Luego de importantes tensiones que experimentó el país entre finales del 2018 e inicios del 2019, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) aprovechó la ausencia de presiones inflacionarias para apoyar la reactivación del crédito y de la economía nacional.
En los últimos meses del año, la economía da visos de una recuperación y Rodrigo Cubero, presidente del Central, afirma que estas señales conducirían al país a una moderada recuperación en 2020.
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En medio del pulso de la economía, desde el arranque de su gestión, Cubero, además, demostró que el tipo de cambio puede ser más flexible. Sin embargo, tiende a ajustarse más rápido al alza que a la baja.
A continuación, un extracto de una entrevista que realizó EF a Cubero el pasado 3 de diciembre en el cuarto piso de la entidad emisora en el centro de San José:
La actividad económica empieza a reactivarse, ¿en cuáles industrias está puesta la esperanza?
Vemos un impulso importante pero con tasas moderadas que no se ha transmitido a todas las industrias.
Hemos logrado mantener dinámico al sector de empresas en el regímenes especiales, las que están en zona franca, se mantuvieron a tasas de dos dígitos incluso en el peor periodo de desaceleración (entre finales 2018 e inicios 2019).
Lo que incide en ese rebote es una recuperación en las empresas del régimen definitivo, el sector manufacturero en particular se ha recuperado. En esto ha incidido también la recuperación de las exportaciones a Centroamérica, que habían sido muy afectadas por la situación en Nicaragua, directa e indirectamente (por el tránsito de exportaciones al resto de la región). Además la situación política de ese país afectó la economía de la región, todo lo cual afectaba negativamente nuestras exportaciones hacia esas economías.
El sector agrícola es el segundo pilar de ese rebote, ya que después de tener tasas de crecimiento negativas y estar en recesión, pasa a tener tasas de crecimiento muy moderadas, pero positivas.
¿Existen señales para pensar que las industrias de la construcción y el comercio mejorarán su dinamismo el próximo año?
Sí, hay dos señales importantes. La primera es que el IMAE (Índice Mensual de Actividad Económica) del sector construcción cuando lo anualizamos de un trimestre contra otro trimestre ya refleja una recuperación significativa. Pasa de tener tasas negativas a tasa casi positiva. Hay un rebote que lleva varios meses.
Este indicador se ve acompañado de otros más cualitativos, de entidades financieras que nos han manifestado que ya han tenido proyectos de construcción importantes tocándoles la puerta para pedir crédito.
Y el otro indicador importante cuantitativo es que el crédito en colones, también anualizado trimestre contra trimestre, empieza a recuperarse, además muestra una menor caída en moneda extranjera. Eso sugiere que las industrias que son muy intensivas en crédito, como la construcción, están posiblemente recuperando su apetito, lo cual no es de sorprender porque las condiciones crediticias son mucho más favorables.
El otro sector fundamental es comercio, que sí se mantiene creciendo a tasas negativas. Aquí han afectado muchísimo los segmentos que están ligados a los bienes de consumo duradero, particularmente vehículos, línea blanca, electrodomésticos, que tienden a ser comprados con financiamiento y les afecta mucho la alta situación de endeudamiento que tenemos en los hogares en Costa Rica. Este tema –más allá de la coyuntura– le ha puesto un freno al consumo.
Ahora esperaríamos que las mejores expectativas ayuden al consumo a levantar, pero siempre vamos a tener esa limitante que nos introduce el alto nivel de endeudamiento de los hogares.
Lo que sí vemos es que las importaciones de bienes de consumo final también están repuntando en tasas trimestrales anualizadas. Estas importaciones son un reflejo del apetito de consumo. Esto quiere decir que ya parecemos haber tocado fondo en términos del consumo y que el sector comercial podría entonces empezar a repuntar a la vez que lo están haciendo los demás sectores de la economía.
Eso ya sería la constatación de que la recuperación es completa en la economía costarricense.
Por su lado, las importaciones de bienes de capital son un indicador adelantado del apetito por inversión. Cuando las empresas empiezan a comprar maquinaria y equipo, es decir bienes de capital, eso sugiere que se está viendo un ambiente más positivo para la inversión y eso es lo que estamos viendo un repunte en una serie de indicadores, incluyendo algunos adelantados.
Por ahora, ¿qué se puede esperar del 2020?
Tenemos visos bastante amplios de una recuperación moderada en la actividad económica de Costa Rica, que esperaríamos se empiecen a reflejar en esos dos sectores que todavía en términos de tasas interanuales no están viendo esa reactivación, que son construcción y comercio. De mantenerse, dan crédito a la proyección que el Banco había hecho en su revisión del Programa Macroeconómico en julio de un crecimiento del 2,6% para el año 2020.
Todavía estamos revisando las proyecciones tanto para el 2019, como para el 2020. Produciremos un nuevo conjunto de proyecciones con el Programa Macroeconómico que publicaremos en enero, pero ciertamente en este momento vemos que la recuperación de la economía es coherente con esa recuperación moderada que habíamos previsto para el 2020.
Mercado cambiario
Nos decía en agosto del 2018, cuando asumió, que “para afianzar la credibilidad, debemos ir dando grados de flexibilidad al tipo de cambio”, ¿se ha logrado dar más grados de flexibilidad y se ha afianzado la credibilidad del BCCR?
