El consumo de alimentos ha experimentado una transformación durante la crisis por coronavirus en Costa Rica: la transición de locales para consumo a la preparación en el hogar ha puesto presión en los negocios productores y vendedores. Sin embargo, la pandemia también podría crear oportunidades para quienes se ajusten a las nuevas normas de consumo.
Algunas de las principales tendencias han sido identificadas por firmas como Euromonitor Internacional y EY e incluyen la preferencia por alimentos cuyas propiedades y beneficios nutricionales sean claros.
También se esperará que provengan de empresas con prácticas sostenibles, y esto abre otra ventana de oportunidad para quienes desarrollen la capacidad de trazar las prácticas de inocuidad desde el productor, tal como señala el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA). (Ver recuadro: Para productores)
Todo esto debe ir de la mano de un fortalecimiento real de los canales de comunicación y ventas mediados por la tecnología, es decir, se hará indispensable el comercio en línea. Esta modalidad también podría reducir el volumen de ciertos intermediarios, lo que provocaría una mejora en precios en los dos extremos de la cadena: productor y consumidor final.
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Juan Bernárdez, chief strategy officer de White Rabbit, resaltó que en esta coyuntura se desarrolla más la consciencia sobre la escasez y el valor del dinero, sea porque las familias e individuos experimentan un impacto directo en sus ingresos o porque ven que le sucede a alguien más.
“De lo más importante a mediano plazo será la desaparición total del costo de envío. Esa es parte del valor que se va a requerir para pedir. Y eso en el largo plazo trae el colapso de los modelos de empresas centrados en cobros por envío”, aseguró el estratega.
Durante una sesión de trabajo organizada por la Cámara de Exportadores de Costa Rica (Cadexco), Olman Segura, economista, Director General del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE) de la Universidad Nacional (UNA), explicó que en el escenario de recuperación del COVID-19, el Banco Interamericano de Desarrollo espera un crecimiento del 6% para el próximo año.
“Este año tenemos desventaja pues tendremos que importar más productos relacionados con el sector médico y cuidado personal; pero tenemos una oportunidad “dorada” al corto plazo y es que los demás países del mundo van a requerir de los productos alimenticios que producimos y, con las políticas de comercio exterior adecuadas, esta oportunidad nos permitirá exportar más e inclusive crear nuevas cadenas de valor”, proyectó Segura.
El Índice del Futuro Consumidor, un estudio elaborado por la firma global EY, recogió la opinión de 4.859 consumidores en los Estados Unidos (EE.UU.), Canadá, Reino Unido, Francia y Alemania durante la semana del 6 de abril de 2020.
Sus resultados muestran cambios profundos en el segmento de mayores de 45 años, que han visto un mayor impacto en su empleo, dado que a casi una cuarta parte se le suspendió su trabajo temporal o permanentemente:
El 78% compra con menos frecuencia y el 64% solo compra lo esencial. Y, en contraste con el segmento de “hibernar y gastar”, el 33% de estos consumidores siente que las marcas ahora son menos importantes. La clave es entender cómo encajar en el concepto de “esencial”.
Federico Guardia, Director Regional de Desarrollo de Negocios y Comunicaciones de EY para Centroamérica, Panamá y República Dominicana, afirmó que para el caso de Costa Rica se espera que esta tendencia se replique en forma muy similar.
“Debido al impacto económico que el país está sufriendo en los sectores productivos es de esperar un comportamiento conservador de compras no esenciales”, explicó Guardia.
Aprovechar las tendencias
María Mascaraque, industry manager del departamento de Alimentos y Nutrición del proveedor de estudios de mercado Euromonitor International, explicó que la cadena de efectos del COVID-19 en el sector se proyecta en seis niveles:
1.- Almacenamiento preventivo y disrupción en cadenas de abastecimiento.
2.- Aumento de las ofertas y promociones basadas en precio.
3.- Consumo centrado en la preparación casera de alimentos. Reducción (o cancelación) de la demanda de restaurantes e instituciones (incluidos hoteles).
4.- Crecimiento del comercio en línea de alimentos (incluso en productos donde antes no estaba disponible.
5.- Énfasis en la seguridad alimentaria y el consumo local.
