El turismo en Costa Rica ha experimentado un crecimiento sostenido en las últimas décadas, consolidándose como el pilar fundamental de la economía nacional. Su impacto es tan profundo que actualmente uno de cada cuatro empleos está directamente relacionado con el sector turístico, en áreas como hotelería, restaurantes, transporte, agencias de viajes, actividades de aventura, ecoturismo, entre otras.
Por otro lado, esta actividad fue responsable de generar la cifra récord de más de $5.400 millones en divisas durante el 2024, lo que contribuye al desarrollo económico del país en general. Estos ingresos provienen principalmente del gasto de los turistas en alojamiento, alimentación, transporte, actividades recreativas y compra de souvenirs.
Sin embargo, en los últimos seis meses el panorama ha sido gris debido a la caída en la visitación por la vía aérea, la principal puerta de entrada de los extranjeros a Costa Rica. Desde octubre de 2024 se registra una disminución interanual en la llegada de turistas en comparación con el mismo mes del año previo.

¿Qué está ocasionando esta situación?
Por un lado, las autoridades del gobierno le achacan la disminución a las aerolíneas y a su decisión de reducir los asientos disponibles para viajar a Costa Rica. Esta situación, según representantes del Instituto Costarricense de Turismo (ICT), se debe a dos grandes razones: en primer lugar, una mayor demanda de espacio en mercados más grandes como Estados Unidos y Europa y, en segundo lugar, la demora en la entrega de aviones Boeing y Airbus, lo cual imposibilita que las compañías aéreas aumenten frecuencias o abran nuevas rutas.
Por otra parte, los empresarios turísticos del país alegan que es innegable el efecto del tipo de cambio a la baja, que golpea la competitividad del país y las ganancias para quienes se dedican a actividades turísticas, habitualmente cobradas en dólares. Además, señalan que la situación de inseguridad y homicidios que atraviesa el país en los últimos dos años y el tema de la infraestructura también están pasando factura.
LEA MÁS: El turismo en Costa Rica se desacelera: ¿qué está pasando?
Mientras esto ocurre, países vecinos como El Salvador y Guatemala superaron a Costa Rica y lograron romper la barrera de los 3 millones de turistas el año pasado. Ante esta situación cabe preguntarse, ¿qué le espera a la industria más importante de Costa Rica de cara al futuro? ¿dejará de ser la gallina de los huevos de oro?
Lo primero que se debe destacar es que al igual que en la mayoría de industrias, es prácticamente imposible vaticinar qué sucederá con la llegada de turistas en los próximos años hacia Costa Rica: hay múltiples variables que inciden en la decisión de los viajeros y también hay factores a lo interno del país que pueden permear en la visitación.
Para seguirle el pulso a la industria turística, el ICT tiene una hoja de ruta: el Plan Nacional de Turismo 2022 - 2027. Este documento tiene como uno de sus objetivos principales “promover una actividad turística resiliente que aproveche de manera sostenible el patrimonio turístico y cultural”. Además, proyecta que para el año 2027 arriben 2,9 millones de turistas por vía aérea (menos que en el periodo prepandemia).
“Siguiendo esta proyección, la estimación para 2025 se acerca a los 2,8 millones de turistas, aunque todavía es prematuro dar cifras con los datos disponibles de llegadas de turistas a febrero de este año”, indicó el ICT ante una consulta de este medio.
En cuanto a las divisas, la estimación del Banco Central de Costa Rica a inicios de 2025, proyecta la generación de unos $5.900 millones, es decir, $500 millones más que lo alcanzado el año pasado.
Calidad versus cantidad
Otro de los puntos de interés de cara al futuro para el turismo en Costa Rica es si existe una cantidad máxima de viajeros que pueda recibir el país para no convertirse en un destino masivo como ocurre con algunas de las ciudades más populares de Europa, donde incluso se han tenido que regular aplicaciones como Airbnb por el crecimiento en los precios de los alquileres de vivienda.
