El Banco Central de Costa Rica (BCCR) ha intervenido con operaciones de estabilización propias en el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex) solo cuando el tipo de cambio sube y no cuando baja, sin importar cuán pronunciada haya sido el movimiento a la baja.
Este ha sido el comportamiento durante el 2022, año que ha visto tanto tendencias alcistas como bajistas en el precio del dólar.
El Banco Central ha explicado en múltiples oportunidades que solo realiza este tipo de intervenciones con el fin de evitar una fluctuación abrupta en el tipo de cambio. Bajo esa definición, ha realizado 15 operaciones de estabilización en el 2022, sin embargo todas se han dado en periodos donde el tipo de cambio presenta presiones hacia el alza, es decir, siempre bajo un contexto de encarecimiento y nunca bajo una apreciación del colón.
Banco Central interviene en tendencias alcistas
El 'modus operandi' del Banco Central ha sido intervenir durante tendencias alcistas.
FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA CON DATOS DEL BANCO CENTRAL DE COSTA RICA. || INFOGRAFÍA / EF.
En este tipo de operaciones el Banco Central asume la postura de vendedor en la sesión Monex con el fin de poner un techo al precio de la divisa a través de la modificación de las expectativas. En el caso opuesto, tendría un papel de comprador.
De las 15 intervenciones, nueve se dieron en el mes de junio, cuando el dólar superó los ¢690 y vivió una de las escaladas más fuertes de los últimos dos años. A partir de julio, en cambio, el precio de la divisa entró en una tendencia bajista que se extendió —e intensificó— durante agosto, cuando se ajustó más de ¢50 por debajo de los máximos de junio.
Sin embargo, durante esta caída no hubo ninguna operación de estabilización, de hecho la última que se hizo fue el 30 de agosto cuando la tendencia se revirtió y el precio del dólar empezó a subir nuevamente a pasos agigantados.
Un hipotético argumento de que no se intervino porque los cambios durante la tendencia alcista fueron más abruptos que durante la bajista es posible, no obstante pierde peso cuando la gráfica del tipo de cambio se muestra más vertical en los momentos en los que más se apreció el colón (julio y agosto).
Esto es completamente cuantificable: cuando el valor del dólar estuvo en ¢645, el 19 de enero del 2022, le tardó 154 días en alcanzar su valor máximo de ¢696, el 22 de junio, pero desde ese techo solo le bastaron 63 días —menos de la mitad— para regresar a los ¢645 el pasado 24 de agosto.
Además, hubo tres veces más días (12) en los que el tipo de cambio varió más de ¢4 hacia abajo que días en los que lo hizo hacia arriba (4).
¿Se supone entonces que el BCCR debió intervenir en caídas como las que se dieron durante julio y agosto? Es imposible saberlo con certeza pues solo el Banco Central conoce cuáles son los estatutos específicos que deben cumplirse para intervenir. Esto es así porque de ser completamente transparente los agentes cambiarios podrían aprovecharse y actuar en contra del Central.
Lo que sí es público es la descripción general de cómo opera, la cual el BCCR describió de esta manera en el último Informe de Política Monetaria: “Bajo un régimen cambiario de flotación administrada, y al amparo de lo dispuesto en su Ley Orgánica, el Banco Central actúa en el mercado cambiario con tres propósitos: a) para gestionar los requerimientos de divisas del Sector Público no Bancario (SPNB), b) para acotar movimientos abruptos en el tipo de cambio, pero no cambiar la tendencia de este macroprecio (a estas intervenciones les denomina operaciones de estabilización), y c) para atender sus requerimientos de divisas, durante programas de expansión de reservas”.
En ninguna línea especifica si los movimientos abruptos deben ser hacia el alza o hacia la baja. Al analizar los diez cambios más marcados que ha tenido de un día para otro el tipo de cambio se observa que hay más intervenciones cuando la variación es hacia arriba que cuando es hacia abajo.
Se le consultó al Banco Central si existe una prioridad a la hora de intervenir cuando la tendencia es alcista por encima de cuando es bajista, pero no se obtuvo respuesta al cierre de esta edición.
¿Por qué dejarlo caer?
Se podría pensar, sin embargo, que el Banco Central tiene incentivos para dejar caer el tipo de cambio. Uno de ellos es la inflación. En una época de encarecimientos mundiales como la que se vive en el 2022, el mismo Róger Madrigal, presidente de la entidad, mencionó —durante la presentación del último Informe de Política Monetaria— que el Banco Central está “firmemente comprometido” con reducir la inflación. En agosto el país registró un aumento interanual en el Índice de Precios al Consumidor de 12,13%.
Adicionalmente, en ese mismo documento, la entidad reconoce la influencia que tiene un dólar más caro sobre el costo de vida. “Ante presiones persistentes al alza en el tipo de cambio se esperaría un incremento en los precios de los bienes importados, lo que a su vez genera presiones inflacionarias adicionales”, se lee en el informe.
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A través de esto es posible inferir que un tipo de cambio más bajo aliviaría algunas de las presiones inflacionarias con las que combate el Banco Central.
Este no es el único de los posibles incentivos, la entidad también se ha mostrado preocupada por el aumento en la dolarización del sistema financiero, específicamente en la cantidad de créditos en moneda extranjera asumidos por no generadores, es decir, por deudores que reciben sus ingresos en colones.
Aunque este número ha venido a la baja en 2022, todavía hay un sector importante de la población que mes a mes debe convertir colones a dólares para pagar sus cuotas. Para abril de 2022, había 792.601 personas no generadoras que tenían operaciones crediticias en moneda extranjera.
