A pesar de que la inflación interanual en Costa Rica acumula 10 meses consecutivos en terreno negativo (deflación), las personas aún no perciben un alivio en sus bolsillos a la hora de adquirir determinados bienes y servicios.
Esta discrepancia ocurre porque el hecho de que el país registre deflación, no significa necesariamente que los bienes y servicios que podrían estar bajando de precio son los más se consumen en un hogar en particular.
“Cuando uno dice ‘mire, es que la inflación en Costa Rica fue de -1%’, la gente dice en la calle ‘no, es que aquí no han bajado los precios’. Bueno, es porque el costo de la vida sigue subiendo, el costo de la vida involucra otra cosa que no es inflación, como aumentos relativos”, dijo el exsuperintendente de pensiones, Édgar Robles, en un taller para periodistas que se llevó a cabo en marzo pasado.
Antes de seguir con la explicación, es necesario hacer un paréntesis para repasar las definiciones de cada concepto. Esto ayudará a comprender mejor las razones que justifican que una inflación baja o negativa no se perciba en el costo de la vida.
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Primero repasemos las definiciones
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la inflación es entendida como el incremento continuo y generalizado del nivel de precios de los bienes y servicios de una economía, en un período determinado. La deflación es lo contrario: en vez de un aumento del nivel de costos, se da una disminución importante en él.
El indicador macroeconómico de la inflación/deflación es el Índice de Precios al Consumidor (IPC). El IPC, según la definición del INEC, es el indicador estadístico que mide la evolución de los precios, a lo largo del tiempo, de un conjunto de bienes y servicios representativos del consumo de los hogares. Actualmente, se compone de 289.
Por su parte, el costo de la vida se refiere al valor de una canasta de bienes y servicios de consumo para obtener un determinado grado de satisfacción en los hogares. Esa canasta, claramente, es distinta en cada familia.
Además, la composición de la canasta de consumo puede cambiar con el tiempo, debido a la sustitución de productos por otros más económicos, la eliminación de algunos bienes y servicios, o a la adquisición de ellos en momentos específicos, como los boletos aéreos.
Un sondeo realizado por Coopenae a 2.751 de sus asociados de todo el país en diciembre pasado reveló que el costo de vida sigue siendo el tema que genera mayor preocupación en el 84% de esa muestra. El mayor impacto lo han sentido en la canasta básica, dice el informe.
“En síntesis, el costo de la vida es un término que se percibe más directamente de hogar a hogar dependiendo de sus necesidades de consumo, mientras que el IPC es una medida agregada que no necesariamente representa el sentir de la mayoría de los hogares”, comentó Luis Vargas, economista del Colegio de Ciencias Económicas.
Inflación negativa pero se percibe un aumento en el costo de la vida
Aunque el IPC marque que la inflación en el país está en terreno negativo, las familias pueden estar experimentando un aumento en el costo de la vida debido a la estabilidad o alza en los precios de ciertos bienes y servicios que son esenciales para ellas.
De esta forma, el alivio de eventuales reducciones de precios en algunos productos puede ser imperceptible o no significativo para el hogar. Según el IPC de marzo pasado, el tomate bajó de precio respecto al mes anterior pero el costo de la papa subió, por lo que dependiendo de la familia el impacto mensual en el bolsillo es diferente si se adquiere un producto u otro.
De acuerdo con Vargas, en particular, se ha observado que los productos de consumo básico, que son los más pesan en la mayoría de los hogares costarricenses, han presentado disminuciones menores tras el choque inflacionario que se vivió en 2022 y que elevó los precios –en especial de alimentos y transporte– de forma importante.
“La mayoría de estos productos tienen precios muy por encima de los observados previo al choque y algunos continúan presentando aumentos, en gran medida porque el costo de los insumos y de producción siguen con costos altos y porque hay rigideces en los mercados que ralentizan la reducción de precios”, agregó el economista Vargas.
Mauricio Castro, analista económico de la Bolsa Nacional de Valores (BNV), por otro lado, recordó que han sido aquellos productos expuestos a variaciones en sus precios por efectos cambiarios los que han bajado de precio, pero que no son de consumo regular para toda la población o son ocasionales.
El IPC de marzo pasado expuso que dentro de los bienes y servicios que bajaron de precio en el mes, respecto al anterior, y que mostraron mayor efecto en la variación mensual del Índice fueron los boletos aéreos, los automóviles nuevos y los paquetes turísticos al extranjero. En tanto, dentro de los que subieron de valor aparecían la papa, el alquiler de vivienda y los frijoles.
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Aunado a lo mencionado, “tampoco han habido incrementos en ingresos que compensen el alza en precios”, indicó Vargas.