La discusión de si se lee más hoy que ayer o si se lee poco y menos o más que antes siempre estará abierta y sin conclusiones absolutas.
Los datos muestran que la industria enfrenta diferentes ciclos y que se pueden observar tendencias a mediano o largo plazo.
Este 23 de abril es el Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor, que se realiza en recuerdo de la muerte un 23 de abril de 1616 de los escritores Miguel de Cervantes y William Shakespeare.

En la actualidad, a nivel global y local, la inteligencia artificial está influyendo en la creación y distribución de contenidos literarios, incluyendo audiolibros y podcasts. Asimismo, las redes sociales, incluyendo Instagram y Tik Tok, se están convirtiendo en plataformas de promoción.
Hace un año, el sector apuntó las condiciones en Costa Rica favorecen el crecimiento de la lectura y la circulación de libros, tanto nacionales como importados: nivel académico de la población, infraestructura comercial e industrial, las nuevas tecnologías de edición, impresión y promoción, la red vial del país y las telecomunicaciones.
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Un informe de GfK Entertainment y Nielsen BookData de octubre de 2024 llamó la atención sobre el aumento de las ventas en 14 de los 16 países incluidos en el reporte, con un 18% promedio, y de las ventas de los libros infantiles y juveniles.
El informe también destacó el buen desempeño de los mercados de habla hispana y portuguesa, así como de los géneros de crimen, suspense ciencia ficción, fantasía, y de las novelas románticas, en medio de un lento incremento de los precios.

Veamos algunos datos.
1. Publicación local
Según la Agencia ISBN, en 2018 se publicaron y registraron en el Sistema Nacional de Bibliotecas un total de 2.149 obras; para el 2023 hubo un ligero descenso, pero en 2024 la actividad se recuperó con un total de 2.194 obras.
2. Por sectores
Hace siete años, según el historiador Iván Molina, la mitad de las publicaciones fueron producidas por unas 49 editoriales privadas identificadas (tres cuartas partes de las publicaciones privadas fueron impresas).
El resto fue producido por editoriales estatales (en especial las universidades, la Editorial Costa Rica y el Ministerio de Educación) y, en menor medida, por 40 entidades, asociaciones, sindicatos o fundaciones internacionales (con predominio de las publicaciones electrónicas).
3. Empresas del sector
De acuerdo a los datos de patronos inscritos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) esta es la evolución de la cantidad de empresas por actividad entre 2023 y 2024:
—Librerías: pasaron de 205 a 200.
—Edición de libros, folletos, partituras y otras publicaciones: de 18 a 14.
—Actividades de impresión: de 285 a 282.
—Actividades de servicios relacionadas con la impresión: de 53 a 51.
—Otras actividades de edición: de 17 a 15.
4. Importación de libros
La importación de libros (incluyendo de enseñanza, contabilidad, folletos e impresos similares) fue de $32,2 millones en 2015 y de casi $40,9 millones en 2024, para un incremento del 27% entre un año y otro.
Entre 2015 y 2018 se mantuvo en el rango de los $30 millones a $32 millones, mientras que bajó en los años 2019 a 2021 para volver a recuperarse en 2022, año desde el cual se mantuvo entre $40 millones y $42 millones.
Todo indica que podría estar ocurriendo un freno en la importación de libros desde el 2024. Sin embargo, en el primer trimestre del 2024 el total importado fue de $9,6 millones y en enero y febrero (últimos meses con datos disponibles) de 2025 se sumaron casi $7 millones.
5. Lectura
En Costa Rica existe una actitud positiva hacia la lectura: 88% de los encuestados dicen estar en desacuerdo con la afirmación de que la lectura es una pérdida de tiempo y 51% dijo estar de acuerdo con que le gusta hablar de libros con otras personas, según la Encuesta de Actualidades 2022 de la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica.
La mayoría lee para buscar información que requiere (51%) o cuando lo tiene que hacer (55%), mientras que el 61% dijo haber leído al menos un libro.
El promedio fue de 4,6 libros por año. La conclusión de la investigación es que la actitud positiva hacia la lectura “no se traduce en un hábito de lectura prevalente en la población”.