Lo más probable es que en algún momento de nuestras vidas, un ligero descuido haya originado algo de desorden, el cual, a su vez, haya ocasionado la pérdida de algún objeto, documento o hacernos olvidar una llamada o tarea importante.
Durante la adolescencia, o incluso durante el principio de la adultez, nuestro desorden quizás no nos haya ocasionado ningún problema, pero en el lugar de trabajo puede llegar a convertirse en un hábito dañino y es necesario que sea corregido cuanto antes para evitar consecuencias lamentables que podrían traer como consecuencia nuestro despido.
Para lograr corregirlo, hemos planteado algunas sugerencias que probablemente cada persona maneje a su manera, pero que, hasta ahora, han logrado excelentes resultados.
No procrastines: Probablemente estemos cansados de que nos repitan este dicho, pero no hay nada más certero que esto, no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Si cuentas con una planificación diaria, cúmplela, ya que al dejar trabajo para mañana, comienzas a crear un círculo vicioso que irá retrasando todo el proceso paulatinamente y, eventualmente, seguro se te olvidará. Además, no existe nada más satisfactorio lograr todos tus objetivos del día
Aprende a administrar tu tiempo: Es absolutamente necesario saber administrar este importante y valioso recurso, especialmente si no sabes organizarte. Con la ayuda de una agenda fija, horarios y límites de horas serás capaz de realizar tus tareas y lograr tus metas diarias. De esta forma, es más seguro que cumplas con todas tus asignaciones y evitarás que se te olviden o se traspapelen
Usa todas las herramientas disponibles: Actualmente, existen infinidad de aplicaciones y herramientas que te pueden ayudar a planificar tu día, unas más tradicionales que otras. Desde un cuaderno y aplicaciones móviles, hasta agendas telefónicas y notas en la PC. De acuerdo con tu personalidad, unas se ajustan más que otras; pruébalas todas y escoge la que mejor se adapte a tu forma de ser.
Evita cualquier distracción: Si eres de aquellos que se distrae fácilmente, aleja todo lo que te pueda causar distracción mientras estés trabajando. Sí, hablamos del móvil, ya que si estás en medio de una asignación y revisas el teléfono constantemente, es probable que cuando vuelvas a hacer lo que deberías estar haciendo, hayas perdido el hilo y tengas que empezar todo desde cero, malgastando así tu tiempo, o, peor aún, que pases a la siguiente tarea del día sin haber concluido la anterior pensando que sí lo hiciste.
Organiza tu lugar de trabajo: No existe nada peor que un escritorio atiborrado de papeles que no tienen ni principio ni fin. Organízalos, utiliza archivadores y hasta los famosos post-its para identificarlos. Haz esto sobre la marcha, es decir, acabas de recibir o imprimir un documento, hazle una referencia breve indicando de qué se trata, agrega el comentario en las notas (las cuales son una maravilla ya que permiten identificar los documentos sin deteriorarlos cuando las retires), pégaselo a tu documento y archívalo dentro de la categoría correspondiente al momento.
Llegó la hora de trabajar para corregir este mal hábito y no solo lograremos una mejora en la imagen que transmitimos al mundo de nosotros mismos, sino que también seremos más productivos en el trabajo y en otros aspectos de nuestras vidas.
Además, esto nos ayudará a reducir los niveles de estrés ya que ahora sabremos dónde pusimos aquel informe que debíamos entregarle hoy a nuestro jefe.