El desarrollo de Sylvania en Costa Rica es un reflejo de la revolución que la tecnología ha provocado en los negocios industriales: al cabo de una década pasó del ensamblaje de fluorescentes, es decir, la manufactura básica, a prepararse para los productos con inteligencia artificial.
En las naves industriales de la Zona Franca de Pavas hoy se diseña el futuro de las soluciones de iluminación para la región, con talento costarricense. Pero el objetivo es lograr un impacto mayor, que gracias a su presencia corporativa por el mundo, también podría ser global.
Para lograrlo, la empresa construirá una nueva planta de manufactura, con una inversión de $2,5 millones y generando 100 empleos, principalmente en ingeniería y técnicos. Se proyecta que entre en operación a mediados de 2019.
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Esta nueva instalación les permitirá fabricar productos que hasta hoy no se hacen en Costa Rica, a la vez que intensificará el trabajo del equipo de investigación, desarrollo e innovación y su potencial para trascender.
La corporación Feilo Sylvania emplea 150 ingenieros en Asia en el desarrollo de sistemas que incorporen inteligencia artificial a las soluciones de iluminación, con las luminarias funcionando como centros de datos y de intercambio de información.
La transformación es total: se trata de pasar de la compra de un bombillo genérico y usarlo hasta que se funda, a elegir productos con cerebro y capaces de resolver necesidades específicas, como el control del consumo energético y la interacción con las condiciones ambientales. Es pasar de la manufactura a la disrupción.
Hub estratégico
Tiago Pereira de Queiroz, gerente regional de Sylvania para Centroamérica, Caribe, México y Brasil, aseguró a EF que la operación de Costa Rica tiene un papel corporativo interesante.
“Desde hace cinco años asumimos la operación de Brasil, que es bastante grande, y de dos años para acá asumimos México, la estabilizamos y la hicimos crecer y hoy es una operación madura y está dando rentabilidad. Esto nos da cada vez más aire y gas para que sigamos expandiendo nuestra área de actuación y nuestra influencia como región”, explicó.
La expansión geográfica se dio por dos razones: ubicación y capital humano.
Para Sylvania, su operación de Costa Rica funciona como un hub desde donde es posible atender las necesidades de los clientes en menor tiempo que competidores ubicados en México, Estados Unidos o China.
Así lo entendió la firma china Feilo Acoustics Limited, dueña del 80% de las acciones de Sylvania desde el primer trimestre de 2016 y en proceso de adquisición del 20% restante al finalizar 2019.
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“El papel que juega Feilo es que ha entendido el potencial que la operación de Costa Rica puede otorgar a los distintos países. Que aquí tengamos una fabrica desde hace 53 años ayuda mucho al posicionamiento de la marca y sumado a esto, hemos hecho un trabajo fuerte en el posicionamiento con productos, empaques, publicidad”, explicó Pereira de Queiroz.
Este trabajo viene complementado con un proceso de transformación interna, pues desarrollaron una cultura corporativa de orgullo y conocimiento de la marca. Para lograr el cambio, la vía elegida fue la transformación del espacio físico y la incorporación de mejores prácticas en gestión del talento.
Sylvania instauró nuevas líneas de producción y al mismo tiempo renovó baños, creó jardines y generó beneficios para la totalidad de los colaboradores, como sesiones de acupuntura los viernes y consultas de nutricionista. Ambas son gratuitas.
La creación de equipos para desarrollo de nuevos productos y la inversión en campañas de publicidad, ha ido de la mano con procesos internos de información, como la colocación de pantallas con videos y detalles sobre los proyectos más recientes y fáciles de reconocer. El objetivo es borrar brechas entre colaboradores y crear sentido de pertenencia y de compromiso.
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Más complejidad, más crecimiento
Desde Costa Rica se han desarrollado tres líneas de productos originales que llevan la oferta fuera de los límites tradicionales del negocio: pasan de iluminar a complementar un proyecto arquitectónico.
Estos proyectos, aunque generan ingresos marginales con respecto a otras líneas, expanden la operación y permiten la generación de encadenamientos con productores locales.
Esas redes, además de expandir el ecosistema de beneficios del negocio, le generan a Sylvania nuevas oportunidades para construir más peso de la operación local dentro de la corporación. Y al mismo tiempo, permite compartir información sobre temas relevantes para la consolidación de su oferta, como el papel de las certificaciones en la calidad y seguridad final de los productos.
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Es un proceso de educación que complementan con exhibidores móviles, servicio postventa, giras de estudiantes a la planta y programas de intercambio con colegios técnicos y universidades.
La sensibilización de estudiantes de alto perfil es clave, porque en esta industria el tema central de los procesos de innovación es el control de iluminación, encaminado hacia la inteligencia artificial. Ya en Sylvania se están desarrollando productos que servirán para transferir información a través de la luz: las luminarias se van a convertir en centros de inteligencia.
A eso le apuestan y por eso va construyendo una oferta que prepare los mercados para dar el salto hacia la alta tecnología. Ya existe, por ejemplo, un poste de iluminación con cargador para autos eléctricos y teléfonos celulares, con pantalla digital y cámara de seguridad.
“Son productos que van más allá de lo que estamos acostumbrados a desarrollar o incluso vender. Pero la empresa como un todo está buscando crecer en la oferta y gama de productos que hacemos, incluyendo otras verticales de negocio adicionales”, subraya Pereira de Queiroz.
La nueva planta es una herramienta para aumentar la capacidad de la operación local y su relevancia, pero no es la única. En las próximas semanas la empresa inaugurará un laboratorio de pruebas dentro de sus instalaciones actuales, que le permitirá moverse entre la línea de producción y la evaluación de productos.
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Esto podría, por ejemplo, acelerar la creación de un prototipo sobre una idea específica y probar todos sus valores técnicos (que se pueden traducir como cuánta área ilumina en cada ángulo, de qué color es su luz, cuál es la intensidad y muchas características más), y también medir su resistencia condiciones como el calor, la lluvia, las vibraciones o el polvo, sin moverse más que unos cuantos metros.
En la era de la disrupción, la operación de Sylvania en Costa Rica pone sobre la mesa su habilidad probada para generar nuevos productos y encadenamientos productivos, más el desarrollo intencionado de mayor capacidad instalada, tanto industrial como para la generación de valor y de alta tecnología. Hoy sigue en el negocio tradicional de iluminación pero está dando las condiciones para dejarlo cuando sea necesario, e incluso antes.