La campaña para las elecciones presidenciales estadounidenses ingresa este domingo 28 de julio en sus cien días finales, profundamente trastocada por el intento de asesinato de Donald Trump y la abrupta salida del presidente Joe Biden de la carrera.
Tras semanas de luchas internas y dudas sobre la candidatura de Biden, la unidad de los demócratas detrás de la vicepresidenta Kamala Harris ha remodelado una carrera hasta ahora dominada por Trump.
“Somos los outsiders (...), eso es cierto, pero esta es una campaña popular”, dijo el sábado la nueva candidata demócrata durante un acto de recaudación de fondos en Pittsfield, Massachusetts (noreste).
Esa misma tarde, ante una multitud de simpatizantes reunidos en un estadio de hockey en Minnesota (norte), su rival republicano afirmó que “en noviembre, el pueblo estadounidense va a rechazar el extremismo loco y progresista de Kamala Harris de una manera abrumadora”.
Si bien las campañas electorales estadounidenses suelen durar casi dos años, esta de 2024 acaba de tener un nuevo inicio, lo que la convierte de hecho en la más corta de la historia moderna de Estados Unidos.
La exsenadora de 59 años y el expresidente de 78 se enfrentarán el 5 de noviembre en unas elecciones que estarán en gran medida en manos de 100.000 votantes de un puñado de estados clave, consideró el estratega republicano Matt Terrill.
Se trata de "votantes independientes e indecisos. La inflación, la inmigración, la economía y el crimen son los temas que les preocupan", afirmó Terrill en BBC News.
"Creo que el expresidente Trump lo está haciendo bastante bien en esos temas. Esta elección será un referéndum" sobre el desempeño de quienes ocupan el poder, "que son Biden y Harris. Veremos cómo se desarrolla", añadió.
El próximo momento destacado para el bando demócrata será la convención de mediados de agosto, que promete ser una gran fiesta de celebración de la nueva abanderada del partido.
Harris está despegando al influjo de una campaña de recaudación de fondos que ha batido récords en los últimos días y por una renovada movilización de la base demócrata tras el abandono de Biden.
Es una situación que contrasta fuertemente con la de apenas un mes atrás.
Un enfrentamiento sin precedentes
Acosado por las preocupaciones del electorado sobre su edad y sus capacidades físicas y mentales, Biden, de 81 años, corría con fuerte desventaja en relación a Trump.
Su pobre desempeño en el debate del 27 de junio acabó de convencer a los dirigentes demócratas que hasta entonces lo respaldaban de que era necesario cambiar de candidato.
En el campo republicano, la dinámica era la contraria.
La convención partidaria, a mediados de este mes, fue una gran demostración de fuerza y de unidad en torno a Trump, que poco antes había milagrosamente escapado a un intento de asesinato durante un mitin en Pensilvania.
La irrupción de Harris cambió en cierta manera el panorama. El vacío dejado por el abandono de Biden fue rápidamente llenado por la primera vicepresidenta negra y de origen sudasiático de Estados Unidos.
El 23 de julio, apenas dos días después de haber sido propuesta para representar al oficialismo en la contienda electoral, Harris protagonizó el mayor acto público de la campaña demócrata.
En los últimos días, logró además recaudar 120 millones de dólares, un hecho que marcó el retorno a la escena de los donantes demócratas.
El cambio de tendencia también se reflejó en los sondeos. La ventaja de Trump, que era de tres puntos frente a Biden, se redujo a la mitad.
El magnate republicano perdió a su vez otro factor de ventaja, el de la edad, al convertirse en el candidato presidencial más viejo de la historia electoral del país.
A pesar de esta evolución, los demócratas deben recorrer aún un largo camino para mejorar sus perspectivas de triunfo.
"En poco tiempo, la 'luna de miel' de Harris terminará y los votantes se centrarán una vez más en su papel como socia y copiloto de Biden", escribió en un memorando Tony Fabrizio, experto en encuestas de Trump.
El estratega oficialista James Carville dijo a su vez a MSNBC que los demócratas deberían dejar de celebrar y prepararse para la tormenta que se avecina.
Una advertencia similar fue formulada por el expresidente Barack Obama, para quien los demócratas siguen siendo “outsiders” que deben volver a ganar la confianza del electorado.