Costa Rica experimenta un duro golpe económico a raíz de la pandemia y terminará el año, según estima el Banco Central de Costa Rica (BCCR), con la crisis más aguda de su historia reciente.
El 2020 inició con las previsiones de que sería un mejor año para una población que ya arrastraba altos niveles de endeudamiento, de desempleo y meses de desaceleración económica.
Esos buenos augurios, las buenas intenciones y los planes han ido derribándose desde marzo como un efecto dominó hacia cada una de las trincheras que caracterizan una economía.
La contracción económica que enfrenta Costa Rica es retadora en sí misma, como lo es la crisis sanitaria, pero el desafío se incrementa cuando una realidad como esta golpea a un país que carga con un deterioro fiscal desde hace años y que hoy limita la ayuda que el Gobierno puede darle a los golpeados bolsillos de la población.
El Banco Central estima que la producción se contraerá como nunca antes, el déficit será el peor que se haya registrado, el crédito no crecerá y los riesgos para un mayor deterioro persisten.
Principales expectativas
La previsión del Central apunta a una contracción del 5% en el Producto Interno Bruto (PIB), mayor a la estimación del -3,6% que dio a conocer como primera perspectiva en abril.
La cifra es peor ante el aumento en la tasa de contagio del coronavirus y la revisión a la baja de las proyecciones mundiales y de socios comerciales de Costa Rica.
Esta es una realidad no antes registrada. Al menos no desde que el Central corre la serie del PIB tomando como referencia el año base 2012, cuyos datos se muestran a partir de 1992.
“Se trata de la contracción más fuerte desde 1982, cuando enfrentó una caída del 7,3%″, afirmó Rodrigo Cubero, presidente del BCCR.
Con altos y bajos, la economía costarricense rara vez ha enfrentado recesiones, ha sido robusta en ese periodo de 40 años, añadió Cubero.
¿Cómo evitar una mayor caída? A criterio del economista Alberto Franco, la variable clave será “la efectividad de la gestión de pandemia de modo que sea posible seguir reabriendo, gradualmente, la economía en los meses que restan del año”.
Otras variables son “amarrar” el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para establecer un nuevo camino para estabilizar las finanzas públicas en el nuevo contexto macro y sanitario que viven el país y el mundo, añadió Franco.
En el primer semestre del 2020, la producción cayó 4,3%, por lo que una contracción del 5% supone una recuperación en el cuatro trimestre del año, algo que el economista Luis Mesalles ve difícil de cumplirse en medio de la coyuntura actual.
“El Banco Central incluso se puede estar quedando corto. Mientras persistan las restricciones a la movilidad y al comercio, tal y como lo anunciaron para agosto, creo que será muy difícil que eso se dé”, explicó Mesalles.
Luego de la contracción, el país tendría un rebote que le permitiría dinamizarse 2,3% en 2021. La recuperación será lenta para Costa Rica y el mundo.
Estas cifras provienen de la revisión del programa macroeconómico que dio a conocer la autoridad monetaria este 30 de julio.
La contracción proyectada en la actividad económica costarricense en el 2020 se reflejaría en caídas en el valor bruto de la producción de todos los cantones del país, aunque de distinta intensidad.
A esta conclusión llegó el BCCR al utilizar como base la Matriz Insumo Producto (MIP), que resume la producción del país, mediante un esquema contable de flujo de bienes y servicios.
¿Qué llevó a la economía a tocar fondo? La razón es bien conocida: la pandemia, la paralización de los negocios y las medidas para evitar que el contagio se saliera de las manos incidieron en menores ingresos para las pymes y hasta para algunas grandes compañías, el desempleo y el menor ingreso de los hogares se hicieron inevitables en cuestión de semanas, algo nunca antes visto.
Aunque la causa del deterioro es clara, las expectativas son trazadas en un terreno de incertidumbre.
Tras cuatro meses desde el primer caso de contagio en Costa Rica, los casos continúan al alza y no hay señales de que el mundo se acerque a esa tan esperada luz al final del túnel.
Expectativas alarmantes son señales claras de que es momento de cautela a nivel de gasto para la población.
El crédito está estancado, a pesar de que existe liquidez en el sistema financiero, y se mantendría así hasta fin de año.
Además, la demanda interna caería 3,6% en 2020.
El consumo de los hogares se contraería 3,0%, principalmente explicada por la menor adquisición de servicios de suministro de comidas, bebidas y alojamiento, financieros, transporte, salud, enseñanza y servicios domésticos, así por bienes duraderos y semiduraderos.
En contraste, aumentarían los servicios esenciales: alquiler de vivienda, electricidad, telecomunicaciones, consumo de bienes no duraderos, en particular, productos de farmacia y cuidado personal.
Hasta ahora, el mayor golpe llega a los restaurantes y la industria hotelera, ligadas a la actividad turística.
La inversión, por su lado, caería 8,8% en 2020.
El Gobierno, además, aqueja otro mal que le impide apoyar una recuperación más activa y es su alto nivel de endeudamiento, y la amplia brecha entre los gastos y los ingresos.
El déficit fiscal superará los niveles proyectados por el Ministerio de Hacienda para el 2020 y el 2021, con cifras del 9,3% y 8,1%, respectivamente.
Hasta ahora, la historia de Costa Rica registraba una cifra del 9,1% en el déficit fiscal en 1980.
Respecto al principal objetivo del Central, la inflación, el comportamiento de los precios del consumidor muestra una tendencia a la baja, como consecuencia de la caída en los precios de los hidrocarburos.
La expectativa es que la inflación se ubique por debajo del rango meta del BCCR (ubicado entre 2% y 4%), pero están “firmemente ancladas”. El promedio anual de la inflación sería de 0,8% en 2020.
“Esto da espacio para una postura expansiva y contracíclica, orientada a mitigar el impacto de la pandemia”, indicó el presidente del BCCR.