje || INFOGRAFÍA / EL FINANCIERO.
Más valor agregado
PreLoved Clothing es un proyecto que arrancó en 2019 como una tienda virtual de segunda mano y de diseño nacional por servicio de consignación. María Fernanda Festa, fundadora y diseñadora del emprendimiento expresó que la iniciativa va más allá de comprar mucha ropa y revenderla, sino de ofrecer a los clientes un servicio de “segunda vida” para esas prendas.
PreLoved aparte de rediseñar ropa usada y apostar por la creatividad y el sello personal, trabaja con diseño nacional, un aspecto que los diferencia de los demás negocios y donde el ciclo de exposición beneficia a todas las partes.
“Muchos diseñadores nacionales nos dan ciertas prendas que se estarían donando o desechando por poco uso. Por ejemplo, puede ser que del lanzamiento de una colección, queden prendas en buen estado y se prefiera dar una segunda oportunidad a otra persona que le gustaría tener ropa de marca nacional, a un menor costo”, explicó Festa.
La ganancia entre las partes es de 50/50, y PreLoved se encarga de toda la logística, exposición en ferias o pop-ups, la fotografía y la publicidad en la página web. Para el diseño nacional no aplica el upcycling, las piezas que se alteran son las que se compran de segunda o las que llegan o donan las personas de marcas genéricas, o de su mismo clóset.
“Si algo es de segunda no significa que está viejo, que está roto, todo lo que vendemos es de buena calidad, está nuevo, con etiqueta, es de diseño, no va a tener huecos ni va a oler feo, está en perfectas condiciones, simplemente necesita una nueva casa”, afirmó la fundadora.
Por su parte, Vikingas Upcycling es un emprendimiento localizado en Monteverde. Se dedican a hacer rediseños con retazos de pantalón, suéteres y buzos, piezas de denim (jeans), y hasta con textiles usados que adquirieron en una cooperativa de mujeres en Guatemala. También, tienen una línea denim o de mezclilla de jackets modificadas e inspiradas en Monteverde.
Asimismo, procuran aportar el conocimiento y la sensibilización por el consumo a su comunidad, con proyectos e iniciativas sociales. De ahí nace Vikingas Project, un brazo que acompaña la marca y promueve acciones que empoderen a las próximas generaciones de la zona con el fin de integrar arte, educación, creatividad, e ideas productivas.
“La idea es expansión y llegar a más espacios ya que el crecimiento ha sido muy orgánico. Sin embargo, el trabajo es lento porque cuidamos mucho la producción, ya que se hace a baja escala”, dijo Arias, su fundadora.
El upcycling además de implicar un menor impacto al ambiente, también evita procesos industriales complejos al utilizar material ya existente y contribuye al ahorro de agua, energía y una menor producción de residuos.
— Joselyn Alvarado, cofundadora de Noise Costa Rica.
23 Vintage Ave, es otra de las tiendas que se ha sumado a formar parte del slow fashion, la cual inició por una afinidad por lo vintage. Courtney Ramírez, su propietaria resaltó que actualmente las tendencias de la moda son mixtas, es decir, las personas están abiertas a usar muchos estilos diferentes sin importar su época o sin estar como parte de una tendencia.
“Por varios factores la ropa vintage ha sido construida con mejor material para que sea más duradera, pero muchas prendas han sido hechas a mano y gracias a eso se pueden reutilizar. Circular ropa impacta la economía sin impactar al ambiente como el fast fashion”, dijo Ramírez.
Lila Pupila inició en 2017 cuando Herrera decidió pintar una jacket vieja. Actualmente, es un negocio de marca nacional reconocido en ferias y eventos del país. La emprendedora afirmó que el “americanear o thrifting (como se conoce ahora)” ha tenido un boom muy fuerte gracias a las redes sociales.
“Esto ha logrado que el utilizar ropa usada ya no sea más un tabú, y mientras el objetivo sea claro y no se haga solamente por la tendencia o la moda, es muy importante que las nuevas generaciones sigan impulsando el movimiento”, manifestó la creadora de Lila Pupila. Por ejemplo, en la red social Tik Tok destacan muchos trends como el “Get ready with me o Un día americaneando”, donde usuarios visitan tiendas de ropa americana o emprendimientos de segunda y arman toda su vestimenta con estas prendas y hasta comparan precios.
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Acercarse al slow fashion
Brosee, especialista en suprarreciclaje, precisó que lo importante para un futuro cercano es que la industria textil y de forma multisectorial, mejore radicalmente los diseños de la ropa. Además, de innovar en los procesos de tinturas para evitar sustancias químicas tóxicas, y que también cambien las telas.
Actualmente no solo se observa el auge en la ropa de segunda, sino en la ropa por “suscripción, o por alquiler”. Por ejemplo, cuando una persona piensa en ropa para bebé o para niños, sería más eficiente alquilarla que comprarla, ya que es una ropa que se desecha rápidamente. O la ropa para fiesta o eventos especiales, vestidos de gala o trajes enteros.
Françoise Valer es una marca nacional de ropa “elegante” elaborada en lino 100% natural y de “alta” calidad, con lo cual realiza una propuesta de slow fashion. Pese a utilizar ropa completamente nueva, se trata de piezas atemporales, en fibras naturales que tienen un menor consumo de agua y son ecológicas.
