Tras la penuria de guantes y mascarillas, la demanda de respiradores se disparó ante la pandemia del COVID-19 y moviliza a los industriales que intentan desarrollar soluciones innovadoras.
“Mientras se propaga la pandemia, existe una demanda sin precedentes de material médico, en especial de respiradores”, declaró Kieran Murphy, director ejecutivo de GE Healthcare.
Este grupo estadounidense de aparatos médicos aumentó su producción y reforzó su plantilla, que trabaja las 24 horas del día.
El fabricante sueco Getinge también aumentó su capacidad de producción “ante la demanda exponencial en todo el mundo”, según explica en un comunicado de la empresa.
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El mismo esfuerzo hace el francés Air Liquide, que aumentó su línea de ensamblaje. La producción de ventiladores de reanimación pasará de 500 mensuales actualmente a 1.100 en abril y la de los ventiladores no invasivos de salud a domicilio de 200 a 600 en el mismo período.
En Alemania el gigante de tecnologías médicas Dräger afirmó haber “duplicado” su producción de respiradores en las últimas semanas, y Löwenstein cumple con un pedido del gobierno de 6.500 aparatos respiratorios en los próximos tres meses. La empresa ya había empezado a aumentar en febrero su producción, debido a la demanda procedente de China.
Necesidad de personal
¿Será suficiente? La epidemia de coronavirus provoca un flujo de pacientes en los hospitales, donde algunos servicios de reanimación "ya están desbordados" y corren el riesgo de carecer de respiradores artificiales, advirtieron responsables de hospitales franceses.
En Italia, ante la saturación de los hospitales, la Sociedad italiana de anestesia, reanimación y cuidados intensivos ya contemplaba a principios de marzo un límite de edad para la admisión en cuidados intensivos.
Como respuesta, los poderes públicos acuden a otras industrias susceptibles para pedir ayuda a los hospitales.
El domingo, el presidente de Estados Unidos Donald Trump dio "luz verde" para que los fabricantes de automóviles General Motors, Ford y Tesla fabriquen o ayuden a aumentar la producción de respiradores.
En Francia el fabricantes automotriz francés PSA indicó que estudian “muy seriamente si es factible” asociarse a la fabricación de respiradores artificiales.
Las colaboraciones se están multiplicando, y se acude cada vez más a las tecnologías innovadoras como la impresión 3D.
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La empresa holandesa Ultimaker puso a disposición de hospitales sus centros de impresión 3D, sus expertos y sus diseñadores.
“Hay una gran demanda” explicó su presidente ejecutivo Jos Burger, quien agregó que esta tecnología permite imprimir válvulas para respiradores.
En el este de Francia, región especialmente afectada por la epidemia, el taller de colaboración de tecnología de Belfort-Montbéliard estudia un prototipo de respirador. “Sigue en fase de prototipo, pero en situación de crisis puede servir”, subrayó Olivier Lamotte, ingeniero y responsable del taller.
“Desde hace días todo el planeta dice que hay que imprimir piezas para respiradores o mascarillas. Pero hay que verificar estas informaciones: nuestro rol es probar, verificar lo que funciona” agregó.
Sin embargo, más que respiradores, lo que falta realmente es personal y material de protección en los hospitales, matiza Olivier de Cock, exsecretario general del Sindicato Nacional de Anestesistas y Reanimadores franceses.
La tendencia actual en reanimación es colocar boca abajo a los enfermos de COVID-19, y para ello “se necesitan cinco personas para colocar a un paciente boca abajo”, recuerda De Cock. “Necesitamos personal, pero también protección para este personal”, es decir mascarillas y gafas.