La emergencia sanitaria originada por el nuevo coronavirus desató la crisis de una economía mundial que apenas mostraba visos de recuperación.
En medio de los infinitos retos que este panorama arroja, el sistema financiero vive una de las realidades más delicadas y los bancos centrales del mundo luchan para evitar que el COVID-19 despierte una nueva crisis de liquidez.
A nivel local, la banca transitará un periodo retador con la tarea fundamental de evadir la insuficiencia patrimonial y la iliquidez.
Los riesgos de la banca
A inicio de año, el nuevo coronavirus era mapeado como un riesgo menor en las previsiones económicas de los principales organismos internacionales. Tan solo tres meses después representaba el mayor desafío a nivel mundial.
En enero, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) estimó que el crecimiento de la producción sería del 2,5% para este 2020 (2% del 2019), y el crédito se reanimaría. Ahora es un hecho que revisará esa estimación a la baja.
La crisis tomó al país en su peor forma: sin margen para que la política fiscal atenúe el impacto de la pandemia. El alto nivel de la deuda y el déficit fiscal le dificultan al Gobierno la inyección de capital al mercado financiero o a las empresas.
Con la llegada de la crisis sanitaria, muchos hogares y negocios vieron caer sus ingresos y su capacidad de pago.
Todo este panorama sitúa al sector financiero en un terreno adverso, en un momento en el que además este segmento apenas se recuperaba de un alza en los indicadores de morosidad y un deterioro en el ritmo de crecimiento del crédito.
Cuando la liquidez de familias y negocios baja, estos acuden al sistema financiero en busca de oxígeno, sea para renegociar las deudas pendientes o adquirir nuevos recursos para sostenerse.
La banca debe satisfacer la demanda de financiamiento para que la economía camine lo menos lento posible, al mismo tiempo que debe enfrentar la imposibilidad de muchos deudores de atender el pago mensual de las deudas.
La crisis económica del 2008 se originó en el sector financiero y luego se transmitió al resto de la economía a través de la contracción del crédito. No existían recursos suficientes para prestar.
En esta ocasión, el sector financiero recibe los efectos de la crisis sanitaria y la liquidez también puede verse golpeada.
Si no hay liquidez, los bancos no pueden prestar recursos.
Esta pandemia llega en un momento en el que por suerte la banca en suelo costarricense tiene una liquidez robusta, pero en medio de una crisis esos recursos pueden ser insuficientes.
“Para el sector financiero la situación que se desata con la pandemia del coronavirus es muy delicada, porque afecta por un lado, los activos que tienen los créditos y por otro, la capacidad de pago de muchos deudores se ve afectada por el golpe económico”, dijo Rodrigo Cubero, presidente del BCCR en una entrevista con EF el 1 de abril del 2020
Un riesgo inminente es la posibilidad de que los bancos del exterior cierren las líneas de crédito a la banca local, lo que afectaría aun más su posición de liquidez.
Si los bancos están muy ajustados en liquidez, es probable que suspendan todo tipo de crédito para enfrentar salidas de depósitos.
En esta lucha los más afectados serán los bancos más pequeños, los cuales deberán reducirse al máximo “en todo” para sobrevivir, anotó dijo el exbanquero Carlos Fernández.
Los bancos centrales del mundo luchan para evitar que la crisis económica derive en una crisis financiera y para ello inyectan liquidez en los mercados y aplican medidas expansivas.
Por ejemplo, la Reserva Federal de Estados Unidos anunció que dotaría de la liquidez necesaria al sistema bancario y llevó sus tasas casi a cero con tal de impulsar el crecimiento de la economía.
El BCCR, por su parte, anunció una participación más activa y también en dólares, antes lo hacía solo en colones, en los diferentes mercados financieros y bursátiles del país, también, redujo su tasa de referencia a un mínimo histórico.
“El Banco Central está listo para proveer la liquidez necesaria a los mercados financieros en colones y también en dólares, en la medida que nuestros recursos lo permitan y siendo cautos”, comentó el jerarca del Central.
Otro riesgo proviene del exterior: los activos financieros del mundo muestran volatilidad.
Si el precio sube de forma acelerada, los rendimientos bajaran considerablemente y una buena parte de los ingresos de la banca depende del comportamiento de esos precios.
Las entidades financieras optaron por dar a la población periodos de gracia en el pago de sus préstamos, para evitar un deterioro en la cartera de crédito. Al hacerlo, dan un respiro a la población, pero asumen riesgos.
“No es seguro que una buena cantidad de esos clientes, crucen el puente de la crisis económica y puedan pagar a futuro, porque la reactivación económica no arranca de inmediato y los bancos cobrarán vencido el periodo de gracia”, dijo Fernández.
La adjudicación de bienes muebles e inmuebles puede aumentar, y la banca deberán flexibilizar condiciones para luego deshacerse de ellos.
Como segundo paso, luego de la moratoria de los préstamos y una vez pasada la etapa crítica de la crisis sanitaria, la banca debería reestructurar las operaciones activas a mayor plazo y tasas, para recuperar ingresos por la vía de los intereses, añadió Fernández.
Si los ingresos se ven golpeados, la banca tendrá que buscar cómo recuperarse.
Por ahora es ineludible que las utilidades tenderán a deteriorarse y el negocio de intermediación se frenará. A medida que las tasas bajan, cae el ingreso, y existe un alto riesgo de impago por parte de deudores que enfrentan una situación crítica.
En el Congreso se han expuesto intenciones de permitir una moratoria generalizada en los préstamos. Es decir, permitir que todo deudor pueda no pagar la cuota mensual en un periodo determinado.
Por ahora la banca aplica periodos de gracia a discreción, según el sector de afectación (con énfasis en turismo y comercio), la situación laboral del deudor (si fue despedido, le redujeron o suspendieron temporalmente su jornada de trabajo) y la capacidad de pago.
“Hacerlo en términos generales puede hacer que se apoye a mucha gente que no lo necesita y que los bancos entren en problemas financieros”, anotó Luis Mesalles, economista y analista de Ecoanálisis.
Luego de la crisis, la banca seguirá golpeada y entra la duda de si la regulación permitirá un mayor grado de flexibilidad en resultados.
“Pasada la crisis, es prudente que Conassif y Sugef revisen las normativas sobre suficiencia patrimonial, liquidez y endeudamiento del sistema financiero nacional”, afirmó el exbanquero William Hayden.
El camino adverso apenas inicia y el sector financiero no la tiene fácil, quedará esperar cómo lo afrontará, pero en medio de todo esto la banca deberá que reducir gastos al máximo para enfrentar los meses venideros.