Con el último ajuste de la Tasa de Política Monetaria (TPM) el Banco Central de Costa Rica reafirmó el mensaje que ha dicho todo el año: no dará el brazo a torcer en la lucha contra la inflación. Sin embargo, al mismo tiempo, las subidas de tasas empiezan a generar una preocupación alternativa: ¿será, entonces, la economía costarricense la que sí dé el brazo a torcer?
Las dudas aparecen porque la agresividad con la que se ha subido la TPM no ha sido correspondida con una desaceleración tangible de la inflación. Y esto es normal, es una pelea que no se libra a cortísimo plazo y en una economía como la costarricense suelen presentarse rezagos importantes; es decir, independientemente de si funciona o no, los resultados no los veremos de inmediato.
Como es de esperar, el Banco Central defiende y cree en las acciones que ha ejecutado y su presidente ha insistido en enviar el mensaje de que lo ejecutado era efectivamente lo que había que hacer.
Aún así, una subida de 8,25 puntos porcentuales en poco menos de 11 meses y una inflación que lleva ya desde junio en doble dígito empieza a levantar dudas sobre la efectividad en la agresividad del endurecimiento monetario, no solo porque el encarecimiento continúa sino por el origen de esa inflación.
Para Douglas Montero, analista de mercados internacionales, lo preocupante de la escalada de las tasas es que podría tratarse de una medicina que poco efecto tiene en esta enfermedad.
El endurecimiento de la política monetaria suele ser más efectivo cuando su objetivo es controlar una inflación empujada por la demanda. A grandes rasgos, funciona así: un aumento en tasas de interés limita la cantidad de dinero que fluye en el mercado (hay menos créditos y los deudores pierden capacidad de pago) y, por ende, se desincentiva el consumo y la oferta disminuye sus precios (este es, por supuesto, un resumen bastante generalista sobre el fenómeno: en esta nota explicamos con más detalle cómo funciona)
No obstante, Montero considera que el actual proceso inflacionario responde más a factores importados (aumento en las materias primas internacionales) que a un empuje por demanda. Ante un caso de inflación importada, el aumento de tasas es una receta menos efectiva (no inútil, eso sí): poco puede influir un país pequeño como Costa Rica en la formación de precios internacionales de bienes como el petróleo, los metales y los granos.
El problema con esa aparente esterilidad de la medicina es que el paciente no estaría recibiendo todas las bondades de ella, pero sí los efectos secundarios, los cuales pueden ser tan desagradables como la enfermedad.
Para Róger Madrigal, presidente del BCCR, los mercados sí confían en la efectividad de las tasas para combatir el tipo de inflación que está sufriendo el país. “Las expectativas del mercado han reaccionado muy bien a eso, es coherente con que los incrementos en las tasas de interés tendrán el efecto esperado sobre la demanda agregada, pero lleva su tiempo, no es inmediato”, mencionó Madrigal durante la presentación del último Informe de Política Monetaria, el 31 de octubre.
Sin embargo, también recalcó la importancia de bajar las expectativas de inflación del mercado, las cuales se han moderado, pero siguen altas. “La idea es que cuánto más cercanas estén las expectativas a la meta del Banco Central, menos costosos en términos de tasas de interés y de actividad económica será volver a la meta”, agregó Madrigal.
Una tarea complicada
Ajustar la TPM es una tarea difícil: si el grifo se ajusta de más el país puede caer en una recesión económica. A este fenómeno se llega tras desacelerar la economía hasta tal punto que empieza a contraerse.
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Si a través del incremento de tasas se desincentiva demasiado el consumo, a las empresas les saldrá más caro solicitar créditos e invertir, lo que normalmente se traduce en menos empleos generados y una caída en la actividad económica.
De allí viene también la preocupación de la economista Adriana Rodríguez, actual gerente general de Acobo Puesto de Bolsa: “a mi juicio el incremento de 8,50% a 9,00% no era necesario y lo que hace es pasar de ‘apretar’ a ‘asfixiar’ a la economía”.
Según Rodríguez, la economía ya empezaba a mostrar algunos atisbos de recuperación, especialmente con la disminución del precio del combustible, el de los bienes importados y las materias primas.
De hecho, el Índice de Precios de Materias Primas Importadas que calcula el Banco Central lleva dos meses consecutivos registrando números negativos después de un año de aumentos pronunciados.
Adicionalmente, los ajustes de la tasa ya parecen estar mermando la demanda de préstamos —una de sus prioridades—, por lo que su subida podría parecer redundante. La cartera crediticia del sistema financiero lleva cuatro meses seguidos en disminución, según datos de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef).
El economista Ronulfo Jiménez concuerda con la subida de la TPM, mas no con su magnitud: “la dirección del ajuste es correcta para combatir inflación, pero en mi opinión el aumento ya empieza a ser excesivo”. Jiménez se ampara en la disminución del precio de las materias primas, la reducción en la variación mensual de la inflación y la caída en el tipo de cambio.
“En materia de tasas de interés aplica el viejo refrán: ni tan cerca que queme el santo, ni tan largo que no lo alumbre”, menciona el economista.
Posición del Banco Central
“Es un trago amargo, pero hay que tomárselo”, dijo Madrigal, quien también aludió a que las tasas seguirán “más altas por más tiempo”, por lo menos hasta que ceda la inflación.
El BCCR ya ha mencionado en múltiples ocasiones que está consciente de las consecuencias de subir la tasa, sin embargo considera que los aumentos son un mal necesario. “Analistas y organismos financieros internacionales coinciden en que este proceso de ajuste en tasas de interés, si bien costoso en términos de estímulo a la actividad económica, es adecuado en la actual coyuntura inflacionaria”, expresó la institución mediante un comunicado de prensa emitido el 26 de octubre, cuando anunció el último ajuste de la TPM.
El Central no está solo en esta posición: los aumentos de tasas han sido la principal herramienta que han utilizado las entidades financieras mundiales en su búsqueda por controlar la inflación, encabezadas por el accionar de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Independientemente de cuán efectiva termine siendo la subida de tasas, este último ajuste nos intuye una mala noticia: probablemente el Banco Central consideré que a esta inflación todavía le queda mucha pelea y eso desesperanza las expectativas a corto y mediano plazo.
La actual previsión del BCCR es que la inflación no bajará a su meta de ±1 punto porcentual alrededor del 3% hasta el 2024.