La deuda del Gobierno Central adoptó un perfil más riesgoso en 2018, un año en el que se hizo aún más evidente el deterioro de las finanzas públicas.
Los instrumentos en dólares, con vencimiento a menor plazo y a tasa de interés variable ganaron espacio dentro de la composición del portafolio.
La conjugación de estos tres factores le sumó riesgos a la administración de la deuda, realidad que quiere cambiar el Ministerio de Hacienda.
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De ahora en adelante, la meta es reestructurar ese perfil y reducir los riesgos adquiridos en el último año.
¿Es posible lograrlo? Con la reforma fiscal la hacienda pública ganó votos de confianza en el mercado de valores y los inversionistas invirtieron con más fuerza en bonos estatales desde entonces, aunque a cambio de tasas y plazos no deseados por el Gobierno.
Hacienda mantendrá un fuerte requerimiento de recursos, al menos para el primer semestre del año, y se espera que esto presione las tasas de interés del mercado local.
En 2019, la Tesorería Nacional debe atender ¢2,4 billones en vencimientos (13% de la deuda) y el 66,8% de ese monto está concentrado en los primeros seis meses del año; mayo es el pico más alto.
Además, tanto los recursos del financiamiento externo, como los provenientes de organismos multilaterales, son contemplados por las autoridades económicas para la segunda mitad del año, y por esto, las arcas estatales dependen al 100% de la confianza del mercado local.
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Es difícil pensar que el mercado le despejará fácilmente el camino a Hacienda. Un factor positivo es que desde la aprobación de la reforma fiscal las tasas dejaron su escalada, aunque se mantienen altas.
La estrategia
Durante la presentación del plan de endeudamiento para el primer semestre del 2019, el Gobierno mostró su intención de mejorar ese perfil.
La reestructuración del perfil de la deuda es la meta principal y lo que pretende es lograr que el grueso de los vencimientos estén denominadas en colones, a tasa fija, y la mitad o más tengan un plazo que supere los cinco años.
Hacienda trazó límites para esas variables, por primera vez no solo para el semestre, sino para el mediano plazo.
Uno de los principales es que la participación de los dólares no supere el 35% dentro de la deuda total del Gobierno.
Tampoco se quiere que la tasa variable supere el 20% de la deuda, lo que ha ocurrido en los últimos dos años.
Respecto al plazo, el principal cambio llegaría al monto que vence a menos de un año. La expectativa es que llegue a un tope de 10%.
¿A qué obedece este plan? El perfil de riesgo aumentó y es necesario ajustarlo.
La deuda alcanzó los ¢18,6 billones en 2018. Casi el 41% de esa cifra corresponde a títulos en dólares, cerca del 40% vence en menos de cinco años y una quinta parte tiene una tasa variable.
Todos estos factores ocasionan una presión sobre el flujo de caja del Gobierno.
La maduración promedio de la deuda externa pasó de 15,6 años en 2017 a 14,8 en 2018. En la deuda interna pasó de 6,3 a 5,7 años.
El deterioro de esas cifras ocurrió el año pasado. Los inversionistas demandaron otras condiciones para comprar bonos estatales, a cambio de asumir un riesgo mayor.
Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch redujeron la nota que le dan a los bonos costarricenses internacionales por el nivel de deuda y poco acceso a financiamiento.
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También, el tipo de cambio y las tasas de interés subieron, mientras la economía bajó su nivel de crecimiento. Todo esto encarece la deuda.
El camino hacia la meta
¿Cuáles resultados se han logrado en las primeras semanas del 2019? Por ahora, se ha visto una mayor participación de los inversionistas locales, que dejaron atrás las subastas con nula convocatoria.
Además, pareciera que la subida de las tasas de interés se estacionó, aunque mantiene en niveles altos.
Por ejemplo, un bono en colones con vencimiento al 2030 ofrecía un rendimiento de 10,45% en julio, pero llegó a 12,88% en noviembre. Las subastas de febrero del 2019 muestran esta misma última tasa.
“Por lo menos ya no estamos haciendo deuda cada vez más cara, sino que vamos controlando un poco ese crecimiento”, explicó el viceministro Acosta.
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Los títulos que Hacienda ha subastado este año tienen vencimientos al 2030, en colones, y 2026, en dólares. Aún así, se mantiene una fuerte captación principalmente en bonos a menos de cinco años.
“Todos quieren plazos más largos, siempre y cuando se mantenga la tasa, porque ya está alta”, añadió Acosta.
Entre enero y el 25 de febrero del 2019, el Gobierno captó $1.085 millones, una cifra prácticamente igual a la del año previo, que además está concentrada en un 75% a un plazo de cinco años o menos.
En adelante, la confianza del mercado y los canjes serán determinantes. Hacienda espera captar en los primeros seis meses ¢1,4 billones, de los cuales ya lleva unos ¢458.000 millones.
Las urgencias en la caja chica se mantendrán hasta que ingresen los recursos de una nueva emisión de eurobonos, siempre y cuando la ley respectiva sea aprobada por la Asamblea Legislativa.