Desde el segundo semestre del 2022 el Banco Central de Costa Rica (BCCR) ha asumido una postura más agresiva en las compras de dólares que hace en el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex), donde se transa el valor de la divisa. Este comportamiento, en un contexto donde abundan los dólares, ha ayudado a que el tipo de cambio no caiga todavía más, sin embargo, de perpetuarse, podría causarle un gasto importante al banco y restar a su capacidad de luchar contra la inflación.
Analizamos cuánto ha comprado, por qué y cuáles consecuencias podría tener.
¿Cuánto ha comprado?
Solo en 2023 el Banco Central compró más que en todo 2021 y 2022 combinados, con $6.802 millones, lo que equivale a un 66% de todas las divisas que se negociaron en el Monex. Esta tendencia viene acompañada de una oferta de dólares sin precedentes que ha inundado las ventanillas cambiarias desde el segundo semestre del 2022.
Las compras del Central tocaron techo en marzo de 2023, cuando adquirió poco menos de $950 millones. Para poner ese dato en perspectiva: solo en ese mes compró un 41% de todo lo que obtuvo en 2021.
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¿Por qué compra dólares?
Según indica su ley orgánica, el BCCR solo puede intervenir con compras o ventas de dólares por tres motivos: por requerimientos de divisas del sector público no bancario (SPNB) —entendiendo que los dólares que le venda a estas instituciones debe reponerlas luego en el Monex—, para atenuar movimientos abruptos en el tipo de cambio —siempre y cuando no afecte la tendencia a largo plazo—, y para atender sus requerimientos —compra de reservas, por ejemplo—.
Durante este periodo es probable que haya sido una combinación de las tres. En los años de la pandemia, cuando el premio por invertir en colones fue negativo y hubo presiones hacia el alza en el tipo de cambio, el BCCR decidió aplazar la reposición de las divisas que le vendía al SPNB, lo que provocó que comprara menos dólares en el mercado y que sus reservas se achicaran.
Estas divisas que “debía” empezó a comprarlas en el segundo semestre del 2022 y, una vez las repuso, mantuvo el incremento en las compras pero esta vez por requerimientos propios, lo cual ayudó a llevar las reservas del ente emisor a su récord histórico por encima de los $14.000 millones, en enero de este 2024. En junio de 2022, antes de que iniciaran las compras más agresivas, estas arcas estaban en $7.000 millones. Hay que tomar en cuenta que allí está también dinero de Hacienda, como los $3.000 millones que entraron por eurobonos el año pasado.
¿Qué consecuencias tienen las compras?
La participación del Central en el Monex por medio de compras tiene tres efectos en tres variables distintas, pero conectadas:
En el precio del dólar: al aumentar las compras, el Central añade presiones hacia el alza en la cotización del dólar vía una mayor demanda. En un contexto actual, dónde la oferta de divisas ha sido particularmente alta en el último año y medio, el hecho de que el BCCR incrementara sus compras contribuyó en parte para que el tipo de cambio no se desplomara aún más. Es decir, de no ser por esa aceleración en la compra de divisas, el valor del dólar sería todavía menor en la actualidad.
En la inflación: las compras de dólares se hacen posibles gracias a la emisión monetaria del BCCR. Es decir, los dólares se compran gracias a más colones que inyecta a la economía. Esto agrega mayor liquidez al mercado y puede contribuir a que se sumen más fuerzas inflacionarias en los precios del país, lo cual le crea una especie de contradicción con la política monetaria restrictiva que ha sostenido el BCCR desde el 2022.
Esta característica de las compras pone al Central en una encrucijada: o deja que la emisión fluya libremente —con el riesgo inflacionario que podría conllevar— o decide recoger esa liquidez; lo que nos lleva al tercer punto:
El costo financiero: si el BCCR no se siente cómodo con la mayor liquidez, debe esterilizarla. Esto lo hace principalmente con un instrumento llamado Bono de Estabilización Monetaria (BEM). Los BEM son bonos que coloca el Central a plazos con rendimientos atractivos para que los inversores desistan de tener parte de su dinero en líquido y lo guarden a plazo. Cómo lo dice su nombre, es una herramienta de control monetario.
El problema, en la coyuntura actual, es que durante este periodo de mayores compras en el Monex se ha dado en medio de altas tasas de interés. Mayores tasas de interés se traducen en que esa esterilización vía BEM le ha salido particularmente más cara al Central, entidad que debe pagarle más a sus inversores.
Según datos de la riqueza financiera del sector privado, los saldos de los BEM han crecido en un 165% entre diciembre de 2022 y el mismo mes del 2023.
¿Por cuánto más tiempo puede comprar?
Rodrigo Cubero, expresidente del BCCR, considera que mantener esos niveles de compras podría llegar a perjudicar a la entidad debido al costo financiero de pagar altas tasas de interés que, a la larga, agrandan su déficit.
“Esos bonos tienen una tasa de interés que normalmente es mucho más alta que la tasa que recibe por las reservas acumuladas. Si ese déficit aumenta mucho, pues compromete también la habilidad del Banco Central de controlar la inflación en un futuro, de manera que esto que está pasando no le conviene al Banco Central que se prolongue”, menciona Cubero.
Sin embargo, el exjerarca no cree que la solución sea simplemente dejar de comprar, pues el tipo de cambio se abarataría todavía más y eso podría tener consecuencias fatídicas para grupos importantes para el país como los exportadores y el turismo.
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Cubero apunta entonces hacia una disminución en la Tasa de Política Monetaria (TPM). Al hacer esto, explica, atacaría la disyuntiva por los dos frentes: le bajaría el costo financiero de pagar bonos a altas tasas y también podría reducir la sobreoferta de divisas al restarle premio a invertir en colones.
“Eso permitiría desahogar un poco el mercado cambiario y permitir que el Banco Central no tenga que incurrir en costos muy altos”, explica.
También agrega que intervenir el mercado cambiario no debería ser la principal razón para bajar más la TPM, esa debería ser el hecho de que la inflación lleva ya siete meses en negativo, pero con ese ajuste podría beneficiarse en ambos frentes.
José Luis Arce, director de FCS Capital, concuerda que es un gasto que pareciera ir en contradicción con la política monetaria del país, sin embargo considera que el ente emisor todavía tiene espacio para mantener un nivel de compras relativamente alto sin dañar demasiado sus balances.
“Ya no es el Banco Central de los noventa en donde su estado de resultados era mucho más deficitario, entonces hoy tiene más espacio para cargar con ese costo asociado con la intervención en el mercado cambiario. No se debería abusar de él, en el sentido de que la idea no es volver a un deterioro en la hoja de balance o en el estado de resultados que genera una fuente de emisión monetaria permanente, pero todavía tiene espacio”, dice Arce.
La preocupación que debería tener el Central, considera Arce, es cómo mover esa liquidez a instrumentos de mayor plazo para evitar que salgan a la economía.
La ligera ventaja que tiene esta situación es que, dadas las condiciones actuales, es menos apremiante la necesidad de que el Central compre en el Monex en comparación con cuando debe vender, que es lo que suele suceder cuando el tipo de cambio sube abruptamente y que, como consecuencia, deja un hueco en las finitas reservas de la entidad.
Se le consultó al BCCR si todavía siente que hay espacio para mantener ese margen de compras y cuáles han sido las principales tácticas para evitar los efectos negativos, sin embargo, no se obtuvo respuesta al cierre de edición.