En épocas donde el dólar baja, las cuotas de estos no generadores también lo hacen —por efecto cambiario—, esto pone menos presión en la demanda de dólares, reduce los riesgos de morosidad y golpea menos la capacidad de pago del deudor. De hecho, ante estos riesgos, el mismo presidente de la República, Rodrigo Chaves, mencionó el pasado primero de junio, en plena escalada del dólar, que estaba en conversaciones con el Banco Central para que no “haya un desorden cambiario”.
Dos días después, el 3 de junio, el BCCR anunció una serie de nuevas medidas para aflojar las presiones alcistas en el tipo de cambio, entre las cuales destacaron la solicitud de un préstamo de $1.100 millones para fortalecer las reservas, el cual ya fue aprobado y depositado, la colocación de instrumentos de deuda en moneda extranjera en el mercado local (para evitar la fuga de dólares fuera del país) y una reducción en el horario de negociación en el Monex.
También se le consultó al Banco Central si existían incentivos para dejar caer el tipo de cambio en una coyuntura de presiones inflacionarias, pero no se obtuvo una respuesta.
También hay, por supuesto, sectores que podrían verse perjudicados por grandes bajonazos en el precio del dólar como el sector exportador y el turístico, los cuales ven reducidas sus ganancias —ya que tienden a cobrar en dólares— por efecto cambiario.
¿Entonces el BCCR se queda de brazos cruzados cuando cae el dólar?
Si bien durante las tendencias bajistas del 2022 el Banco Central no realizó operaciones de estabilización propias, sí realizó otro tipo de intervenciones: las de reposición de dólares por requerimientos del Sector Público no Bancario (SPNB).
Desde el 2014 el BCCR sacó a las instituciones públicas no financieras del Monex para ser él quien gestione los requerimientos de divisas de dichas entidades, esto con el fin de evitar que grandes compras de dólares, como las que suele necesitar la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope), por ejemplo, no generen cambios abruptos en la cotización de la moneda.
El sistema funciona de la siguiente manera: el Central negocia de tú a tú con la institución que requiera las divisas y se las vende de sus reservas, luego, esos dólares que vendió, los repone por medio de compras en el Monex. Sin embargo, no necesariamente repone la totalidad de la venta en una sola operación ni en el mismo día, sino que divide y posterga las compras con el objetivo de no crear cambios abruptos y respetar la tendencia, por lo menos eso dice la teoría.
Rodrigo Bolaños, quien presidió el BCCR entre 2010 y 2014, ha sido uno de los críticos que ha tenido el Central por la manera en que, bajo su análisis, el ente emisor interviene en el mercado usando la cuenta del SPNB.
El pasado 17 de agosto, en la exposición “Riesgos económicos actuales, efectos y políticas”, organizada por el Grupo Financiero Acobo, Bolaños teorizó que el Central ha modificado durante los últimos dos años la tendencia del tipo de cambio a través de la cuenta del SPNB por un posible temor al efecto de la depreciación sobre el sistema financiero y para disminuir el efecto inflacionario.
Durante la exposición, Bolaños no criticó el hecho en sí de intervenir por medio de la reposición de divisas vendidas al SPNB, sino la poca transparencia con la que, dice, el Central lo ha hecho en los últimos años, alterando la forma en la que flota el precio.
“Yo creo que esa modificación de la tendencia obedece a factores legítimos(...), eso yo no lo veo como un pecado, el pecado no es hacer eso, es no decirlo explícitamente”, dijo en la presentación.
Durante 11 de los 12 días en los que más cayó el tipo de cambio con respecto al día anterior —siempre por debajo de los ¢4—, el Banco Central realizó compras por concepto de requerimientos del SPNB por más del 50% de los montos negociados durante cada sesión del Monex. La única fecha en la que no compró fue el 3 de junio, pero justo ese día realizó una operación de estabilización propia en medio de la tendencia alcista más fuerte del año.
Si se suman los montos negociados durante estos 11 días de apreciación de la moneda local, el porcentaje que acapararon las compras del Central por requerimientos del SPNB llega hasta el 67,87%.
Una caída que se detuvo
Durante los meses de julio y agosto el tipo de cambio tuvo una marcada tendencia hacia la baja. En el último Comentario sobre la Economía Nacional, el Banco Central realizó un paralelismo entre caída en el precio del dólar y el superávit del mercado privado.
“El mercado privado de cambios registró en julio y agosto (al día 25) un superávit promedio diario de $20,4 millones, significativamente mayor al registrado entre mayo y junio ($2,4 millones), cuando se intensificaron las presiones alcistas sobre el tipo de cambio”, se lee en el documento.
Vidal Villalobos, asesor económico de Prival Bank, atribuye la disminución del tipo de cambio a las regulaciones que el Central aplicó a partir del 3 de junio y a la caída en el precio internacional de los combustibles y algunas materias primas.
También agregó que, ante la subida de los intereses en instrumentos de deuda del BCCR y del Ministerio de Hacienda, inversores recuperaron el hambre por invertir en colones. Esto podría haber ocasionado que convirtieran sus dólares a la moneda local, aumentando la oferta de divisas en el mercado.
“No se me quita a mí de la cabeza la idea de la especulación: mucha gente entró para ganarse alguna plata a través del diferencial cambiario y salieron a amarrar esas ganancias antes de que se destrozaran los precios”, mencionó el economista.
Sin embargo, esta caída se detuvo a finales de agosto y durante las últimas semanas se ha observado una tendencia hacia el alza. El precio de la divisa rebotó en los mínimos del año, los cuales no se veían desde enero, y de ahí volvió a subir. Para Villalobos “ese mínimo fue respetado porque es un límite psicológico donde ya mucha gente consideró que el tipo de cambio estaba lo suficientemente barato y empezaron a comprar”.