Convertirse en un destino masivo plantea importantes desafíos, por ejemplo el de mejorar la infraestructura principalmente en aeropuertos y carreteras, para mejorar la experiencia del turismo al llegar a suelo nacional. Sin embargo, en los últimos años ha venido creciendo la tendencia del turismo de ultralujo, que es, precisamente, todo lo contrario a la masificación pero crea otra situación que se debe poner bajo la lupa: la gentrificación de algunas zonas.
“Es importante subrayar que Costa Rica no busca la masificación turística ni competir en volumen de llegadas, sino diferenciarse a través de una oferta de calidad. Finalmente, las decisiones sobre el posicionamiento de productos y servicios turísticos en segmentos específicos (lujo, ultra lujo, sol y playa, ecoturismo, etc.) corresponden al sector privado, responsable de su comercialización y venta, y no al Estado costarricense”, señaló el ICT.
LEA MÁS: Costa Rica quiere más turistas, pero ¿cuántos más debería recibir?
Por años, Costa Rica ha jugado inteligentemente sus cartas para atraer a los extranjeros (y al viajero local que quiere descubrir su país) y se ha dado a conocer como un destino de alto valor agregado y que genere experiencias memorables. Por otro lado, se ha caracterizado por la sostenibilidad y sus políticas ecoamigables que despiertan el interés de foráneos y de otros países que han intentado copiar el modelo.
Tampoco se puede obviar que hay países cercanos que tienen una oferta similar pero con precios más bajos, lo cual puede ser un factor determinante para las decisiones de los turistas sobre dónde vacacionar.
“El futuro del sector dependerá de nuestra capacidad para mantener ese equilibrio entre crecimiento económico y conservación, sin perder los valores que nos han distinguido internacionalmente como la paz y la seguridad. En este proceso, el sector privado jugará un rol fundamental, con empresas que deben continuar innovando, diversificando su oferta y adaptándose ágilmente a las nuevas preferencias del visitante. Al mismo tiempo, es indispensable un compromiso firme por parte del Gobierno con la competitividad del sector”, comentó Shirley Calvo, directora ejecutiva de Canatur.
Por su parte, Gustavo Segura, exministro de Turismo y CEO de Memorable Travel Group, considera que el modelo de turismo de Costa Rica hasta ahora ha traído beneficios como empleo, progreso social y desarrollo de pequeñas y medianas empresas en comunidades rurales y costeras. También calificó como positivo que el país retome políticas de beneficio a este sector.
“El bienestar del modelo depende mucho del bienestar de otros factores de la estructura social del país, como la seguridad, la infraestructura, la educación y el sistema de parques nacionales. Creo que Costa Rica debe permanecer en una línea de un modelo de turismo sostenible con turistas educados que gasten más y aprecien las riquezas del destino (naturales y culturales)”, agregó Segura.
Los empresarios turísticos consideran que es hora también de fortalecer la diversificación de la oferta nacional y mirar hacia segmentos como el turismo náutico, gastronómico, de eventos, conferencias, entre otros, siempre manteniendo el ADN que caracteriza la marca de Costa Rica como destino.
LEA MÁS: El turismo de lujo crece en Guanacaste, pero tiene dos caras: ¿qué hay detrás de esta situación?
“Debe haber producto para todo tipo de turista y el país lo permite, pues la diversidad de los destinos permite apostar por muchos segmentos diferentes. El mercado de lujo es importante y estará presente en diferentes sectores del país, pero hay oportunidades en el mercado de todo incluido y de incentivos. Aquí la pregunta no es cómo promover más sino cómo generamos en el destino las oportunidades para la inversión y la diversificación del producto”, consideró Daniel Campos, presidente de la Cámara Costarricense de Hoteles.
En términos generales el turismo en Costa Rica enfrenta retos importantes, tanto internos como externos. En el primer grupo destacan factores de infraestructura, precios y en general la competitividad frente a países cercanos. Mientras que del lado externo hay una nueva incertidumbre sobre cómo pueden afectar las medidas de Donald Trump al viajero estadounidense, además está el panorama europeo en el que no se descarta una escalada bélica a raíz del conflicto de Rusia y Ucrania, lo que podría alejar al turismo de las prioridades de los ciudadanos.
