La familia ha sido y continúa siendo una de las estructuras fundamentales de la producción económica.
De acuerdo con estadísticas recientes, un 90% de las corporaciones en los países latinoamericanos son de propiedad familiar, o bien son controladas por una familia.
Sin embargo, la esperanza de vida de estas empresas no es auspiciosa. Se ha observado que menos de un 30% sobrevive durante la segunda generación, apenas un 10% sobrevive en la tercera generación y solamente un 4% lo logra hasta llegar a la cuarta generación.
Además de afrontar los cambios que ha tenido el entorno mundial a nivel filosófico, social, económico y tecnológico en la última década –como la globalización, el incremento en la competencia, la apertura comercial y el avance en las comunicaciones–, las empresas familiares tienen el reto de sobrevivir en el largo plazo y vencer otros problemas adicionales: Saber cómo enfrentar la contratación y compensación de familiares es uno de los más difíciles.
Dependiendo del enfoque de la empresa familiar, se tiende a dar la bienvenida a todos sus miembros y se crean empleos o se asignan posiciones dentro de la empresa sin evaluar su aptitud y necesidad, cuando lo que debe prevalecer es la generación de oportunidades tanto para los miembros de la familia como para externos y de acuerdo con las necesidades del negocio.
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En cuanto a la compensación y evaluación del desempeño de los miembros de la familia dentro del negocio familiar, también existen complejidades.
En muchos casos se aplica la regla que para todos los miembros de una misma generación familiar o accionistas hay igualdad en el pago, independientemente del puesto que ocupe y sus habilidades, con el fin de evitar problemas entre los miembros de la familia.
Esto conlleva a serios problemas de desempeño y toma de decisiones dentro de la compañía y conflictos en la familia cuando la incompetencia de aquellos con bajo desempeño desmotiva a aquellos que demuestran desempeñarse correctamente.
También se dan casos en donde la personalidad de los miembros de la familia imposibilita la opción de trabajar de manera armoniosa y eficiente en el negocio familiar. Esta situación da lugar a serios problemas que se reflejan en el desempeño del negocio y en la armonía familiar.
En algunos casos, se toma la decisión de poner en marcha la regla de que ningún miembro de la familia labora dentro de la empresa familiar y se delega la administración a externos. Este, sin embargo, no es siempre el mejor resultado pues los negocios familiares tienen potencialmente muy buenos recursos humanos que en ese caso se desperdician.
Los dividendos
La política de dividendos es otro tema de discusión y está directamente vinculado con el enfoque del negocio familiar.
Hay dos opciones: los dividendos son estables independientemente del nivel de utilidades que genere el negocio, y si su monto o porcentaje definido no está relacionado con el nivel de rentabilidad del negocio, lo que puede limitar seriamente las posibilidades de crecimiento. O bien, se tiende a no dar dividendos para reinvertir en el crecimiento del negocio, generando molestia en los accionistas, especialmente en aquellos que no laboran en la empresa familiar.
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Al final la clave está en desarrollar un proceso de planificación del negocio familiar, que aunque complejo es esencial para evitar el fracaso. Para realizarlo, es necesario contar con el compromiso de todos los miembros de la familia que participan en el proceso, y la disciplina de reuniones de trabajo donde se discutan y definan las diferentes reglas a establecer en torno al negocio familiar.
Tener un plan de negocio familiar claro y en el que todos estén comprometidos es lo que permite el mejor desempeño de la empresa y el menor desgaste de la familia.