La justicia francesa absolvió este lunes 17 de abril al fabricante europeo Airbus y a la aerolínea Air France, por el accidente del vuelo Río-París en 2009 que causó la muerte de 228 personas, y por el que fueron juzgados por homicidios involuntarios.
Casi catorce años después de la catástrofe del vuelo AF447, el tribunal de París juzgó que, si bien las dos empresas cometieron “faltas”, no se “pudo demostrar (...) ningún vínculo causal seguro” con el accidente.
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Poco después de las 5:30 a.m. (hora Costa Rica), los familiares de las víctimas, los equipos de Air France y Airbus y periodistas llenaron la gran sala de audiencia.
El anuncio de la absolución provocó que algunas partes civiles se levantasen sorprendidas, mientras el presidente seguía su lectura sobre un silencio sepulcral.
El 1 de junio de 2009, el vuelo AF447 de Río de Janeiro a París se estrelló en plena noche cuando sobrevolaba el océano Atlántico, unas horas después de su despegue. Los 216 pasajeros y los 12 tripulantes que iban a bordo murieron.
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A bordo del avión, un A330 con matrícula F-GZCP, iban personas de 33 nacionalidades: 61 franceses, 58 brasileños y 28 alemanes, así como italianos (9), españoles (2) y un argentino, entre otros.
El accidente es el más mortífero de la historia de las compañías aéreas francesas.
Las empresas cometieron “imprudencias”
En los días posteriores al accidente se encontraron los primeros restos del avión y de los cuerpos. Pero el fuselaje no fue localizado hasta dos años después, a 3.900 metros de profundidad.
Las cajas negras confirmaron que los pilotos, desorientados por un fallo en las sondas de velocidad Pitot en medio de la noche cerca del ecuador, fueron incapaces de frenar la caída del aparato, que se produjo en menos de cinco minutos.
Las investigaciones mostraron que en los meses anteriores al accidente se habían multiplicado los incidentes de sondas similares, cuyo modelo fue reemplazado en todo el mundo tras el accidente.
El tribunal consideró que Airbus cometió “cuatro imprudencias o negligencias”, especialmente no haber reemplazado los modelos de sondas Pitot llamadas “AA”, que parecían congelarse con mayor frecuencia, en los aviones A330 y A340, y el hecho de haber “retenido información”.
Air France cometió dos “imprudencias”, relativas a las modalidades de difusión de una nota informativa dirigida a sus pilotos sobre los fallos de las sondas.
No obstante, según el tribunal, en el ámbito penal "una relación de causalidad probable no es suficiente para tipificar un delito. En este caso, al tratarse de faltas, no se pudo demostrar ningún vínculo causal con el accidente".
Durante el proceso, que tuvo lugar del 10 de octubre al 8 de diciembre, el tribunal escuchó a expertos, gendarmes, pilotos, autoridades del control aéreo y a familiares de las víctimas, e intentó entender las reacciones de la tripulación en la cabina de mando, así como la peligrosidad de los fallos de las sondas.
Catorce años de procedimiento
El veredicto creó una gran expectativa, tras un procedimiento maratoniano marcado por apreciaciones encontradas de los magistrados.
Aunque los jueces de instrucción sobreseyeron el caso en 2019, los familiares de las víctimas y los sindicatos de pilotos recurrieron y, en mayo de 2021, la justicia envió a juicio a ambas empresas por homicidios involuntarios.
Al final del proceso, la Fiscalía solicitó que ambas compañías fueran absueltas, al considerar que era "imposible demostrar" su culpabilidad.
Una requisitoria "que las partes civiles no aceptaron" ya que cargaba "exclusivamente contra los pilotos, en favor de dos multinacionales", había criticado Danièle Lamy, presidenta de la asociación Entraide et Solidarité AF447, que representa a los familiares de las víctimas.
Durante todo el juicio, los representantes de Airbus y de Air France defendieron que las empresas no cometieron ninguna falta penal.
Sus abogados consideraron que la absolución era una “decisión humanamente difícil pero técnica y jurídicamente justificada”, según el consejo de Airbus.