6.- Mayor compra de alimentos relacionados con la salud y el bienestar
Para marcas con presencia internacional, como Grupo Calvo, los insumos de sus operaciones en mercados más grandes permiten ver cómo se comportan esas tendencias en otros mercados para así tomar decisiones estratégicas en Costa Rica.
Víctor Pérez, director de negocios regional, explicó que luego de experimentar hasta un 50% de aumento en la demanda al inicio de la crisis; en este momento, cuando la primera ola del virus está pasando, se observa una leve reducción en las ventas.
“En Costa Rica, la disminución de las ventas en supermercados y pequeños formatos (pulperías y minisúper) ha variado entre un 5% y 10% acumulado, en el mes de abril”, relató Pérez. Su monitoreo de las tendencias les permitió responder en forma adecuada a las variaciones y en este momento mantienen un ritmo previsor de producción, con sus plantas operando a capacidad total.
Para productores |
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Estas son algunas de las consideraciones que deben tener los productores, en el marco de los cambios en el consumo de alimentos: |
-Las tendencias de aumento de consumo de cítricos y productos que mejoran el sistema inmunológico. -Un mayor interés de los consumidores por conocer los productos que consume abre oportunidades para un mayor acercamiento entre productores y consumidores, mediante la tecnología. Esto permitiría reducir intermediarios y mejorar precios de venta. -Aumento proyectado para los circuitos cortos de comercialización, a través de la compra en pequeños mercados y mercados locales. -Coyuntura apta para impulsar productos orgánicos y funcionales, mediante diferenciaciones y sellos, especialmente hacia mercados de alto valor como el europeo. -Aprovechar y valorizar en mayor medida recursos biológicos que antes eran considerados residuos y desperdicios, y que los nuevos nichos de mercado pueden abrir oportunidades rentables. Acá entran los bioproductos elaborados a base de residuos de las industrias de frutas tropicales, cárnicos y otras, así como también plantas medicinales, flores, y similares, dirigidas a de los mercados de salud y la alimentación. |
Fuente: IICA |
Los productores y marcas locales se enfrentan al desafío de encontrar las tendencias en forma indirecta, y descifrar los mensajes estratégicos para su segmento.
Bernárdez comentó que se están monitoreando tendencias clave en alimentación durante el confinamiento:
-El arte del armado: Consumo de contenidos sobre cómo preparar ciertos alimentos. Revalorización del driver (o motivador de compra) de ser un conocedor. “Dominar hoy la manera de hacer ciertas cosas es igual a poder adquirirlas. Saber cómo se hace es la nueva libertad”, afirmó Bernárdez.
-Más conciencia de origen y contenido: Los consumidores empiezan a darse cuenta, por ejemplo, de que el orden en que se nombran los ingredientes tienen que ver con la cantidad de contenido de ese elemento en ese producto. Esta conciencia impacta el consumo.
Con base en las informaciones disponibles, como las que proyecta Euromonitor y las que perciben quienes llevan el pulso a los mercados, cada empresa debe ubicar el momento en el que está su demanda y trazar una estrategia para aprovechar lo que viene.
¿De dónde salió este producto?
Los estándares de la operación deben ir de la mano con la estrategia: La población mundial tiene una mayor preocupación por la higiene y esto provoca un reforzamiento de las mejores prácticas de manipulación, pero también obliga a los productores a ser capaces de demostrar la inocuidad de sus procesos, mediante una trazabilidad completa.
Sacha Trelles, coordinadora técnica de la Representación del IICA en Costa Rica, explicó que las condiciones mínimas exigidas, por ejemplo, a los restaurantes, supermercados y demás puntos de venta, se deben mantener a lo largo de la cadena de producción y transformación.
“Sin embargo, el reto acá será mayor, ya que se puede incrementar la normativa y controles en términos de inocuidad alimentaria, por presión de los consumidores, sobre todo en países compradores. Habrá mayor presión para implementar sistemas de rastreabilidad a fin de conocer el origen y los procesos de tratamiento y transporte de los alimentos”, advirtió la especialista del IICA.
Asegurar las condiciones para que su proceso sea trazable es un buen punto de partida de cara a la nueva normalidad en compra de alimentos.