A finales del siglo XX, se dieron avances significativos en sistemas computarizados, tecnologías de información y biomédicas. Este tipo de innovación inició una verdadera transformación en la forma de vivir, trabajar y recrearnos.
La mitad, o más, del crecimiento económico de Estados Unido en los últimos 50 años se debe a la mejora de la productividad mediante la innovación.
Para poder capturar los beneficios económicos de las tecnologías existentes, y aquellas aun sin descubrir, Costa Rica requerirá de un flujo de personas con habilidades destacadas en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas.
La necesidad de emprendedores y trabajadores con este tipo de competencias es crítica si se quiere competir en una economía global, incrementando la producción y exportación de productos, servicios y conocimientos, aun en áreas ajenas a estas competencias, debido a la difusión de la tecnología en todo tipo de industria, actividad comercial y servicios.
Lamentablemente, nuestro sistema educativo actual no permitirá contar con la fuerza laboral requerida a corto plazo. Los resultados de las últimas pruebas Pisa de matemáticas, en el 2012, fueron muy inferiores a los países de la OCDE. Los estudiantes necesitarán desarrollar estas competencias en un nivel muy superior a lo que se consideraba aceptable y este objetivo debe considerarse prioridad nacional.
El enfoque debe ser multifacético para fomentar un ambiente de innovación. Los centros de investigación, museos y otras instituciones en los que se produce aprendizaje informal, así como los padres de familia, deben también estimular a los jóvenes con actividades extracurriculares relacionadas con estas destrezas. El financiamiento a programas de investigación y desarrollo estatal debe preservarse así como los incentivos para estimular la innovación en otros sectores.
El desarrollo de una sociedad con capacidad de innovación, emprendimiento y orientada a la competitividad es una responsabilidad de todos los actores del país.