El sector de cines de Costa Rica reactivó su negocio el 10 de setiembre, después del cierre comercial que dictó el Gobierno como respuesta a los primeros casos locales de la pandemia por COVID-19. Las salas han enfrentado desafíos logísticos, de coyuntura e incluso climáticos, pero lograron marcar una tendencia: cada semana más personas van al cine.
Los cines comenzaron a abrir, pero algunos complejos se mantienen cerrados, esperando que la mejora en la asistencia se generalice. Las expectativas están puestas en la temporada de Navidad y vacaciones, que comenzará en diciembre, cuando esperan la llegada de filmes como Croods 2 y Wonder Woman.
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Luis Carcheri, presidente de la Cámara de Distribuidores y Exhibidores Cinematográficos de Costa Rica (Cadec), comentó que la operación del sector se ha visto afectada por alguna externalidad todas las semanas: efectos indirectos de huracanes y bloqueos han desincentivado el movimiento de los consumidores. Sin embargo, incluso en los momentos altos de las manifestaciones violentas, la variación semanal de asistencia ha sido positiva. (Vea: Más cada semana)
“Cuando las cosas se calmaban, los sábados y domingos, remontaba la asistencia a los cines y semana a semana ha venido subiendo”, aseguró.
En estas semanas, los cines lograron aforos completos, para los porcentajes permitidos, en dos ocasiones: con las películas Tenet y Trolls 2.
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En grupo
Carcheri explicó que contar con una cámara que representa al sector ha facilitado el intercambio con el Gobierno: la información fluye, las medidas sanitarias se cumplen y las peticiones del grupo empresarial llegan como una propuesta grupal sólida.
Así consiguieron que se ajustaran las reglas de aforo en las salas y también esperan que esa organización les permita una nueva conquista a corto plazo: la flexibilización en la restricción sanitaria, para activar las tandas nocturnas.
“El aforo, en principio, podía ser hasta 50%, pero el límite real era el distanciamiento de 1,8 metros. Eso hacía que las salas pudieran trabajar en realidad con entre el 20% y el 30% de su capacidad. Nosotros habíamos pedido al Ministerio de Salud dos ajustes que necesitábamos: el primero fue que el aforo efectivamente pudiera subir al 50%. Esto se logró hace tres semanas. Casi todos los cines lo están logrando, y los que no es por una letra menuda que puso el Ministerio, de que se podía el 50% siempre que el distanciamiento no sea menor a 1,5 m. Con ese requisito la mayoría de las salas pueden habilitar el 50% de capacidad”, relató Carcheri.
La segunda solicitud a las autoridades es el tema de la restricción: un horario que permita habilitar tandas nocturnas (después de las 6 p.m. y antes de las 8 p.m.) sábados y domingos.
“Actualmente, debido a la restricción horaria, en realidad no podríamos tener más que funciones hasta las 6 p.m., porque hay que dar suficiente tiempo al público para que llegue a su casa. Estamos esperando que llegue ese momento en que podamos contar con esas funciones tan importantes”, enfatizó el vocero de Cadec, quien opinó que las tandas de 9 p.m. pueden esperar a una tercera etapa, y que el proceso gradual es correcto para todos.
Sin embargo, con la restricción sanitaria el panorama es poco alentador. Apenas el 9 de noviembre, el ministro de Comunicación, Agustín Castro, afirmó que la restricción vehicular sanitaria sigue vigente e incluso la caracterizó como “una de las herramientas más importantes para combatir una pandemia que no se ha acabado”.
Las declaraciones de Castro se dieron durante una conferencia de actualización de datos sobre la pandemia y correspondían a la resolución del Tribunal Contencioso Administrativo que dejaba sin efecto dos de los decretos relacionados con la restricción. El Poder Ejecutivo interpretó que la posición del Tribunal se refería a condiciones que ya se habían modificado y, por lo tanto, las limitaciones actuales se mantienen.
Para noviembre, la restricción vehicular sanitaria permite la circulación de todas las placas los fines de semana, en horario de 5 a.m. a 9 p.m.
Transformación
El cine estuvo desde el principio de la crisis en las listas de actividades con riesgo moderado y alto, pero los empresarios del sector afirman que esas evaluaciones respondían a cómo se desarrollaba la actividad antes de la pandemia, que está lejos de las condiciones actuales. El público, temeroso al principio, parece entender esta variación.
Carcheri aseguró que las posibilidades de contagio que se habían atribuido a los cines eran “asumiendo el escenario de un estreno de La Guerra de las Galaxias”, con salas al 100%, filas hombro con hombro y espacios comunes llenos.
“Los cines reabrieron en condiciones totalmente distintas a las que analizaban esas encuestas”, puntualizó Carcheri.
El empresario afirmó que nada de eso sería posible con los protocolos estandarizados que aplica el sector, donde se incluye la toma de temperatura, pediluvios, la disponibilidad de alcohol en gel para limpieza de manos antes del ingreso a salas, protocolos de salida y, por supuesto, el distanciamiento.
La agrupación aseguró que en esta coyuntura la sostenibilidad de su negocio depende de tres componentes:
-Convencer al público de que ir al cine es seguro.
-La llegada de material más fuerte de las grandes casas productoras (que sería consecuencia del aumento en la afluencia).
-Y el acceso a financiamiento para compensar la caída de la liquidez
Carcheri confía en que el aumento de público seguirá y dará pie a la llegada de mayores atracciones a las pantallas. El sector esperará sus resultados de diciembre para valorar una solicitud conjunta de condiciones de acceso diferenciado a financiamiento, pues ya en abril las pérdidas superaban los ¢3.000 millones.
En el país hay unas 160 salas de cine, que generan más de mil empleos directos. ¿Es sostenible el sector en estas condiciones? Los miembros de Cadec confían en tener una respuesta en diciembre: la reacción del público en temporada alta será clave.
Hasta ahora, los empresarios e intermediarios consideran que el negocio va avanzando en la reconquista del público. Ahora esperan que las políticas inspiren confianza a consumidores y a los estudios, y que la sociedad trabaje en equipo para contener el contagio y evitar otra ola de cierres, como las que se están dando en Europa.