Frankfurt.- La justicia alemana podría abrir el jueves 22 de febrero la vía para restringir la circulación de los vehículos diésel más contaminantes, una decisión temida tanto por los responsables políticos como por los fabricantes de automóviles, que han hecho todo lo posible para evitarlo.
Mientras la Comisión Europea critica a Berlín por su inacción frente a la contaminación, la Corte Administrativa Federal debe pronunciarse sobre una medida políticamente explosiva: la posibilidad de prohibir en ciertas zonas los vehículos diésel más contaminantes, responsables en gran parte de las emisiones de óxido de nitrógeno que favorecen las enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Según la Oficina Federal de Medioambiente, unas 70 ciudades alemanas presentan niveles de dióxido de nitrógeno superior al límite anual medio de 40 microgramos/m3 en 2017.
Munich, Stuttgart y Colonia son los casos más flagrantes.
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La Deutsche Umwelthilfe (DUH), una asociación de protección medioambiental, recurrió a los tribunales para obligar a decenas de localidades alemanas, entre ellas Stuttgart y Dusseldorf a tomar medidas más estrictas contra la contaminación del aire.
Los Estados regionales de Bade-Wurtemberg y de Renania del Norte-Westfalia, obligados en primera instancia a plantearse la prohibición de los autos más contaminantes en sus capitales respectivas, recurrieron entonces a la Corte Federal Administrativa, en Leipzig.
Este tribunal examinará sus demandas el jueves 22 de febrero a partir de las 10:00 GMT (4:00 hora de Costa Rica) y podría anunciar una decisión el mismo día.
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"Es una cuestión de competencia. ¿Un estado regional debe o puede actuar, o es más bien el Estado federal el que tiene que actuar?", resume Winfried Hermann, ministro de Transportes de Bade-Wurtemberg, interrogado por la AFP.
Prohibir los coches diésel en ciertas zonas es una medida muy impopular entre los automovilistas y en los sectores económicos, especialmente el de los artesanos.
Se alega que "no se pueden poner trabas a la libertad de la gente, que no se puede desposeer a los propietarios de un diésel", explica Hermann, miembro del partido ecologista que gobierna la región con los conservadores de la CDU.
La simple perspectiva de estas medidas aceleró la caída de las ventas de coches diésel en el país que inventó esta tecnología. Su parte del mercado pasó del 48% en 2015 a cerca del 39% en 2017.
La potente industria automovilística y el gobierno han hecho todo lo posible para intentar evitar una prohibición parcial que afectaría a millones de vehículos diésel de normas Euro 5 y anteriores, comercializados hasta 2015.
Berlín creó un fondo de mil millones de euros para ayudar a las ciudades a desarrollar su red de transportes públicos y su flota de vehículos eléctricos. El gobierno también formuló una propuesta, sin proyecto concreto ni presupuesto, para que los transportes públicos sean gratuitos en varias ciudades, en respuesta a las críticas de Bruselas.
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Los fabricantes alemanes (Volkswagen, Daimler, BMW) iniciaron por su parte una puesta al día de los programas (informáticos) de millones de vehículos diésel para reducir sus emisiones contaminantes. También lanzaron una serie de primas para la adquisición de autos más limpios.
Las asociaciones medioambientales y los expertos consideran sin embargo que estas medidas son insuficientes.
Las proposiciones del gobierno "son sólo una gota de agua en el mar y no impedirán las prohibiciones de circulación", estima Ferdinand Dudenhöffer, del centro de investigación del automóvil CAR, que reclama cambios profundos en los motores diésel, unas modificaciones consideradas hasta ahora como demasiado caras y complejas, según los constructores.