El comunicador costarricense Fabio Víquez define a ‘Colmena Lab’ —la empresa que lidera junto a la ecuatoriana Violeta Sánchez— como una “empresa de impacto social” más que una agencia de comunicación.
Sus labores, si bien son las que tradicionalmente se asocian a estas agencias —con comunicación estratégica, relaciones públicas, producción audiovisual, marketing digital y de redes sociales— difieren en el enfoque tradicional, pues se centran en “generar impactos sociales y ambientales positivos” únicamente en proyectos relacionados a cambio climático, derechos humanos y pueblos indígenas, entre otros.
La colmena nació en 2018 y con ese enfoque ya ha trabajado con clientes de la talla de Amnistía Internacional y de la Agencia de cooperación Alemana para el Desarrollo (GIZ), con proyectos que se extienden por Latinoamérica y hasta Europa.
Conversamos con Víquez y con Sánchez para conocer más sobre cómo han hecho sostenible a este modelo.
Idealistas y empresarios
Víquez y Sánchez tienen más de una década trabajando en proyectos y causas sociales con ONGs, gobiernos y empresas.
Así fue como se conocieron, en el 2015, trabajando juntos rumbo a la COP21 y a la firma los Acuerdos de París, y así fue como surgió ‘Colmena Lab’ luego de que se fueran “dando cuenta de que existía esta necesidad en las organizaciones de Latinoamérica de tener a acceso a herramientas sofisticadas de comunicación”.
Según indicó Sánchez en una entrevista con ‘EF’, “empezamos a armar esta ‘startup’ con el objetivo de que se enfocara en llevar las mejores prácticas de comunicación a las organizaciones de la sociedad civil, indígenas, de comunidades locales y a movimientos sociales, pues esas organizaciones suelen tener un poco restringida la oportunidad de utilizar estas herramientas que les ayudan mucho con su incidencia mediática y política. De ahí surgió ‘Colmena Lab’: una empresa que brinda estos servicios de forma asequible y sin perder la especificidad y el ADN”.
“El nuestro es un modelo de negocio innovador, diferente: no es como lo tradicional que hace una ONG, ni el creativo que hace una agencia. Nosotros lo que buscamos es unir a los dos mundos para tratar de, por un lado, mantener el idealismo que tiene una ONG, pero al mismo tiempo mantener las capacidades que tiene una startup y darle organización y resultados a los proyectos”, agregó Víquez.
Colmena Lab trabaja de forma 100% remota y con un equipo internacional que opera con una cartera proyectos que si bien son principalmente latinoamericanos, han llegado a organizaciones como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con sede en Suiza.
Según el costarricense, estos clientes se consiguen como “emprendedores a puño pelado: buscando licitaciones internacionales, no importa el país, siempre y cuando se ajuste a nuestro enfoque. Nosotros vamos a los concursos abiertos y nos damos a conocer a través de aliados y networking y así es como hemos conseguido proyectos internacionales buenos”.
Para Víquez, si bien su empresa está llena de “idealistas“, la clave en este negocio ha sido ”pensar como empresarios” para sacar adelante no solo a la agencia, si no también los objetivos de las organizaciones con las que trabajan:
“Nosotros invertimos en capacitaciones y en un montón de herramientas tecnológicas y también hemos ido afinando el colmillo para ver qué requiere cada organización y así lograr que el proyecto sea exitoso. Claro que trabajamos con un montón de indicadores tradicionales pero como nosotros no somos un prestador de servicio que llega, te vende y se va, nuestra estrategia se ha enfocado en crear alianzas con partners, en posicionamiento de objetivos políticos y de incidencia y por eso cada proyecto tiene sus propios parámetros”, indicó.
Por ejemplo, uno de los ejes de acción es el de educar a las organizaciones en estrategias de comunicación y en herramientas de generación de contenido para que los proyectos sigan avanzando más allá de los contratos.
Según Sánchez, esto es útil debido a que “sabemos que no todas las ONGs tienen un diseñador o una persona específica para video y por eso les damos herramientas que ellos puedan utilizar a lo largo del tiempo, sin la necesidad de tener un profesional específico para eso”.
Eso fue lo que hicieron con Amnistía Internacional América, en el marco de un proyecto sobre la demanda que nueve jóvenes activistas interpusieron en Ecuador en contra de los mecheros petroleros en ese país y que operaban en los barrios de los accionantes.
La justicia falló a favor de los menores en 2021 y “ahora el reto es que el Estado cumpla la sentencia legal que ordena eliminar los mecheros que están alrededor de sus casas”, contó Sánchez:
“Para ello, el requerimiento de la organización era que las activistas pudieran crear su propio contenido, que pudieran convertirse en voceras y que aprendieran a manejar herramientas de diseño, así que ahora tenemos a niñas cuyas edades van desde los 11 y hasta los 18 años, produciendo contenido con facilidad, sin perder la profesionalidad y su impacto político”.
Quienes deseen conocer más sobre esta empresa pueden ingresar a su página web y redes sociales.