En setiembre de 2021 el pago electrónico revolucionó el sistema de transporte público en Costa Rica al implementarse en todas las rutas de tren. Esta modalidad, permite a los usuarios cancelar su pasaje sin efectivo mediante tarjetas, celulares, relojes inteligentes y otros similares. La idea era agilizar el proceso de compra y hacerlo más seguro al eliminar el manejo de dinero en efectivo.
Posteriormente, en abril de 2022, las primeras rutas de autobús, como Sabana-Cementerio y Sabana-Estadio, se sumaron a esta iniciativa, ampliando así las opciones de pago electrónico para los usuarios, con un plan ambicioso.
El Sistema Nacional de Pago Electrónico en el Transporte Público (SINPE-TP), ya cumplió tres años en Costa Rica y funciona con las tarjetas de débito, crédito y prepago emitidas por entidades financieras nacionales e internacionales, con el estándar EMV y la tecnología de pago sin contacto de las marcas VISA, MasterCard y próximamente American Express.
Básicamente este validador cumple la función de un datáfono y avisa al usuario si la transacción fue exitosa o rechazada.
Antes de que finalice el 2024, la meta es que hayan 1.400 unidades de buses con validador de pago electrónico y eso significará que se alcance el 30% del total de la flota circulante. Las últimas rutas que se agregarán este año serán las de Escazú, Santa Ana y las busetas heredianas de la ruta 400.
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Definir si ese porcentaje de avance es mucho o poco no es fácil. Según la hoja de ruta del programa Sinpe TP, la idea es que para el 2025 se sumen unos 1.500 buses y con esto se logre la totalidad de unidades de la Gran Área Metropolitana (GAM), que comprende desde Paraíso de Cartago hasta San Ramón de Alajuela.
Justamente en la GAM se concentra el 80% de la totalidad de viajes en buses y trenes, dejando el porcentaje restante a las zonas costeras. Este es un proceso voluntario que realiza cada empresa por iniciativa propia.
Según Carlos Melegatti, director del sistema de pagos del Banco Central, desde que se implementó el pago digital se han realizado 18 millones de operaciones, esto es un promedio al día de casi 70.000. El funcionario explicó que la masificación no es un proceso sencillo ni lineal y que por eso deben ir priorizando rutas, de las más grandes a las más pequeñas, además reveló que la mitad de las empresas autobuseras del país tienen cinco unidades y que gran parte de ese porcentaje da servicios en zonas rurales.
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“Incorporar una empresa no es solo alambrar el bus, llegarle con electricidad al validador, sino es entrenar los choferes, a la gente contable, de tesorería, los que hacen el control del efectivo, porque ahora van a tener pago electrónico y van a todavía tener efectivo. Entonces es articular todo eso. Actualmente hay 350 empresas en el programa y son 350 políticas diferentes de cómo opera una empresa, entonces no es un proceso estandarizado”, explicó Melegatti.
¿A medio camino?
Vistos estos datos, ¿cuán cerca o lejos está el país de eliminar el uso del efectivo? Este es uno de los últimos sectores o servicios donde el efectivo aún es protagonista, pues en los comercios ya son cotidianos los pagos digitales en cualquiera de sus presentaciones.
Empecemos por el tren: los datos más recientes del Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer), actualizados a setiembre, revelaron que un 45% de los usuarios no utiliza efectivo para sus pagos. A esa fecha, los trenes habían transportado a 2,96 millones de pasajeros, siendo la de Cartago-San José la más utilizada, seguida de la de Heredia.
En otras palabras, 1,63 millones de usuarios del tren aún prefieren el dinero físico para pagar.
En el caso de los autobuses, el porcentaje es muy similar. Según estimaciones de la Cámara Nacional de Autobuseros (Canabus), entre un 40% y un 45% de los usuarios actuales utiliza medios de pagos electrónicos.
Bernal Rodríguez, presidente de la entidad, contó a EF que hay usuarios que utilizan efectivo porque si bien ya una importante cantidad de rutas aceptan pagos sin contacto, hay otras que no y muchos pasajeros usan más de una ruta de autobús, entonces prefieren cancelar todos los pasajes con dinero físico.
“En el momento en el que todo se pague con tarjeta ayudará a que la gente cada vez menos busque el efectivo. El rol de las empresas es muy importante, tienen que tener los equipos funcionando y promover el pago con tarjeta en redes sociales”, indicó Rodríguez.
De igual forma, reconoció que si en el país los diputados impulsaran un proyecto de ley que erradique definitivamente el efectivo del transporte público, la transición hacia lo digital sería mucho más rápida.
Otro aspecto importante en esta ecuación es el costo operativo: instalar un validador en un autobús tiene un costo de aproximadamente $2.000 y todo el proceso de instalación y preparación del personal para su uso tarda entre un mes y medio. Parte de las ventajas de este dispositivo es que, según Melegatti, el tiempo de pago es hasta tres veces más rápido que usando el efectivo, porque muchas personas no llevan los montos completos del pasaje y actualmente el mercado atraviesa escasez de monedas, principalmente de ȼ5.
Por otra parte, entran en juego variables como la seguridad del chofer y pasajeros al no utilizar efectivo además de la alta bancarización que hay en el país, que alcanza al 91% de la población.
“El ecosistema de pagos en Costa Rica es muy maduro y probablemente está más cerca de reducir significativamente el uso de efectivo que algunos países de la región. El reto que estamos acometiendo está en profundizar los pagos sin contacto en el transporte público. Estamos apuntando a impactar el 77% de los viajes que se realizan en transporte público a nivel nacional, con una experiencia renovada: más segura, rápida y conveniente”, dijo Kiki del Valle, presidenta divisional para Latinoamérica Norte de Mastercard.
De cara al futuro
El plan es que para 2026 se empiece a acelerar la adopción del pago electrónico en rutas rurales, donde el tráfico de pasajeros es menor. Además, de acuerdo con Melegatti, uno de los grandes desafíos es negociar con las empresas que actualmente operan las rutas entre la capital y zonas fronterizas o más alejadas, ya que estas cuentan y aplican sus propios sistemas de pagos digitales y ya están maduros.
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Otro de los desafíos que hay en zonas rurales es que muchas de las tarifas son fraccionadas, es decir, no son como en la GAM que son únicas independientemente del lugar donde la persona aborde o baje del autobús. En estos casos, se debe colocar un dispositivo adicional para calcular el monto a pagar con la tarjeta.