De niño quería silenciar el cáncer, enfrentarse a tumores malignos y aprender a salvar vidas. Todavía quiere.
Christian Marín es vecino de Desamparados, tiene 35 años y es fundador de una compañía emergente de dos trabajadores y un grupo de estudiantes que pretende alargar las expectativas de vida de los miles de pacientes que se diagnostican diariamente con cáncer en el mundo.
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La compañía lleva el sugestivo nombre de “Speratum”, que se interpreta como “esperanza” en latín y que pretende dar un aliento a quienes padecen uno de los tipos de cáncer más agresivos: el de páncreas.
Una enfermedad que anualmente cobra la vida de más de 330.000 personas en el mundo y a la que solo logra sobrevivir un 7,2% de los diagnosticados tras cinco años de padecimientos.
Marín, sin embargo, patentó una forma de extender sus probabilidades y porcentajes.
“Hay una molécula que todos tenemos en las células normales del páncreas y otras zonas del cuerpo que controlan un montón de elementos que normalmente causan la enfermedad” explica.
“Cuando el nivel de la molécula baja, llega a un punto donde la deficiencia es tan grande, que entonces ese tumor se vuelve superagresivo y resistente a la quimioterapia. Nosotros sintetizamos esta molécula y diseñamos una cápsula nano que permite inyectarla para que llegue a las células cancerígenas” detalla el doctor en virología molecular.
El tratamiento patentado ya da mayores resultados entre ratones sin sistema inmunológico que la propia quimioterapia.
Después de una ronda de quimioterapia, solo un 1,17% de las células cancerígenas del páncreas mueren, pero si se tratan con la molécula se logra aniquilar casi un 93,72%.
“La idea es restaurar la armonía natural de las células para que no haya que matar o evenenar todo el cuerpo para poder acabar con el cáncer”, agrega.
Camino pendiente
Mientras tanto, le falta un largo camino de trabajo.
Christian ha logrado llevar su idea a una etapa de investigación que solo consiguen alcanzar 250 de cada 10.000 proyectos.
Aún camina hacia la fase clínica (es decir, la experimentación en humanos) a la que solo llegan 5 de cada 10.000 iniciativas. De todas ellas solo una consigue salir al mercado.
En el camino, Marín mantiene su investigación mediante la aceleradora Carao Ventures, integrada por inversores ticos. Pretende seguir en el país, experimentar con otros tipos de cáncer y –desde ya– desarrolla alianzas con universidades extranjeras.
“Es muy fácil decir: ‘en Costa Rica no se puede’. Yo pensé que podíamos abrir caminos y, realmente, al final, muchas cosas sí se podían hacer aquí. Solo nos dijimos, ¿por qué no?”, explica.
Además de tiempo, también hace falta dinero. Marín estima que, en total, toda su investigación costaría casi $2 millones.
Por la cifra, el sueño de democratizar el medicamento y acercarlo a quienes tienen menos recursos sigue siendo difícil, pero no imposible y se mantiene como uno de sus propósitos.
“Si encontramos una limitación, más que evadirla, lo primero que tenemos que hacer es preguntarnos cómo la cambiamos” asegura, con el lema que parece haber aplicado desde el momento en que, cuando era niño, se le ocurrió salir a buscar una cura contra el cáncer.
En detalle
Edad: 35
Empresa: Speratum CR
Cargo o profesión: Biólogo molecular