Trabajar en Mónaco no es fácil, debido al precio de los alquileres y los problemas de transporte, pero los salarios y la cobertura social son atractivos y el principado pregona que sus empresas están contratando.
A fines de 2023, más de 64.000 personas trabajaban en esta localidad de 2 km2 y 39.000 habitantes, un aumento de más de 5% en un año y de 10% desde 2019, según el Instituto Monegasco de Estadístico y Estudios Económicos (IMSEE).
Los monegascos son una ínfima minoría, menos de 2% en el sector privado y apenas una cuarta parte en la función pública. En Mónaco, los asalariados suelen ser franceses (61%) o italianos (15%), además de portugueses, rumanos, británicos, filipinos y otros.
Solamente 11% viven en el principado, donde los precios habitacionales son los más altos del mundo. Los otros se desplazan a diario desde Francia (80%), y no siempre de las comunidades limítrofes, también muy caras, o de Italia (8%).
Soportan atascos o trenes abarrotados y pocas veces puntuales en las horas punta.
Para remediarlo, se está construyendo un nuevo estacionamiento al borde de la autopista y los próximos años se ampliarán los servicios ferroviarios, pero los planes de un transbordador marítimo o de un metro entre Niza y Ventimiglia están estancados.
"Hay gente que nos abandona porque no soportan el atasco de una hora y media cada mañana", admite Philippe Ortelli, presidente de la Federación de Empresas Monegascas.
"Los altos ejecutivos se marchan a Sophia Antipolis", el parque tecnológico al otro lado de Niza.
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"El mundo laboral ha cambiado, ya no es el asalariado el que se pega a los empresarios. Nos toca a nosotros ser sexy", agregó.
Y Mónaco tiene algunos atractivos: remuneraciones netas hasta 30% superiores a las de Francia, excelente cobertura social, generosos subsidios sociales, y condiciones de jubilación "desproporcionados" frente a los países vecinos, destaca Christophe Robino, ministro de Asuntos Sociales y Salud.
Demanda laboral
En materia fiscal, los franceses están exentos de la Contribución Social General y los italianos reciben importantes desgravaciones.
Pero también persisten algunos anacronismos. Por ejemplo, algunas prestaciones sociales se pagan al "cabeza de hogar", es decir, no a las madres, incluso cuando el padre no trabaje en Mónaco.
Además, los empleadores no necesitan dar motivos para rescindir un contrato indefinido. "Eso genera presión constante sobre los salarios", afirma Olivier Cardot, secretario general de la Unión de Sindicatos de Mónaco.
Pero "el atractivo está allí", sostiene Robino. Lo demuestran los 5.000 candidatos que asistieron el viernes al segundo foro "Mónaco por el empleo", un plan lanzado como prueba en septiembre y que se convertirá en una cita anual.
Además de trabajadores temporales en la hotelería y el sector de eventos, Mónaco necesita técnicos calificados como fontaneros, electricistas, especialistas digitales, contadores y abogados.
Sam Kaveh, un iraní de 19 años radicado desde un año en Niza, busca empleo antes de reanudar sus estudios en sociología.
Se postuló a puestos en seguridad, organización de eventos y trabajo temporal. "Aquí pagan bien, ¡y es Mónaco!".
Lo mismo sucede con Cioffi Pantaleone, un cocinero italiano de 37 años de Ventimiglia. Llega en moto y trabaja en un palacio del principado desde 2017, pero ya no puede vivir con solo seis meses de salario por año y algo de subsidio al desempleo. Como no encuentra plaza en una cocina abierta todo el año, deja su currículo en todas partes.
"Jardinero, ¿por qué no? No importa en qué, pero que sea todo el año. Y en Mónaco. Mónaco es la fortuna del transfronterizo", asegura.
Loryn Zenarre-Willo, de 24 años, está terminando en Niza una maestría en finanzas. Especializada en cumplimiento bancario, la actividad que permite luchar contra el lavado de capitales, hace fila para presentarse en diferentes bancos.
Dice estar confiada: “Aquí hay demanda en ese sector. Y eso del tren atestado, francamente, vengo de la región de París...”.