Los bancos centrales del mundo acuden a su tasa de referencia para mostrar a los agentes económicos hacia dónde se dirigirá la política monetaria en los próximos meses.
Hasta hace no muchos años, esta no era una práctica tan común en la gestión del Banco Central de Costa Rica (BCCR). Sin embargo, Olivier Castro, presidente saliente de la entidad, y su equipo, demostraron con más ahínco la intención del Central en acudir de forma más frecuente a mover el indicador ante presiones sobre la inflación –su objetivo principal– o desajustes en el premio por invertir en colones.
Inclusive, en el último año de la gestión de Castro, la entidad aplicó subidas en la tasa para asegurar la estabilidad monetaria, aun cuando esto encareciera el fondeo local del Gobierno, en un momento en el que el déficit fiscal agotaba la liquidez de las finanzas públicas.
Durante la gestión de Castro, la Tasa de Política Monetaria (TPM) pasó de 5,25% (2014) a 1,75% (2017) y tras más de un año de estabilidad, el indicador volvió a sacudirse gradualmente. Esta vez, lo hizo al alza hasta situarse en el 5% actual.
En Costa Rica por mucho tiempo se aplicó el encaje, pero el instrumento perdió flexibilidad, está agotado en su máximo (15%) y aunque se podría acudir a reducirlo, el Central se ha ido moviendo a un esquema de política monetaria más moderno, explicó Roger Madrigal, director de la División Económica del BCCR.
Como parte de esa modernización está la mayor utilización de la tasa de interés.
Es por esto que a partir del 2011 la autoridad monetaria creó el corredor de tasa de interés, el concepto de la TPM. Desde entonces, da mayor importancia a esta tasa hasta en sus comunicados, añadió Madrigal.
El enfoque de acudir a esta tasa como instrumento de política se potenció en enero, cuando el Central adoptó formalmente el esquema de metas de inflación. Aunque en la práctica esto había sido aplicado desde antes, con el anuncio oficial el Central se juega aún más su credibilidad.
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La teoría dicta que en un régimen de metas de inflación, la tasa de referencia toma más protagonismo y se convierte en el instrumento estrella que utilizará el Central para que la inflación, principalmente, se mantenga en la línea.
Al mismo tiempo, abandona las continuas intervenciones cambiarias que lo han caracterizado y acude a ellas exclusivamente en periodos de violentos desajustes y con mayor transparencia.
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Si el Central se apega a lo anterior, los agentes económicos creerán más en su compromiso con el rango meta de la inflación (entre 2% y 4%) y no con el tipo de cambio, como una buena parte del mercado piensa -dadas las continuas intervenciones cambiaras (venta de divisas en el Monex)-.
El lado nada promisorio de esta práctica es el efecto que puede tener en la producción, aunque desde la óptica de economistas en la actualidad podría ser un “mal necesario”.
Es lógico pensar –dada la teoría– que si los tipos de interés suben, la actividad económica no encontrará razones para crecer en medio de financiamiento más caro. De hecho, el crédito en moneda nacional ha bajado el ritmo de crecimiento desde julio del año pasado.
El alza de la tasa de referencia pareciera no ser una buena idea en medio de una actividad económica que bajó el ritmo en 2017 y que ahora está estancada (aunque se mantiene por encima de sus pares en la región), pero se acude a esta medida para reducir presiones inflacionarias como un "mal necesario", según califican economistas.
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En adelante, queda esperar cuál es la visión de Rodrigo Cubero, quien tomará la batuta de la autoridad monetaria en los próximos cuatro años y si la inflación se mantendrá a un nivel que le permita al Central reducir la TPM. También se requiere tiempo para medir el posible impacto que pueda generar el actual nivel del indicador, por ejemplo, en el retraso de inversiones.
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De un extremo al otro en cuatro años
Durante la administración de Castro, la TPM experimentó dos ambientes totalmente opuestos y mediados por el omnipresente déficit fiscal.
El primero ocurrió en 2015, cuando en el Central decidió reducir la tasa en seis ocasiones, llevándola de 5,25% a 2,25%.
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La coyuntura en ese momento era de una actividad económica desalentada y precios con variaciones negativas.
Así, el Central recortó sistemáticamente la TPM con el objetivo de acercar los precios a su objetivo e inyectar dinamismo a la economía.
El rango meta de la inflación, medida por la variación interanual del Índice de Precios al Consumidor (IPC), en ese entonces estaba ubicado entre 3% y 5%, pero el indicador no llegaba ni al 1%.
Conforme la TPM disminuyó, el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) aumentó su dinamismo.
A inicios del 2016, el Central anunció que adoptaría un nuevo rango meta ubicado entre 2% y 4%. También, anunció una última reducción de la TPM que la situaría en 1,75%, nivel que mantendría por un año y tres meses.
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El comportamiento de los precios entró en cifras positivas en julio del 2016.
Posteriormente, las presiones inflacionarias cambiaron el curso hacia el alza.
Luego de meses sin cambios, la tasa subió en abril del 2017 y mantuvo subidas continuas hasta llegar a 4,75%. Una subida de tres puntos en un solo año.
¿Qué motivó el alza? Tras un periodo de bajos precios de las materias primas en el exterior, algunos commodities empezaron a acelerar su paso, como es el caso del petróleo.
Aunque la inflación estaba dentro del rango meta, el Central optó por reaccionar de forma anticipada pues el indicador se acercaba al techo del rango meta. También, acudió a esta medida para devolver el premio por invertir en colones, que se había deteriorado a mediados del 2017.
“El Banco Central tuvo que ser restrictivo, en ese sentido, al subir la TPM se encarecía el crédito y por tanto, se controlan las presiones inflacionarias”, afirmó el economista William Calvo, quien también fue director de la División Económica del Central.
En mayo del año pasado, el consumidor llegó a pagar ¢595 por cada dólar y las tasas de interés en dólares hicieron más atractivo el ahorro en moneda extranjera.
Con el objetivo de mantener el incentivo por ahorrar en moneda nacional, el Central también reactivó Central Directo. Mediante esta plataforma la autoridad monetaria compite con el resto del mercado por recursos de los ahorrantes, ofrece tasas más competitivas y acelera el efecto de transmisión de la política monetaria.
Aunque es pronto para evaluar los efectos de las medidas aplicadas por el Central, según lo apunta el misma Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), por ahora es visible que existe una disminución del crecimiento del crédito en colones al mismo tiempo que la inflación se mantiene en el rango meta.
"La parte importante es que se corrigieron esos desequilibrios que presentaron cuando se aplicaron estos cambios (las subidas de tasas y la reactivación de Central Directo)", defendió Madrigal, del BCCR.
Por lo pronto, la actividad económica se mantiene en niveles del 3%, con una proyección de 3,6% para el término de año. Además de las tasas, las finanzas públicas agotadas y los efectos de una economía externa que se levanta poco a poco explican parte del comportamiento.
Sin embargo, el país está por encima de sus pares, que muestran crecimientos por debajo del 2%.
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Le queda al Banco Central la ardua tarea de demostrarle al mercado que su objetivo es mantener la inflación acorde a su meta y borrar de la mente del mercado que su compromiso encubierto está con el tipo de cambio.