Un movimiento inusual alertó a los encargados de redes sociales de Havells Sylvania Costa Rica el 5 de marzo pasado: su publicación sobre “Frutería don Bolívar” se viralizó en pocos minutos y llegó a clientes, empresas y medios de comunicación.
Fue un acto solidario con sus vecinos el que puso a la empresa en boca de miles de clientes potenciales.
Este es un ejemplo de los beneficios de la responsabilidad social empresarial en la comunidad: detectar un problema y resolverlo aunque no genere ganancias económicas, sino buscando un impacto social positivo.
Estas acciones se diferencian de la filantropía “debido a que lo que se hace por la comunidad es recibido de vuelta en ganancias intangibles, como la reputación y la licencia para operar”, explica Aitor Llodio, director ejecutivo de la iniciativa de Alianzas Público Privadas en Responsabilidad Social (Aliarse).
Además, “en países con mayores prácticas de RSE, ya el consumidor tiende a elegir entre dos marcas, a aquella que la sabe comprometida con este tipo de tareas. Aquí todavía esto no está tan arraigado, pero es una tendencia que irá creciendo”, asegura Marcelo Burman, presidente de la ONG Bnai Brith Costa Rica, organizadora del Día de las Buenas Acciones.
Empresas como Bridgestone, Globeleq Mesoamérica Energy, Grupo Nación y el Deportivo Saprissa son conocidas por tener políticas de trabajo voluntario en sus comunidades.
En el caso de Sylvania, diferentes departamentos trabajaron para dotar a una pareja de fruteros con los implementos adecuados para su trabajo. Durante el proceso, el gerente, Tiago Pereira, intentó involucrar a otras empresas, con el fin de convertir la idea en un proyecto solidario compartido, sin éxito.
Sin embargo, una vez expuesto el resultado en redes sociales, estas organizaciones sí reconocieron que la mejora es relevante para la zona y levanta la moral de la comunidad.
“El compromiso por el entorno va mucho más lejos que una donación (importante también por supuesto), porque tiene que ver con una idea de sostenibilidad de largo plazo. El trabajo de las empresas, siempre preocupadas por hacer un mejor producto o servicio, y aumentar su rentabilidad, se debe complementar con el compromiso con la sociedad que la rodea, con la comunidad a la que sirve. Solo esto hará que los modelos económicos y sociales permanezcan en el tiempo”, subraya Burman.
Además, los proyectos de RSE pertinentes y que se comunican estratégicamente a los colaboradores, generan arraigo y mejoran el clima organizacional.
Beneficios reales
La imagen y el prestigio de una empresa comprometida con su comunidad reciben mejoras inmediatas, que aumentan el valor de la empresa como marca.
Además, aportar a la eliminación de situaciones de riesgo también se refleja en los resultados de negocio.
“Si las empresas crean un entorno de desarrollo y seguro, esto contribuye a que sus operaciones sean más seguras y a que la capacidad de adquisición por parte de la sociedad en general sea mayor, beneficiando directamente el negocio de manera tangible a nivel monetario”, asegura Llodio.
También hacen a la operación más visible ante los inversionistas internacionales sensibles en temas de responsabilidad.
Ser empresa solidaria crea relaciones ganar-ganar.