La nube negra de la recesión ya lleva varios meses amenazando con soltar sus primeras lluvias. Incluso en una potencia mundial como Estados Unidos ya se está debatiendo si esta dolencia es inminente o no. La inquietud se exacerbó después de que los datos de producción arrojaran dos trimestres consecutivos con decrecimiento en el Producto Interno Bruto (PIB) del gigante norteamericano.
En Costa Rica, la situación no es más esperanzadora. Aunque Róger Madrigal, presidente del Banco Central de Costa Rica (BCCR), ha dicho que ve más probable una desaceleración que una recesión en la economía mundial, lo cierto es que tampoco es una buena noticia, principalmente cuando las proyecciones para el 2023 se han empobrecido.
Ante esta coyuntura, vale la pena revisar cómo se veían los principales indicadores económicos durante la última gran recesión que vivió el país: la del 2009.
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Costa Rica en recesión
Existen argumentos para decir que la última recesión se dio en 2020 —durante la parte más severa de la crisis sanitaria—, sin embargo debido a la cercanía y al hecho de que todavía hay secuelas de ella en pleno 2022, se decidió observar, en cambio, el comportamiento de la economía costarricense en el 2009.
Aunque solo han pasado 13 años desde entonces, la realidad del país era muy diferente: Óscar Arias estaba en el último año de su segundo mandato, al país lo sacudió el terremoto de Cinchona, el teléfono inteligente más apetecido era el Blackberry y a la Sele le acababan de arrebatar una clasificación al mundial que tuvo entre sus manos durante gran parte de la eliminatoria.
Internacionalmente, había otro suceso importante, y no hablamos del enfrentamiento entre Kanye West y Taylor Swift en los VMAs, se trata de la llamada Gran Recesión que se originó un año antes en Estados Unidos y que tuvo como núcleo la burbuja inmobiliaria.
Cabe aclarar que, a diferencia de Estados Unidos, en Costa Rica no hay una entidad que se encargue de declarar oficialmente una recesión como lo haría el Buró Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés). Sin embargo, podemos utilizar la conceptualización de esta oficina norteamericana para intuir si el país sufre o no de este fenómeno tan poco deseado.
Según la definición de la NBER, una recesión se entiende como una disminución significativa en la actividad económica que se extiende por toda la economía y que dura más de unos pocos meses. En 2009, Costa Rica cumplió con todas las casillas para ser categorizado como un país en recesión: el PIB se contrajo, el desempleo se disparó y la actividad económica decayó.
Los indicadores
Tal vez el mejor lugar para empezar esta breve radiografía sea a través del dato más general: el PIB. Tras dos años de expansión entre 2006 y 2007, la economía costarricense empezó a desacelerarse en la segunda mitad del 2008 hasta que cerró el 2009 con un decrecimiento interanual del 0,9% en el PIB.
En su definición más simple, una recesión se asocia a dos trimestres consecutivos en el que la variación anualizada de su producción interna cae en números negativos. En 2009 el país registró tres trimestres seguidos con decrecimiento.
Las disminuciones también se hicieron presentes en los otros indicadores relacionados con la producción. El Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) duró desde noviembre de 2008 hasta noviembre de 2009 con variaciones anualizadas en negativo y un sótano del -6,9% en febrero. Según este índice, la construcción y la industria manufacturera fueron las más afectadas, esta última llegó a decrecer interanualmente un 18,4%.
Los datos relacionados con el mercado laboral también se vieron reducidos durante el 2009. La tasa de desempleo abierto pasó de un 4,9% en 2008 a un 7,8% un año después y, durante ese mismo periodo, el número de personas en pobreza creció un 12,9%.
Ese 7,8% parece curioso visto a través de los lentes del 2022, donde actualmente tenemos un desempleo mayor: 12%, sin embargo no son datos 100% comparables, pues antes se medía por medio de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples y ahora se calcula con la metodología nueva de la Encuesta Continua de Empleo.
El turismo tampoco se salvó de las garras de la recesión. Al ser un fenómeno de carácter mundial, el empobrecimiento de los países que suelen brindarnos más turistas, como Estados Unidos y los europeos, contrajo la cantidad de divisas que ingresaron al país en un 21%. Pese a estar lejos de la caída que tuvo Costa Rica por este concepto durante la pandemia, sí fue la más grande que había visto hasta entonces el país en el siglo XXI.
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El decaído panorama mundial también afectó las exportaciones del país. Durante los primeros siete meses del 2009, la exportaciones totales se redujeron un 13,3% con respecto a las que se realizaron en los primeros siete meses del 2008. Las exportaciones hacia Estados Unidos —el principal socio comercial de Costa Rica— se redujeron un 15,8% en el mismo período y las exportaciones hacia Asia cayeron un 12,6%. Las ventas hacia Centroamérica fueron las más golpeadas con una disminución del 18,5%.
En materia de inflación, la variación interanual de doble dígito reinó durante el 2008, impulsado por un aumento en las materias primas, particularmente por conflictos en oriente medio que vieron a los combustibles encarecerse tanto como en 2022, siempre y cuando se traigan los precios a valor presente.
En noviembre de 2008 el Índice de Precios al Consumidor (IPC) llegó a un techo anualizado del 16,3% y no fue hasta el 2009 que empezó a bajar como consecuencia de la caída de la actividad económica y los exorbitantes precios de los alimentos y combustibles.
El combatir contra la envergadura de ese encarecimiento fue, de hecho, uno de los factores que sumergieron al país en la recesión. Las tasas, en búsqueda de controlar el gasto, empezaron a ajustarse hacia el alza, especialmente la Tasa Básica Pasiva (TBP), la cual es la referencia para las operaciones en colones. El aumento de tasas significó que los préstamos se volvieran más caros a cambio de incentivar el ahorro.
Las tasas de interés en dólares, como la Prime Rate, más bien bajaron durante ese año. Esto se debió a que la recesión en Estados Unidos inició antes en 2008, así que para 2009 más bien se redujeron en búsqueda de reactivar la economía después de un año de deterioro.
El tipo de cambio, por su parte, presentó una tendencia hacia al alza durante la primera mitad del año y periodos volátiles durante el segundo semestre del 2009. De todas formas terminó el año apenas ¢10 por encima de cómo lo inició.
No obstante, hay que hacer la salvedad de que en ese momento la política del Banco Central estaba bajo el régimen de la banda cambiaria en la que se defendía un techo y un piso con respecto al precio del dólar.
Hay, evidentemente, más indicadores que muestran los impactos que tuvo la Gran Recesión sobre Costa Rica, sin embargo con estos se puede observar cómo la dolencia se esparció por toda la economía y por qué es que se desea evitar volver a caer en este fenómeno en el 2022.