La actividad económica cumplió en setiembre del 2019 cuatro meses de acelerar el ritmo de crecimiento, luego de un largo bache de continuas reducciones.
La desaceleración económica acabó y este puede ser el inicio de la reactivación, aunque es muy pronto para definir qué tan sólida puede ser.
“Una observación solita no da tendencia, dos observaciones tampoco, hay que ser cautos. Con tres ya se puede empezar a ver un proceso sostenido y con cuatro ya hay más confianza de que esto es una tendencia. ¿Qué tan sostenida es? depende muchísimo de la coyuntura”, destacó Rodrigo Cubero, presidente del Banco Central, durante una conferencia de prensa realizada la tarde el martes 12 de noviembre.
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¿Qué puede estar incentivando la economía? De entrada se revierte la contracción de la agricultura exportable y la contracción de industrias fuera de zona franca, apuntó José Luis Arce, director de FCS Capital.
La agricultura lleva dos meses de cifras positivas, pero aun deprimidas, apenas crece 0,8%.
Además de un mayor dinamismo de algunas industrias, una leve recuperación de la confianza podría ser una explicación.
“La recuperación de la confianza tiene que ser la principal razón para que se revierta la tendencia de crecimiento”, explicó el economista Luis Mesalles.
La cautela no se ha desvanecido del todo, se mantendrá al menos hasta tanto se logre ver una tendencia de recuperación durante un periodo más prolongado, y que además, esté acompañada de una mejora contundente en la confianza de las empresas y los consumidores.
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Aun con el leve repunte, la actividad económica crece 2%, por debajo de su crecimiento potencial estimado para este país (3,5%).
“Se ha abierto y ampliado la brecha negativa de producto; es decir, que existe capacidad ociosa en la economía”, apuntó el Banco Central en el comentario para la economía nacional el pasado 6 de noviembre 2019.
Si bien la economía da pasos positivos, esta realidad no está distribuida entre todas las industrias.
Todavía existen tres actividades que están contraídas: comercio, construcción y extracción de minas y canteras.
El comercio podría estar resintiendo el impacto recesivo del ajuste tributario y permanece a la espera de una mejoría en las condiciones del crédito, apuntó Arce.
El hecho de que subsectores como vehículos, aparatos eléctricos y materiales de construcción sean los que menos crecen (y hasta decrecen), es reflejo, a criterio de Mesalles, de que la confianza de consumidores aún no se ha recuperado totalmente, por lo que no se puede decir que reactivación de la economía está consolidada.
Las actividades financieras y de seguros también evidencian golpes de la desaceleración, ya que pasaron de crecer 5,1% a 2,2% (a setiembre respecto a igual mes del 2018).
El segmento anterior está ligado al comportamiento del crédito, que perdió el ritmo. A octubre, el crédito total al sector no financiero crecía apenas 1,2% (un año antes 7,1%).
En contraste, entre las actividades que subieron el ritmo está la manufactura, que pasó de un 2% a 3,3%, en igual periodo.
Cuando se aprobó la reforma fiscal, la confianza mostró una respuesta opuesta a la esperada por el Gobierno, y la incertidumbre fue uno de los principales factores por los que la economía se mantenía desacelerada.
Por ahora, la última medición disponible data de agosto del 2019, por lo que hay que esperar algunos meses para conocer si realmente hay indicios de una mejoría en la percepción de la realidad económica que tienen las personas y los inversionistas.
A agosto, la confianza de los consumidores mantenía la tendencia a la baja según el más reciente reporte de la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Muy de la mano, el consumo de los hogares seguía deprimido al segundo trimestre del año, con un dinamismo de 1,42% (fue de 2,53% dos años atrás). Este también es el último dato disponible.
Si el avance en las cifras fiscales, reducción de gastos y más ingresos, se sostiene, esto podría ser un aliciente a la confianza y al consumo.