Las personas mayores de 60 años tienen una baja participación en la cartera crediticia del país.
Según datos de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), del total del crédito asignado del sistema del financiero, este grupo de la población representa menos del 17%.
A pesar de que Costa Rica es uno de los países latinoamericanos con mayor inclusión para personas mayores de 60 años, según el estudio de Inclusión Financiera del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), existe poca oferta en el mercado para un segmento que cada día se vuelve un participante más importante dentro de la población económicamente activa.
![](https://www.elfinancierocr.com/resizer/v2/A7AQ6XXSL5HP7BTHS2C2OEHXFU.jpg?smart=true&auth=6e9a0ad6a519b0f373c28417f66baf0fa8e0a765f85ed9432307a2485e853e08&width=1000&height=864)
Este grupo de costarricenses dentro de la fuerza laboral creció 22,3% en el segundo trimestre del 2018 con respecto al año anterior, lo que implicaría que más personas luego de la edad de jubilación (que es aproximadamente a los 64 años) se están manteniendo dentro de la fuerza laboral o están optando por nuevos empleos.
Para el organismo internacional, cuando las personas carecen de préstamos y tienen poco ahorro, les es más difícil evitar cambios bruscos en los gastos, emergencias y ajustes en el estándar de vida de los hogares.
Mismos requisitos, condiciones diferenciadas
En el mercado local los requisitos de los préstamos para el segmento de personas mayores de 60 años son los mismos que para cualquier otro cliente. Sin embargo, algunas entidades financieras y aseguradoras hacen diferenciación entre este grupo para el otorgamiento de financiamiento y solicitan requisitos adicionales, como codeudores, seguros particulares y exámenes médicos.
De las cinco entidades bancarias públicas y privadas consultadas por EF, solo el Banco de Costa Rica tiene condiciones diferenciadas para este grupo, solicitando un codeudor para finiquitar la operación.
Es posible que por este motivo muchos busquen financiarse fuera del sistema bancario nacional.
Según el BID, fuera del sistema encuentran opciones que le permiten acceder a productos y servicios por medio de financiamiento, en empresas que no están reguladas que se dedican a brindar préstamos y comercios dedicados a la venta electrodomésticos.
En estas entidades la participación es muy similar a la banca. Un 14% del total de crédito otorgado por otras entidades no bancarias se destina a adultos con edades por encima de los 60 años.
Características propias
Hay algunos factores estructurales de la población y características que hacen que soliciten menos préstamos.
Uno de las condiciones principales que propicia esta situación es cuando en el país la tasa ocupación de personas con más de 40 años se reduce significativamente, lo cual genera que las personas no tengan un ingreso estable que sustente la valoración de un financiamiento.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de desempleo es mayor a partir de los 44 años que en cualquier otro grupo etario.
Para César Tamayo, especialista de la División de Conectividad, Mercados y Finanzas del BID, el hecho de que en Latinoamérica haya menor alfabetización financiera, especialmente en la población mayor, influye en el menor acceso a productos financieros.
“La poca educación financiera hace que los adultos mayores sientan desconfianza o desinterés por productos financieros” explicó Tamayo.
A pesar de esto, el factor que incide en las necesidades financieras es la asociación existente con el ciclo de vida de las personas.
Para Leonardo Soto, gerente de productos de crédito de Scotiabank, cuando una persona ingresa a la población económicamente activa, sus necesidades financieras se satisfacen con cuentas de ahorro y luego una tarjeta de crédito.
“Bajo esta consideración, un cliente mayor de 60 años por lo general se encuentra en una etapa donde el financiamiento no es una necesidad primaria. Usualmente el cliente ya ha conformado su patrimonio o se encuentra en el último proceso de ahorro para la pensión”, explicó Soto.
Una vez que dejan de laborar, muy posiblemente cerca de los sesenta años, al llegar a la edad del retiro, los ingresos se reducen y es posible que hagan menos uso del financiamiento.
Según el BID, el fenómeno de que los adultos mayores que ahorraron para una pensión tengan menores necesidades de deuda es algo que se da en todos los países del mundo, incluso en los desarrollados.
Nuevas necesidades
Aunque se considera saludable un nivel bajo de endeudamiento en este segmento, en el mercado hay pocas opciones de crédito destinadas al sector.
Para María Isabel Cortés, directora de la Asociación Bancaria Costarricense, a pesar de que hay circunstancias que influyen en que las personas luego de los 60 años participen menos en el saldo de crédito, existe una ventana de oportunidades importante en el sector financiero para crear ofertas de valor para el segmento.
Para Cortés es importante que el sector financiero genere productos para este mercado, en especial si se considera o se observa el comportamiento de la tasa de ocupación de los adultos mayores.
Entre el segundo trimestre del 2017 y el mismo período del 2018, la tasa neta de participación de la población adulta mayor pasó de 24,7% a 27% y la tasa de desempleo se redujo de 4,3% a 3,7%.
Para el BID, es recomendable que este grupo tenga mayor acceso al crédito ya que, en hogares donde hay adultos mayores, el financiamiento ayuda a suavizar el consumo, es decir, que tenga una menor proporción dentro del total de los ingresos.
LEA MÁS: ¿Cómo funcionan los planes de crédito y ahorro del Invu?