Sin duda. Me parece que el tema de la mayor flexibilidad del tipo de cambio lo hemos visto. En las estadísticas se puede resumir desde una muy simple que es la volatilidad del tipo de cambio nominal del colón, en relación con el dólar, es mayor en el último año que en los años anteriores. Es una estadística muy simple.
Claramente ha habido una tolerancia del Banco Central a que el tipo de cambio se mueva en ambas direcciones y refleje las tendencias de mercado y eso es justamente la voluntad que manifestamos hace un año y tres meses cuando tuvimos esa primera entrevista.
Y sobre lo segundo, que es afianzar la credibilidad del Banco Central, también. Creemos que se ha logrado la tarea en el sentido de que las expectativas inflacionarias que son una medida de la credibilidad del compromiso del Banco Central con la meta de inflación, con la estabilidad de precios más ampliamente considerada, esas expectativas de la inflación a 12 meses plazo han venido convergiendo al punto medio del rango meta. Particularmente, medidas por la mediana están en el 3%, justamente el punto medio del rango meta del Banco Central.
Cuando el tipo de cambio sube lo hace más rápido y con más intensidad, pero cuando baja los movimientos son más paulatinos, ¿esta es la intención del Central?
Son fundamentalmente las fuerzas del mercado. Ciertamente el mercado parece ser un poco más... se ajusta más rápidamente al alza que hacia la baja.
El sector público no bancario es fundamentalmente deficitario de divisas, de manera que le compra al Banco Central, que después el Central tiene que ir a reponer al Monex (Mercado de Monedas Extranjeras).
Cuando el Banco Central participa en el Monex por cuenta del sector público no bancario, lo hace normalmente en el modo de compra. Eso implica que el Central está mitigando de alguna forma la caída en el tipo de cambio.
El mismo diseño del mercado cambiario, tal cual está hoy, implica que la intervención del Banco Central ayuda a mitigar las caídas en la práctica, porque interviene en esa forma comprándole divisas al sector público no bancario cuando las condiciones son favorables.
Eso no se da en la otra dirección porque como decía el sector público no bancario tiende a ser deficitario en divisas, pero también es cierto que el mercado mismo genera cierta dinámica donde vemos más flexibilidad hacia el alza que hacia la baja. El mercado se tiende a acomodar más rápidamente hacia el alza, que hacia la baja.
¿Deberíamos cambiar ese sistema que favorece más rápidamente el ajuste al alza, que a la baja?
Creo que no. Creo que la decisión que se tomó hace muchos años (cuando se separaron las operaciones del sector público no bancario, en junio del 2014) fue la adecuada, porque la evidencia era que las instituciones públicas, sobre todo las más grandes, acudían al mercado cambiario con necesidades muy fuertes e introducían una enorme volatilidad para el tamaño relativamente pequeño de ese mercado.
Lo que hace el Banco Central es que satisface esas necesidades, pero en una forma más programada, más gradual.
Sin las intervenciones del Banco Central, ¿el tipo de cambio hubiese caído más bajo de lo que lo hizo en noviembre pasado? Solo por citar un periodo de ejemplo
Por lo menos más rápido, no sé si hubiéramos llegado al mismo nivel.
En vez de una tendencia muy rápida con fluctuaciones muy violentas, ahora tenemos una tendencia relativamente moderada con menos fluctuaciones alrededor de esa tendencia.
Coyuntura fiscal
A lo largo de su gestión, ¿la situación fiscal ha dificultado la conducción de la política monetaria?
Definitivamente la difícil coyuntura fiscal de finales del 2017 y principios del 2018 de alguna forma limita la dirección en que la política monetaria se debe haber movido naturalmente de no tener ese problema.
De hecho, me parece que a fines de octubre o principios de noviembre del 2018 tuvimos que subir la tasa de política monetaria (TPM). Había mucha presión y estábamos sintiendo que la presión sobre tasas de interés en el mercado y sobre el tipo de cambio, que estaba empezando a afectar las expectativas de inflación y consecuentemente la trayectoria esperada de la inflación. Las circunstancias nos obligaron, también fue una señal de nuestro compromiso firme con la estabilidad de precios.
Hoy afortunadamente hemos recobrado la tranquilidad en el mercado de financiamiento del Gobierno y eso nos ha permitido manejar la política monetaria en la dirección en que razonablemente debió haberse movido frente a la desaceleración que tenemos y a la alta tasa de desempleo.
¿Cómo están las presiones inflacionarias? ¿Queda margen para mayores ajustes en la TPM?
No descartamos seguir rebajando la Tasa de Política Monetaria, en la medida que eso sea coherente con el rango meta y seguir propiciando condiciones crediticias favorables para la reactivación económica.
La tasa de política monetaria está baja, en 3,25%, las expectativas de inflación a 12 meses plazo en su mediana están en 3%. De manera que si uno usa las expectativas para deflactar la tasa de interés, podría considerarse que la tasa de política monetaria real es 0,25%, todavía está positiva.
Nada impide que la tasa de política monetaria vaya a terreno negativo en términos reales, es decir, descontando la inflación esperada. Es muy común en ciclos de política monetaria expansivos, pero no hemos llegado ahí, no descartamos llegar. Ciertamente lo haremos con una atención muy cercana al comportamiento de las variables económicas que son determinantes de la inflación y de las expectativas.
Vamos a ser muy cuidadosos porque aquí el tema central es afirmar el compromiso con la inflación y segundo lugar también mantener esa credibilidad muy firme.