Las empresas buscan la agilidad cada vez más, ya que el ser ágil es una necesidad en la realidad actual, que cambia constantemente.
Más que metodologías, debemos pensar en que la agilidad es una filosofía y una forma de gestión que implica cambios en la cultura y en comportamientos para que las metodologías sean realmente útiles.
Este tema se empezó a explorar desde la década de 1990, y en el 2001 se emitió el Manifiesto Ágil con 12 principios, pensados inicialmente para software. Sin embargo, se han expandido a todo tipo de industrias.
Estos principios tienen que ver con cuatro pilares que es importante considerar y trabajar cuando de agilidad se trata:
Equipos empoderados: La autogestión es fundamental, el equipo sabe lo que tiene que hacer, están motivados y hay confianza en la ejecución. El exceso de jerarquías vuelve las organizaciones lentas.
Priorizar las tareas: La satisfacción del cliente es la base de todo y con base en esto se prioriza. Se hacen entregas por semanas en lugar de esperar todo el proyecto y esto permite reaccionar a los nuevos requisitos del cliente y estar abierto a los cambios.
Gestionar la colaboración: Se promueve el trabajo cercano, las conversaciones cara a cara con el equipo y con los clientes. Los líderes están cerca de los equipos, donde suceden las cosas.
Ciclos de aprendizaje: El hacer entregas en ciclos cortos, permite aprender rápidamente y hacer ajustes. Se debe medir el progreso y la principal métrica es que el cliente tenga su producto o servicio funcionando.
Como elemento transversal y fundamental, está la simplicidad. Se trata de reducir la complejidad pero no la calidad.
Los líderes tienen un gran impacto en la agilidad de las organizaciones y en hacerla realidad, para que no sea una moda.
Implica confianza, apertura al cambio, enfocarse en lo importante y no solo en lo urgente y aprender para continuar. Esto tiene que ver con cultura, la cual es el catalizador para que cualquier metodología funcione y se incorpore de manera natural.