La adquisición de Scotiabank por parte de Davivienda no es una maniobra pequeña: si bien estas dos entidades no forman parte de los cuatro grandes —los sistémicos, como se les conoce técnicamente—, se trata de la unión del segundo y el tercer banco privado más grande del país; dos “medianos”, por llamarlos de alguna forma. ¿Pero hacen dos “medianos” un grande? Analizamos cómo sacude este movimiento el mercado bancario.
Empecemos por los números de cada uno: Davivienda y Scotiabank tienen una porción de igual tamaño del mercado crediticio: representan un 6,68%, cada uno, del total de la cartera de préstamos del sistema bancario, según datos de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), a noviembre del 2024.
Su unión lo que hace es duplicar su músculo al subir su participación a un 13,36% en caso de que ocurriera hoy mismo y con los datos disponibles. Si bien todavía queda lejos del máximo prestamista, el Banco Nacional (25% de la cartera total), ya empieza a pisarle los talones al Banco Popular, el banco sistémico menos grande del país (un 16,24% del mercado).
Un banco sistémico es aquel que, por su gran tamaño e interconexión con el resto de entidades y la sociedad, tiene el potencial de desestabilizar el sistema financiero. Es decir, son instituciones a las que los supervisores siguen aún más de cerca, ya que el país no puede darse el lujo de que fallen. En Costa Rica estas entidades son el Banco Nacional, el Banco de Costa Rica (BCR), el BAC y el Banco Popular, según la clasificación de Sugef.
Aunque en cartera Davivienda todavía quedaría por detrás del Popular, en depósitos no sería así. Datos de Sugef muestran que Davivienda y Scotiabank, juntos, tienen una captación a plazo y a la vista con el público mayor a la del Popular: ¢2,76 billones versus ¢2,63 billones.
¿Basta esto para considerarlo como un nuevo sistémico? Solo el tiempo lo dirá a ciencia cierta, pero Bernardo Alfaro, exsuperintendente de Sugef y exgerente del Banco Nacional, cree que sí.
“Davivienda va a quedar con un rezago pequeño en activos con el Popular y en obligaciones con el público ya están iguales, entonces las probabilidades de que sea sistémico son altísimas”, considera Alfaro.
Un nuevo grande
Carlos Fernández, exgerente del Banco de Costa Rica (BCR), también considera que esta adquisición dará vida a un quinto grande. Incluso se imagina al banco comprador rebasando al Popular en el futuro.
El mismo presidente ejecutivo de Davivienda, Javier Suárez, admite sentirse ya “muy cabeza a cabeza” con los otros grandes, según le mencionó a este medio.
Aún es pronto para saber si se consolidará esa nueva hegemonía, pero al exsuperintendente tampoco le extrañaría si sucediera, pues califica a Davivienda como un participante “agresivo”, según recuerda de su tiempo como jerarca del Banco Nacional, donde estuvo hasta el 2023.
“Yo me los topaba muy frecuentemente en banca corporativa, de personas y pymes porque ellos han tenido una estrategia de banca universal muy clara: se han metido en muchos campos. Muchas veces queríamos traernos algún cliente y con quien había que competir era con Davivienda”, recuerda Alfaro.
La adquisición de Scotiabank también viene a diversificar su cartera de clientes. Aunque son dos entidades de un mismo tamaño, Scotiabank apuesta más por banca de personas (66% de su cartera), donde es fuerte en vivienda, vehículos y tarjetas, mientras que Davivienda se enfoca más en el sector corporativo y empresarial (52%), pero siempre con un ojo puesto en las personas físicas (40%).
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Esto pone al banco comprador en una posición para volverse incluso más generalista, similar a casos como el BAC, el Banco Nacional, y el BCR, entidades que suelen tener presencia fuerte en todo tipo de créditos.
Tanto Alfaro como Fernández creen que este cambio en la balanza tiene el potencial de ser beneficioso para el sistema y los usuarios, pues obligará a los cuatro grandes a dar un mejor servicio si no quieren que Davivienda se acerque todavía más a sus números.
“Yo siendo un banco del Estado estaría muy preocupado porque se los van a seguir comiendo los dos privados (BAC y Davivienda). Tienen que replantear su negocio, enfocarse mucho en el servicio del cliente y agilidad, y tocarle la puerta a la Asamblea Legislativa para que le quiten todas las cargas parafiscales que tienen”, considera Fernández.
Eso sí, esta no es una victoria garantizada para Davivienda, ya que crecer inorgánicamente por medio de una absorción trae retos importantes. Para comenzar, tiene que pensar en cómo retiene a los depositantes de la entidad que absorbe, ya que son clientes que apostaron originalmente por Scotiabank para resguardar su dinero, no por Davivienda.
También tendrán que ver cómo integran, a lo interno, dos culturas organizacionales que pueden ser diferentes, además de dos gestiones de riesgo distintas. Eso sin contar el reto tecnológico de acoplar los sistemas informáticos.
“Tienen que ver qué se puede aprovechar o qué hay que simplemente absorber y asumir dentro de los sistemas de Davivienda. Son un montón de valoraciones las que van a tener que hacer y típicamente estas fusiones generan una jaqueca que dura su par de años”, dice Alfaro.
La ventaja es que no es la primera vez que lo hacen: recordemos que Davivienda dio su primer gran golpe en Costa Rica en 2012, cuando compró las operaciones de HSBC en Costa Rica, El Salvador y Honduras, uno de los bancos globales de más renombre mundial.
Sin “medianos”
La absorción de la cartera de Scotiabank no solo acerca a Davivienda a conversar en la mesa de los sistémicos, sino que lo aleja del resto de bancos privados. En cierta forma separará el mercado entre los bancos “grandes” —donde puede quedar Davivienda— y los pequeños, considera Fernández. Tanto es así que si sumamos la cartera de las nueve entidades restantes —las no sistémicas— solo se llega a un 10% del mercado crediticio.
En otras palabras, el nuevo Davivienda estaría más cerca del Popular que de cualquier otro banco, aún si alguien comprara el resto de la competencia no sistémica. Su competidor más cercano sería Promérica, que apenas cuenta con un 4,37% del mercado prestamista, sin embargo, este es un banco que sí es potencia en un apartado: se trata de la segunda entidad más tarjetera del país.
Los voceros de Davivienda y Scotiabank ya confirmaron que el proceso de integración puede alargarse hasta por un año, así que todavía falta un tiempo para ver a este nuevo grande de forma definitiva. También está por verse cuál será la postura que tomará la entidad de capital colombiano: si se quedará cómodo en ese quinto lugar o si buscará escalar más posiciones. Lo que sí parece ser cierto es que se trata de una adquisición que tiene el potencial de mover las balanzas del sistema bancario.