Françoise Chavarría, directora creativa y fundadora de la marca precisó que el consumo responsable debe venir desde determinar qué tipo de diseño se consume (en su caso, diseños atemporales), la durabilidad de la tela y que los procesos productivos estén siendo pagados de forma justa.
“El movimiento apenas está naciendo a nivel nacional. Hay que entender que no solo se trata de moda, sino de empleos que se generan a través de la activación del slow fashion en el país. Como diseñadores debemos agruparnos para lograr mejores acuerdos con respecto a los impuestos de los textiles, y así tener mejores oportunidades de competencia con la ropa fabricada en otros países”, expresó Chavarría.
Conceptos importantes |
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Upcycling o suprarreciclaje: trabajo que busca aumentar el valor y la calidad de los desechos, cuando son reprocesados. Es transformar desechos en productos de mayor valor ecológico, económico y de mayor calidad. |
Slow fashion: movimiento que actúa desde varios frentes. Por una parte intenta que se produzca ropa y vestimenta utilizando menos materia prima virgen, y por otro lado, procura que la ropa dure más tiempo con los consumidores, se repare, sea modular, atemporal y de calidad, para justamente oponerse al crecimiento ineficiente del fast fashion. |
Fast fashion: grandes volúmenes de ropa producidos por la industria de la moda en función de las tendencias y una necesidad de innovación. Esto contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar en los consumidores una sustitución acelerada de su inventario personal. |
Economía circular: sistema económico que propone desde el inicio del concepto y diseño de un producto la finalidad de no generar desechos, sino que devuelve a la cadena de valor los insumos o materias primas aprovechadas en el proceso para reutilizarlas. Intenta sustituir al sistema económico tradicional, conocido como economía lineal, en el que solo “se extrae, se usa y se tira”, provocando un impacto negativo en el medio ambiente. |
Fuente: Christopher Brosee, investigador y consultor en Economía Circular, especializado en suprarreciclaje y los emprendimientos de upcycling. |
La rentabilidad es sustentable
Según las fuentes consultadas, en el país poco a poco se ha observado mucho más reconocimiento de los emprendimientos de segunda mano y de diseño nacional. Por ejemplo, por medio de las redes sociales, en las ferias y pop-ups organizados por el viceministerio de Juventud Costa Rica, donde se exponen estas iniciativas y cada vez es más común verlas.
Sin embargo, las emprendedoras destacan que en comparación a otros países, en Costa Rica sí se hace “mucho menos” con respecto al sector textil.
A continuación, un extracto de la entrevista hecha a la emprendedora Joselyn Alvarado, cofundadora de Noise Costa Rica.
¿Por qué razón cree que despegó esta técnica del upcyling en el Costa Rica?
― Las consecuencias que ha ocasionado la forma en que se ha producido en los últimos años ya no se pueden ignorar u olvidar. Cada vez por más medios y diferentes plataformas se ha comunicado lo que existe detrás de la sobreproducción.
Noise, por ejemplo nació desde la admiración a la capacidad de poder expresarnos al combinar las prendas que utilizamos día a día y el respeto tan profundo que le tenemos a nuestro planeta. Creo que muchos han encontrado la respuesta en la economía circular, donde se revalora todo lo que se produce, una y otra vez para evitar los desechos. Ya sea como base de creación o como filtro al consumir productos.
¿Es rentable el negocio de la moda sustentable en Costa Rica?
― Llevamos poco tiempo en el mercado, pero realmente sigue siendo un reto. Sí es rentable gracias al esfuerzo de los pioneros en la industria en traer estas nuevas propuestas sustentables.
Ha sido un proceso largo y de asimilación para los consumidores, pero gracias a la constancia y a las nuevas propuestas, nos hacemos más visibles, hay más alianzas y apoyo entre emprendimientos. Y así juntos cada vez la voz ha sido más fuerte y apoyada. El futuro cada vez se ve más prometedor y retador.
¿El impulso de dar un “segundo aire” a la ropa también forma parte de una revolución?
― En definitiva es parte de la revolución. La información está disponible para todos y las campañas cada vez tienen más apoyo y vemos diferentes generaciones que se unen al cambio. Los hábitos poco a poco se van transformando y la conversación se hace más atractiva.
Asimismo, la creatividad crece y se buscan nuevas formas de transformar y más soluciones.
Tras investigar a profundidad la industria de la moda tanto a nivel nacional como internacional para que nuestro emprendimiento aplicara técnicas amigables con el ambiente, nos encontramos con el upcyling, la cual supone un menor impacto medioambiental, pues además de evitar procesos industriales complejos al utilizar material ya existente, también contribuye al ahorro de agua y energía y a una menor producción de residuos.
Y forma parte del slow fashion; un modelo basado en la ética, responsabilidad social y ambiental que hace un llamado a la desaceleración ante la excesiva producción de muchas empresas de la industria (fast fashion) que con sus innumerables colecciones anuales, pésimas condiciones laborales y la baja calidad de sus materiales genera que el 50% de la ropa que fabrican acabe en la basura en menos de un año.