Antes de las herramientas para hacer turismo de bajo costo, uno de los principales motores de la industria turística de Costa Rica fue el club de viajes. Aunque este recurso se resiste a morir, su rentabilidad sí está en peligro, pues es de los pocos elementos que se quedaron sin reinventar en un negocio que se transformó.
El club de viajes es una mezcla entre productos financieros de ahorro y de crédito: permite hacer aportes mensuales para reunir un capital definido y, a partir de cierta cantidad de cuotas, se puede disfrutar el total del plan, con financiamiento del monto restante e intermediación por parte de quien ofrece los clubes.
Para venderlos, las agencias requieren permiso y supervisión del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC). En este momemento, hay 24 agencias autorizadas. (Ver tabla “A derecho”)
¿Cuáles son las quejas? La cuota de ahorro suele incluir costos por administración o comisión. Por ejemplo, para usar $2.500, usted podría tener una cuota de $145 mensuales a 24 meses. Al final se pagan $3.480, casi $1.000 más.
Cuando llega el momento utilizar el dinero, se da una compra intermediada, es decir: la agencia da las opciones y los precios. En algunos casos, el monto pactado originalmente para un viaje en específico, resulta insuficiente en el momento de interés del cliente.
Las limitaciones del modelo se hicieron tan comunes que las agencias de viajes optaron por permitir el redireccionamiento del dinero, por ejemplo, para compra de electrodomésticos o bienes similares.
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Uno de los negocios pioneros y líderes de esta categoría es Viajes y Clubes Colón, empresa que al momento de publicar esta nota enfrentaba una crisis de liquidez e incapacidad para cubrir deudas por impuestos, cuotas obrero patronales y aguinaldos. No obstante, sus operaciones continuaban con normalidad, a derecho y sin afectar a los clientes, según confirmó el MEIC a EF.
En entrevista con La Nación, Walter Valverde, presidente de la junta directiva de Viajes Colón, relató que hace cinco años vendían $30 millones anuales en el área de clubes, mientras para 2019 ese monto cayó a $15 millones.
Una reducción del 50% en las ventas es un golpe para cualquier industria, y a la vez es una demostración de cambios en el consumo específico de ese producto. También es una señal de que este modelo tiene poca penetración entre los nuevos clientes turísticos, en un mundo donde reinan la digitalización, la autogestión y la asesoría de viajeros expertos.
En Costa Rica, este es uno de los elementos que ponen presión sobre el sector. Wilson Orozco, director administrativo del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) informó de que en este momento hay otras siete agencias de viajes que están operando pero tienen pendiente el pago del impuesto de 5% que se debe cancelar al Instituto.
EF solicitó un espacio para entrevistar a Valverde, vocero de Viajes Colón, sin embargo, mediante su ejecutiva de relaciones públicas informaron que por instrucciones de sus abogados, no darían más declaraciones sobre el tema.
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Antes y ahora
En un entorno con sobreoferta de motores gratuitos de búsqueda y comunidades colaborativas de transporte y hospedaje, puede ser un reto imaginarse una época en la que era indispensable contar con un agente de viajes.
Hace pocas décadas, las agencias eran el único intermediario con los contactos y los recursos para encontrar opciones seguras para ir de vacaciones fuera del país. Mauricio Ventura, consultor y exministro de Turismo, se desempeñó por años como empresario en ese segmento.
“Los millennials no creerían que lo que se usaba era un libro de varias pulgadas, donde estaba la lista de hoteles de todo el mundo, con los datos, y se les contactaba por télex (un dispositivo telegráfico de transmisión de datos, ya obsoleto) para verificar la disponibilidad”, relató Ventura.
Armar esa base de datos requería experiencia, contactos y niveles altos de credibilidad, para que los negocios accedieran a reservar sus espacios a crédito, pues los envíos internacionales de dinero eran lentos y costosos.
La posibilidad de reservar hoy y pagar después se mantuvo durante décadas, a pesar de los cambios en la industria. Fue finalmente la quiebra del gigante Thomas Cook (2019) la que llevó a hoteles y aerolíneas a exigir pagos por adelantado a las agencias de viajes y terminó de transformar el negocio.
Pero la quiebra del mayorista inglés fue consecuencia de transformaciones previas: los usuarios compraban sus tiquetes aéreos directamente, las aerolíneas dejaron de pagar comisiones a las agencias hace años, las cadenas hoteleras abrieron páginas en Internet con opción para reserva directa, los destinos turísticos armaron guías de visita y opciones de actividades disponibles en línea y así los teléfonos inteligentes de pocos milímetros de grosor redujeron el libro de contactos al ridículo.
Armando González Herrero, profesor de administración de empresas en Lead University, consideró que en el turismo confluyen cambios de otras áreas y obligan a transformar prácticas.
“En la era de la digitalización, la información de opciones de viaje es cada vez más amigable para el usuario y accesible, pues la población está cada vez más digitalizada. Por otra parte, el sector financiero también ofrece cada vez más opciones de préstamos de consumo, que los usuarios podrán aplicar a viajes. Desde esta óptica, los clubes de viajes se están viendo presionados en ambas vías, y su continuidad está en cuestión”, comentó González.
A pesar de que aún quedan consumidores que desconfían de la tecnología, o no se mueven con tanta facilidad entre las nuevas plataformas, el papel de las agencias como asesoras hoy se ve amenazado tanto por buscadores de precios bajos como por otros fenómenos, como los viajeros expertos. En Costa Rica, el periodista Jairo Villegas y la asesora Priscila Agüero son ejemplos de esta tendencia.
Villegas es editor en Grupo Nación y su afición por los viajes de bajo costo lo llevó a abrir un blog donde relata sus experiencias y aconseja a los viajeros que buscan ofertas. El periodista ha visitado más de 100 países, en viajes individuales, con su esposa e incluso con grupos de seguidores para los que organiza excursiones.
Así como Jairo se especializó en aprovechar oportunidades por precio, Priscila tiene un área particular de conocimiento: Disney.
Agüero sumó más de una decena de visitas a la tierra de Mickey Mouse antes de dedicarse a asesorar viajeros. Ahora cuenta con reconocimiento oficial para representar los productos de Disney y su intermediación es gratuita para el cliente, es decir, con ella se adquieren paquetes y entradas al mismo precio que en la página oficial.
Ambos consideran que las nuevas generaciones valoran más la experiencia personal de un asesor, y que esa será la norma a corto plazo.