El precio de la acción de Airbnb se disparó en su debut este jueves en Wall Street, dando entrada a la plataforma de alquiler de vivienda en una élite de empresas con altísimo valor bursátil.
Los títulos de la compañía abrieron a 146 dólares, un 115% más que el precio fijado para salir a la bolsa de valores Nasdaq, de 68 dólares.
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Se trata de una señal de avidez por acciones de empresas que se adaptan a los cambios de estilo de vida impuestos por la pandemia del coronavirus. Con este precio, Airbnb vale más de 100.000 millones de dólares en el mercado bursátil, según los medios estadounidenses.
La propagación de la pandemia en Estados Unidos en la primavera boreal puso un freno a las empresas que deseaban ingresar en los mercados de valores. Pero desde entonces estos se han recuperado y sus inversores muestran un apetito voraz por los recién llegados.
El miércoles, DoorDash, servicio de entrega de alimentos y comidas a domicilio, irrumpió en Wall Street aumentando un 86% su valor en apenas unas pocas horas.
Airbnb había planeado originalmente comercializar sus acciones en un rango de precios de 44 a 50 dólares por unidad, que se elevó unos días después a 56-60, para llegar a los 68 dólares.
El valor de las acciones, que cotiza bajo el símbolo “ABNB”, siguió subiendo la mañana del jueves mientras los corredores y banqueros intentaban medir el interés de los inversores.
Para la ocasión, el Nasdaq desplegó el logo de la plataforma e imágenes de su actividad en el edificio con vistas a la mítica Times Square de Nueva York.
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A falta de poder acudir al lugar para tocar la campana que marca la apertura de la sesión, Airbnb preparó un video que mostraba a sus anfitriones repartidos por todo el mundo tocando el timbre de sus casas.
La compañía recuperó 3.400 millones de dólares en dinero fresco gracias a la operación.
Obstáculos superados
Fundada hace 13 años en San Francisco, la empresa revolucionó la industria del turismo y los viajes de negocios.
Brian Chesky y Joe Gebbia buscaban en 2007 cómo pagar su alquiler y crearon un sitio, que bautizaron AirBedandBreakfast.com, para ofrecerles a los participantes de una conferencia hospedajes baratos en colchones inflables.
A los dos amigos se les unió en 2008 el informático Nathan Blecharczyk y entonces crearon oficialmente Airbnb.
A medida que una grave crisis financiera se extendía por todo el mundo, la idea de encontrar un alojamiento temporal más barato o de conseguir un poco de dinero alquilando una habitación fue sumando rápidamente simpatizantes.
Pero la plataforma ha encontrado obstáculos en el camino. Autoridades municipales y hoteleros han restringido su actividad, preocupados por ver que viviendas privadas se convierten de hecho en hoteles, privando de eventuales viviendas a la gente, favoreciendo la especulación inmobiliaria y generando déficit para el sector hotelero tradicional.
No obstante, reivindica ahora cuatro millones de anfitriones y más de 825 millones de clientes.
El grupo se vio muy afectado por las medidas sanitarias impuestas al mundo este año: su facturación durante los primeros nueve meses de 2020 se hundió un 32% interanual. La empresa tuvo que recaudar urgentemente 2.000 millones de dólares para hacer frente a la crisis y despedir a alrededor del 25% de sus empleados.
Esto le permitió levantar la cabeza durante las vacaciones de verano (de julio a septiembre), cuando ganó 219 millones de dólares.
Airbnb se benefició en particular de los fines de semana largos y las vacaciones en lugares cercanos, así como del deseo de las personas de trabajar a distancia desde un lugar distinto de su hogar.
Al comprar acciones del sitio, los inversores sienten que están apostando por el surgimiento de un nuevo gigante en su sector, señala Gregori Volokhine, gerente de cartera de Meeschaert Financial Services.
“Actualmente la gente tiene miedo de ir a hoteles, lugares públicos, hay un verdadero apetito por alquileres en lugares individuales”, dijo a la AFP. “Y la competencia, como Expedia, está muy por detrás”.
El simple hecho de que Airbnb logre generar ganancias trimestrales también puede ser un activo en Wall Street, donde muchas empresas de la llamada economía colaborativa, como Uber, han salido a Bolsa sin haber logrado nunca ser rentables.