Todos podemos expresar con qué nivel de bienestar nos movemos habitualmente y esta información viene siendo considerada cada vez más como una medida justa del progreso social de una nación.
Los sondeos en este campo constituyen valiosas herramientas para la toma de decisiones en políticas públicas, por lo que el interés en ellos se expresa, por ejemplo, en un 50% de aumento en los índices de lectura del segundo Reporte Mundial de Felicidad (2013) respecto del primero (2012).
LEA: La felicidad puede ser una estrategia de negocio para su empresa
En marzo, se dio a conocer la cuarta edición (http://worldhappiness.report/). Encabezan el ranking Dinamarca, Suiza e Islandia; Argentina ocupa el 26° lugar. En los últimos lugares están Togo, Siria y Burundi.
Como expresa Jeffrey Sachs, uno de los editores del informe 2013 de la Universidad de Columbia e integrante de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, cada vez más, los líderes mundiales destacan el valor orientativo de conocer el nivel de bienestar de la población.
Algunos, como Angela Merkel, de Alemania; Park Geun-hye, de Corea del Sur; Sheikh Mohammed bin Rashid Al Maktoum, de Dubai, o el primer ministro británico, David Cameron, ya encarnan esta preocupación.
Un estudio reciente de la Universidad Estatal de San Francisco, California, Estados Unidos, afirmaba que "la felicidad no reside en los bienes materiales que poseemos [...]; la clave está en los recuerdos almacenados, al menos en el largo plazo". De lo que se concluía, de forma algo simplista, que viajar y almacenar experiencias es una buena forma de ser más felices.
Las viejas fórmulas epicúreas de disminuir las necesidades y aumentar los medios han demostrado estar aún vigentes, pero experimentar el displacer y la frustración son condiciones indispensables para evolucionar como personas. La felicidad es un objetivo clave por alcanzar para el estado mexicano de Jalisco; en el Reino Unido llevan adelante el proyecto Bristol Ciudad Feliz, y otros ejemplos confirman una tendencia.
A pesar del escepticismo de muchos, algunas empresas, como la fabricante local de alpargatas Páez, han llegado a incorporar una "gerencia de felicidad" proponiendo también nuevos paradigmas en el área de Recursos Humanos. El argumento: pasamos casi el 70% del tiempo en el lugar de trabajo, por lo que, volverlo más motivador mejora la calidad de vida.
LEA: ¿Su empresa debería tener un gerente de felicidad?
Para cada uno de los 156 países involucrados, las mediciones contemplan como la diferencia más sustancial la sumatoria del producto bruto per cápita, la ayuda social que se dispone y la expectativa de una vida saludable, complementadas por la confianza (como ausencia de corrupción), la libertad de elección y la generosidad de los habitantes.
El reporte mide también emociones positivas, como la sonrisa, el placer, la sensación de seguridad en la noche, el buen descanso y el sentirse interesado, así como negativas, por ejemplo ira, preocupación, tristeza, depresión, estrés y dolor.
El reporte plantea que se vienen dando los primeros pasos en las mediciones de capital social como parámetro de la calidad de las relaciones interpersonales. La confianza generalizada, el buen gobierno y el apoyo mutuo en una sociedad son ingredientes fundamentales del bienestar.
Entre los beneficios colaterales, las personas felices viven más, son más productivas, ganan más y son mejores ciudadanos, y son también más proclives a ser saludables y a desarrollar lazos sociales positivos. Como contrapartida, la enfermedad mental suele ser la causa más importante de infelicidad, y afecta a un 10% de la población.
LEA: Gestión del talento requiere creatividad de las empresas
Así como surgen nuevos indicadores para medir el desarrollo, se va instalando también mayor conciencia sobre la utilidad e importancia de medir las mejoras en el nivel de bienestar y felicidad que ese desarrollo conlleva.
La mejor gestión será precisamente aquella que logre transformar la felicidad en un bien público, al alcance de la mayor cantidad posible de personas, optimizando el rendimiento de cada peso invertido en esta dirección. Un desafío para quienes hoy nos gobiernan y que condicionará nuestro futuro.