El Design Thinking, la metodología centrada en la experiencia de usuario, sale de su ámbito natural de aplicación, la industria, para ganar nuevos campos como el Derecho.
David Johnson es uno de los impulsores del Design Thinking en el mundo de las leyes y la negociación. Profesor adjunto de la Universidad de Stanford, exasesor del vicepresidente de EE. UU. Al Gore y representante legal de gigantes como Apple, Cisco y Merryl Lynch, Johnson cree que este método es útil para que los abogados lleguen a soluciones más creativas y acordes a las necesidades cada vez más complejas de los clientes.
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Invitado por la Universidad de Montevideo, Estudio Ferrere y la Embajada de EE. UU., Johnson visitó Montevideo para dictar varios talleres de Negociación y Derecho. Aquí un resumen de la charla que mantuvo con El Empresario.
–El Design Thinking es un concepto industrial. ¿Cómo se aplica en algo tan diferente como el Derecho?
–Hice mi introducción al Design Thinking al estudiar diseño de software y ver que en Silicon Valley desde hace 30 años las empresas líderes aplicaban tecnologías y lenguajes informáticos que tenían el Design Thinking inserto para resolver problemas. Hacían cosas como trabajar modularmente, prototipando ideas y testeándolas bajo presión, antes de comenzar a producir. Y me impactó que esa metodología probó que funcionaba, que así hacían un mejor software.
"Cuando entendí eso, me di cuenta que ese proceso tenía algo inherente que debería funcionar para los problemas humanos. No escribes códigos (informáticos) en Derecho pero redactas leyes, políticas y regulaciones. Los abogados están involucrados en todo eso, entonces el Design Thinking tiene algo que decir en el mejoramiento de la resolución de los problemas y de las habilidades de los abogados al respecto".
–Los abogados son pragmáticos. ¿Están abiertos a adoptar este tipo de metodología?
–Muchos sí. (Pero) los abogados en ejercicio probablemente sean los más difíciles de convencer de que deberían hacerse un tiempo para aprender esto. En cambio, los estudiantes, muchos de ellos millennials, entienden el valor del Design Thinking porque por su edad han estado expuestos a ese tipo de pensamiento, y porque hay un montón de empresas que les son familiares y que apoyan esta metodología como parte de su comportamiento y oferta. En tanto, los profesores, cuando ven a los estudiantes reaccionar ante el Design Thinking, se quedan intrigados, interesados, porque entienden que la creatividad es necesaria para aumentar tus habilidades como abogado.
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–¿Cómo reaccionan los clientes?
–Se sienten atraídos a jóvenes abogados que pueden pensar creativamente dentro de la mentalidad del negocio del cliente y ser un socio a la hora de sumar valor y solucionar problemas, más que solo ser como un mecánico que viene a cambiar la rueda de auxilio cuando se pincha.
–¿Qué herramientas distintas le da el Design Thinking al abogado respecto al método tradicional?
–Lo primero es que enseña empatía. En la industria, el Design Thinking se enfoca en que el diseñador entienda lo que el cliente quiere pero a veces éste no sabe realmente lo que quiere. En Derecho esto ocurre a menudo. Los clientes tienen un problema legal, entonces le preguntan al abogado qué deberían hacer o simplemente le dicen "esto es lo que creo que necesito, dámelo". Y los abogados se lo daban.
"Pero hoy por las presiones competitivas, una mayor complejidad en las leyes y los negocios, los abogados necesitan estar mejor equipados y traer más cosas a la mesa que solo expedir documentos. Y el modo en que haces eso es entendiendo al cliente. El Design Thinking enseña las herramientas para hacer las preguntas correctas, escuchar y comprender el contexto. A veces eso requiere re-enfocar el problema para tener un mayor nivel de información en el que aplicar el pensamiento legal, para obtener un resultado más óptimo y eficiente".
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–Los abogados suelen toparse con cambios de escenarios en sus casos. ¿Cómo el Design Thinking los ayuda en esas situaciones?
–Una de las clases que di el año pasado fue improvisación aplicada a la negociación. Les dijimos a los estudiantes "negociá este tema" y cuando estaban al frente del salón de repente le dábamos una nueva regla o hecho, que exigía un cambio. Y tenían que ser capaces de hacerlo en un parpadeo, tenían que reaccionar sin revelar shock, sorpresa o debilidad. Así, se dieron cuenta que entrenarse en controlar sus emociones y lenguaje corporal, el ser capaz de seguir el diálogo en la negociación es una habilidad muy valiosa. Aunque no lo crea, la improvisación es una de las habilidades insertas en algunas de las más avanzadas clases de Design Thinking.