Si siente que las cuotas de su préstamo no han bajado en el último año, no está solo. El mismo Banco Central de Costa Rica (BCCR) reconoció que su intención de bajar los intereses de los créditos ha sido “incompleta” y que todavía hay ciertos préstamos y bancos en los que no se abaratan las operaciones.
Esa conclusión se desprende del Informe de Política Monetaria de enero. En este documento el Central analizó cómo las tasas de interés activas (las que se cobran por los préstamos) han reaccionado a los ajustes de la Tasa de Política Monetaria TPM.
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La TPM es la herramienta que usa el Central para influir en el resto de tasas del mercado: si la sube, los préstamos se vuelven más caros, si la baja, se abaratan. Ese proceso de influencia se conoce como la transmisión de la política monetaria.
Desde marzo de 2023 el BCCR ha reducido su TPM en 500 puntos base, sin embargo, el Informe señala que esos ajustes no se han traspasado completamente hacia el sistema financiero. El estudio, el cual analizó los ajustes entre el 2018 y el 2024, encontró que, en promedio, cada movimiento de 100 puntos en la TPM solo se ha reflejado en alrededor de 50 puntos en el mercado.
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También se encontró que la transmisión hacia las tasas activas es menor frente a reducciones en la TPM que ante incrementos. Es decir, los intermediarios tienden a subir más acorde a la TPM las tasas de sus deudores que a bajarlas de acuerdo a los promedios.
Si se separa por tipo de bancos, resulta que las entidades privadas tienen una transmisión más fuerte que en los bancos públicos. Por actividad económica también hay diferencias. Por ejemplo, en los préstamos para la industria, el traspaso es de 10 semanas, mientras que en el sector construcción es de 25 semanas, alrededor de seis meses.
El estudio concluye que el traspaso de la TPM hacia el mercado prestamista es “incompleto”, además de variado dependiendo del segmento. No obstante, reconoce que existe una mayor velocidad de transmisión en comparación con el último estudio del 2018.
Problema en los préstamos personales
Otro punto importante es que al parecer la TPM no ha tenido un efecto tangible en los créditos de consumo, normalmente conocidos como los personales (allí van incluidas las tarjetas de crédito). Esto significa que en la fijación de tasas pareciera que la TPM pesa poco, lo cual podría ser un dolor de cabeza para el Central.
Que no exista esa influencia es un problema en varios sentidos. Para comenzar, en un momento como el actual, en el que las tasas van a la baja, los créditos de consumo se mantienen caros, limitando la capacidad de pago de los deudores.
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Entre marzo de 2023 y el 21 de enero de este año, la TPM perdió 500 puntos, no obstante, el promedio de las tasas de consumo sin tarjeta de crédito subió en 51 puntos y las de consumo con tarjeta aumentaron en 190 puntos. El problema es que no se trata de una masa pequeña: consumo representa alrededor de un 25% del total de la cartera bancaria y un 33% de todo el sistema financiero.
También se trata de un obstáculo para el Central, ya que limita su capacidad de incidir en las tasas del mercado y, por ende, también a cumplir con su mandato de mantener una inflación baja y estable.
“No se puede afirmar que existe transmisión de la TPM hacia dichas tasas (...), lo anterior limita la transmisión de la política monetaria y, por tanto, constituye un desafío para su efectividad”, se lee en el informe del BCCR.
¿Cuál es la causa?
El estudio del Central no señala los motivos del fenómeno, pero Róger Madrigal, presidente del BCCR, teorizó sobre algunas posibilidades.
“Tiene una serie de causas, entre ellas el esquema de organización industrial que hay en Costa Rica, las diferencias regulatorias, asimetrías y poderes de mercado de distintos jugadores que inhiben que la transmisión sea mayor y más rápida”, explicó Madrigal en la conferencia del Informe de Política Monetaria el pasado 31 de enero.
El presidente del Central también explicó que la figura de tasas piso acordadas en los contratos de también podría estar influyendo en esa desconexión. Una tasa piso estipula que el crédito no puede tener un interés menor a un límite pactado, independientemente de hacia dónde se muevan las tasas de referencia.
Alonso Alfaro, economista jefe del BCCR, dijo en noviembre del año pasado que la ley de usura probablemente esté entorpeciendo el proceso. Esto se debe a que dicha regulación estipula unas tasas máximas que ningún prestamista puede sobrepasar.
El detalle es que esos intereses máximos se calculan con un promedio de las tasas de los últimos doce meses. Esto quiere decir que las tasas actuales están influenciadas por las tasas del pasado (en este caso más altas), así que el efecto de la TPM sobre ese límite se hace todavía más lento.
Las tasas máximas de usura normalmente se aplican para créditos de consumo, ya que suelen ser los más riesgosos, lo cual explicaría en parte el por qué ese segmento es más reacio a seguir los ajustes de la TPM.