Más allá de las metas de ventas o de crecimiento, y por encima de los valores y las tradicionales misión y visión, las empresas pueden encontrar otra herramienta para guiar su operación: el propósito superior.
Aunque es un concepto conocido y que se puede abordar desde diferentes filosofías empresariales, su relevancia aumentó con la llegada del movimiento capitalismo consciente y su propuesta para reinventar los negocios desde las bases de cada operación.
En el país, uno de los pioneros en la búsqueda del propósito empresarial es Ramón Mendiola, quien lideró a Florida Ice and Farm Company (Fifco) en la búsqueda del propósito desde el 2014.
Se trata de un proceso mediado por consultores, que permite un análisis de la identidad de la empresa, para acuñar una frase coherente y convertirla en la luz guía de todas las operaciones del negocio.
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Es una idea abierta pero clara, que ayuda a alinear el trabajo de todos los departamentos y a dar sentido y trascendencia a las tareas. Por ejemplo, en el caso de Fifco el propósito es “compartimos con el mundo una mejor forma de vivir”.
¿Para qué existe su empresa?
El fundador del concepto detrás del capitalismo consciente, Raj Sisodia, mencionó a EF que el propósito no se crea, se encuentra.
“Todas las empresas pueden hacerlo, incluso las de la industria tabacalera, que están entre las más retadoras. Ellos pueden preguntarse por qué la gente fuma, que es para reducir el estrés y sentirse más relajados. Esas son necesidades importantes y el reto es cómo hacer esto de una manera que además sea saludable: si dedican su presupuesto de innovación e investigación a responder esa pregunta, lo logran. Puedo imaginar un escenario en el que no piensen en sí mismos como empresas tabacaleras sino como negocios para la relajación y beneficio de las personas”, explica Sisodia.
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La clave del proceso está en seleccionar asesores experimentados, con un marco filosófico claro y con quienes usted y su empresa experimenten empatía y química, pues esto les permitirá provocar los cambios necesarios.
María Antonieta Chaverri, consultora de Metta, Empresas con Propósito, y una de las fundadoras del capítulo de Capitalismo Consciente en Costa Rica, explica que el proceso de definición del propósito debe comenzar con el nivel más alto de liderazgo.
“De ahí en adelante, los criterios de quienes deben participar difieren entre autores y consultores, aunque la mayoría coincide en que debe haber consulta interna”, asegura.
Esta consulta consiste en involucrar personal clave de diferentes áreas y niveles, incluso externos a la operación ( stake holders ) para incorporar sus puntos de vista en la reflexión, debido a que luego serán claves para la implementación del concepto en la práctica.
Alineamiento posterior
Para el proceso dentro de Fifco, el grupo de trabajo contó con 16 personas, con la base del Comité Ejecutivo pero con representación de otras áreas.
“Buscamos un alineamiento entre nuestra estrategia de triple utilidad, nuestra historia, nuestra marca hasta llegar a la esencia de lo que hace verdaderamente especial a Fifco”, relata Gisela Sánchez, directora de relaciones corporativas de la empresa.
Una vez definido el propósito, siguió un proceso de ajuste de valores y modelo de liderazgo, para que este grupo tuviera las herramientas necesarias y lograra inspirar a otros.
“Como parte del proceso, propiciamos espacios de escucha de nuestros colaboradores, dando la oportunidad de identificar qué podíamos hacer mejor en las diferentes áreas; (de estos espacios) se desencadenaron varios proyectos claves”, afirma Sánchez.
Chaverri asegura que ese alineamiento de filosofía, estrategias y prácticas de negocio es fundamental en el ejercicio de coherencia que exige el propósito.
“Para realizar ese alineamiento –afirma– se requiere de un análisis de brechas que demanda consulta con los diferentes stakeholders . Con la identificación de brechas se puede priorizar los pasos siguientes. Las brechas más comunes se dan en prácticas de liderazgo, gestión de desempeño, políticas y prácticas comerciales, de negocios y manejo de personal”.
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El proceso queda abierto y en evolución, para asegurar la vigencia de las ideas y su adaptabilidad en los entornos siempre cambiantes de los negocios.