LONDRES, Project Syndicate – Parece que la tendencia bajista de la bolsa estadounidense no se detiene: este año, el índice Dow Jones y el S&P 500 han bajado un 4% y un 6%, respectivamente. Y esta es sólo una de las muchas señales por las que cualquier directivo de empresa, inversor o funcionario sensato debería empezar a prepararse para una desaceleración económica o incluso recesión en Estados Unidos.
La primera señal de que puede ser inminente dicha desaceleración es la pérdida de confianza de los consumidores. El índice que elabora la Universidad de Michigan cayó de 71,7 en enero a 64,7 el mes pasado, el nivel más bajo desde noviembre de 2023. Asimismo, el índice de confianza de los consumidores de The Conference Board descendió en febrero hasta 98,3, una caída de siete puntos. Y el hecho más inquietante es que su índice de expectativas, que refleja la visión a corto plazo de los consumidores en cuanto a ingresos, actividad económica y condiciones del mercado laboral, cayó 9,3 puntos, hasta 72,9. Cualquier valor inferior a 80 suele indicar que se avecina una recesión.
La segunda señal preocupante para la economía estadounidense es el deterioro de las perspectivas del sector fabril. El índice del Institute for Supply Management cayó de 50,9 puntos en enero a 50,3 el mes pasado, por debajo de las expectativas del mercado de 50,5 puntos. Uno de los principales motivos fue la disminución (tras tres meses de crecimiento) de la cantidad de pedidos nuevos, debida en parte a la incertidumbre por los aranceles estadounidenses.
Igual de sombrías son las cifras de contratación, que junto con los tipos de interés, están entre los indicadores más seguidos por el mercado. En febrero, la creación total de empleo no agrícola llegó a 151.000 puestos, lo que no sólo no cumplió las expectativas (159.000), sino que también se situó muy por debajo de la media mensual de los doce meses anteriores (168.000). A este ritmo, la creación de empleo puede resultar insuficiente para sostener un crecimiento sólido en Estados Unidos en 2025, que los pronósticos del Fondo Monetario Internacional hoy ubican en 2,7%.
Un cuarto indicio de que Estados Unidos se encamina hacia una recesión es que la media de horas semanales trabajadas cayó a su nivel más bajo en cinco años (34,1 horas) en enero y se mantuvo sin cambios en febrero. Esto se condice con una tendencia más larga, que muestra una firme disminución de las horas semanales trabajadas, desde un máximo pospandémico de 35 horas registrado en abril de 2021.
La quinta señal ominosa es la tasa de renuncias, que cayó del 2% en octubre de 2024 al 1,9% en noviembre y diciembre. Aunque subió al 2,1% en enero de 2025, muestra en general una disminución desde la Gran Renuncia de 2022, cuando alcanzó un máximo del 3%. Esto es indicio de que los trabajadores están preocupados por las perspectivas económicas.
Además de estas variables macroeconómicas, hay una serie de señales del mercado que también apuntan a una recesión. Los bonos del Tesoro estadounidense a diez años empezaron el año con un rendimiento cercano al 4,57%, pero hace poco este se hundió a 4,16%. Esto representa una huida hacia la seguridad, en la que los inversores prefieren ingresos garantizados a invertir en activos de riesgo, que darían peores resultados en un entorno recesivo.
Otra señal de pérdida de apetito de riesgo es la retirada de los inversores hacia el oro, cuyo precio ha subido un 40% desde principios de 2024, un 13% sólo en los últimos seis meses, y va camino de alcanzar la cifra inédita de 3000 dólares por onza troy a fines de 2025. Aunque esta tendencia se debe en parte a la reconstitución de reservas de oro de los bancos centrales, también influye la preferencia de los inversores comunes por activos de bajo riesgo. Los fondos bursátiles con respaldo en oro registraron en enero un flujo ingresante mundial neto igual a $3000 millones, con lo que su total de activos gestionados alcanzó un nuevo récord de $294.000 millones al terminar el mes.
Además, las opciones de venta o put (una forma de protección contra pérdidas) se están encareciendo. Los actores de mercado determinan el precio de las opciones de venta sobre la base de indicadores de volatilidad, por ejemplo la volatilidad implícita a tres meses del S&P 500, que en los últimos tiempos ha mostrado un aumento, aunque manteniéndose dentro de un nivel “normal“. Al mismo tiempo, los diferenciales de crédito (por ejemplo el CDX de alto rendimiento a cinco años) están creciendo, conforme los inversores cotizan el aumento de riesgo de impago de bonos o préstamos.

El gasto en viajes refleja la confianza de los consumidores y de las empresas y sigue la actividad económica general, de modo que los pronósticos de las aerolíneas pueden dar indicios de la marcha de la economía. Y un anuncio reciente de Delta Air Lines envió una señal decididamente negativa: citando como motivo la incertidumbre macroeconómica, la compañía recortó a menos de la mitad sus expectativas de crecimiento de los ingresos para el primer trimestre, de un máximo del 9% a un máximo del 4%. Otras aerolíneas estadounidenses (por ejemplo Southwest y American) se sumaron enseguida con pronósticos pesimistas propios.
Una última señal de posibles problemas para la economía estadounidense es el modelo GDPNow del Banco de la Reserva Federal de Atlanta, que prevé un 2,4% de caída del PIB durante el primer trimestre. Puede que sea exagerado: por ahora, una contracción en el primer trimestre parece improbable. Pero hay buenos motivos para pensar que el crecimiento será muy inferior al 2,5% de los últimos años.
Una recesión implica dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PIB, de modo que Estados Unidos podría entrar en recesión en el segundo o tercer trimestre de 2025. Los economistas y comentaristas financieros ya están revisando sus pronósticos. El ex secretario del Tesoro estadounidense Lawrence H. Summers ahora sitúa las probabilidades de recesión para este año en un 50%.
Pero las recesiones no son todas iguales. En el caso de Estados Unidos, la magnitud y la duración de una recesión dependerán en gran medida de factores que por el momento son impredecibles, en particular los aranceles y la geopolítica.
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Traducción: Esteban Flamini
Dambisa Moyo, especialista en economía internacional, es autora de cuatro libros incluidos en la lista de superéxitos del New York Times, entre ellos Edge of Chaos: Why Democracy Is Failing to Deliver Economic Growth – and How to Fix It (Basic Books, 2018).