Este año el país crecerá menos que en 2023 y menos de lo esperado originalmente. Así lo proyecta el Banco Central de Costa Rica (BCCR) en su último Informe de Política Monetaria. ¿Qué tan malo es esto? La respuesta está escondida en una escala de grises. Le explicamos.
¿Qué dicen las proyecciones?
Según la última proyección del BCCR, el Producto Interno Bruto (PIB) crecería en un 3,8% al finalizar este año. Esta es una tasa menor al 5,1% en que creció el país en 2023. También es inferior a las proyecciones que se tenían en octubre del 2023 (4,3%) y a enero del presente año (4%). Es decir, hay un ligero deterioro en lo que el Banco Central espera para el PIB.
Este es un fenómeno contrario al que se dio en 2023, cuando las proyecciones mejoraron conforme avanzó el año.
¿Es un 3,8% mucho o poco?
Para poder valorar ese crecimiento primero hay que ponerlo en perspectiva con nuestro pasado y con la coyuntura mundial.
Si lo comparamos con el crecimiento de los últimos diez años, no es un porcentaje bajo, pero tampoco es de los mejores. Desde el 2014, la variación interanual promedio del PIB es de 3,4%. De cumplirse la actual proyección sería el sexto año con mayor variación al alza en la última década. En otras palabras, parece ser un crecimiento regular: ni bueno ni malo.
“Crecer a un 3,8% no no lo veo como tan preocupante en el sentido de que la economía se va a caer y que va a haber más desempleo y demás, no lo veo de esa forma, creo que en las condiciones actuales es una tasa de crecimiento aceptable”, considera Juan Pablo Arias, economista de la Bolsa Nacional de Valores.
Óscar Prado, director de Análisis Económico del Banco Nacional, agrega que la proyección también le parece un crecimiento decente ya que sería un 3,8% posterior a una variación alta (5,1% en 2023). Esto porque no es lo mismo crecer sobre una tasa negativa que sobre una buena base. Un ejemplo de dicho fenómeno es el 2021, año en el que se creció en un 7,9%, pero cuyo punto de comparación fue la contracción del -4,3% del 2020.
Si nos comparamos con el mundo, en cambio, pareciéramos destacar más. Según las proyecciones de la Organización Mundial para el Desarrollo Económicos (OCDE), Costa Rica sería el país miembro cuyo PIB crecería más. Esto a pesar de que OCDE pronostica un dígito ligeramente menor al del BCCR: 3,6%.
En los números de la Organización, el país crecería más que otras economías consolidadas como Estados Unidos (2,56%), Reino Unido (0,44%), Canadá (1,04%) y Japón (0,45%). También lo haría en un ritmo más alto que el promedio mundial (3,07%), la Zona Euro (0,73%) y OCDE (1,69%). La diferencia es que en el resto del mundo la tendencia ha sido de un ligero aumento en las proyecciones, mientras que en el país se han revisado a la baja.
Arias explica que es relativamente normal que un país pequeño como Costa Rica crezca más que las potencias debido a que lo hace desde una base más pequeña. Al ya estar tan consolidados, países como Estados Unidos tienen un techo más bajo.
Sin embargo, Arias sí considera destacable que crezcamos más que otras economías en desarrollo como México (2,2%) y Colombia (1,17%), ambas también parte de la OCDE.
“La resiliencia que ha tenido esta economía se debe en parte a que estamos insertados en el mercado internacional (principalmente en el sector de servicios) y a que hemos aprendido a importar aquellos productos en los que no somos buenos produciendo localmente y a exportar los productos en los que tenemos una ventaja competitiva respecto al resto del mundo. Creo que hemos sido eficientes desde hace bastantes años ya en nuestro comercio exterior”, explica el economista de la Bolsa.
¿Por qué podría preocupar la revisión a la baja?
Pese a que no es un crecimiento particularmente bajo en comparación a los últimos años y que es alto versus el resto del mundo, el hecho de que se observa una desaceleración continua podría levantar algunas alarmas.
El Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE), por ejemplo, ha crecido menos por siete meses consecutivos. La desaceleración más marcada se ha dado en las actividades realizadas bajo el Régimen Especial (RE), las cuales pasaron de crecer hasta en un 22% el año pasado a un 6% en febrero de este año.
En el RE están empresas con beneficios fiscales, normalmente ubicadas en zonas francas.
Si bien no era realista pensar que el RE siguiera creciendo a una tasa así de alta, la desaceleración no deja de ser llamativa especialmente porque todavía no se está comparando con su punto más alto (mayo del 2023), cuando el efecto base podría ser más fuerte.
Hasta febrero —último dato disponible—, el Régimen Especial acumula nueve meses seguidos en desaceleración.
En el caso del Régimen Definitivo (RD), donde se ubica la economía más tradicional, la desaceleración es menos grosera. Además, desde noviembre se mantiene en valores similares, en torno al 3,5%. En el RD está alrededor del 80% de la producción del país.
Sin embargo, la desaceleración no es bajo todas las ópticas: en el cuarto trimestre del 2023 y el primero del 2024 se creció en el mismo nivel (4,9%). Además, el crecimiento en el PIB este primer trimestre fue mayor al del mismo periodo del año pasado: 4,9% versus 4,2%. El mayor consumo de los hogares estaría detrás de una buena parte de ese aumento, ya que subió en un 5% (3,3% en 2023).
No obstante, Daniel Ortiz, director de Cefsa, ve ese fenómeno con preocupación. “El consumo crece un 5% en el primer trimestre, pero el anual va a crecer un 2,6%, eso significa que en los próximos nueve meses el consumo tiene que decrecer bastante rápido para que en el agregado esa cifra anual pegue”, menciona.
Es decir, según las proyecciones la parte más complicada del año todavía está por venir.
¿Quiénes crecerán menos?
La construcción y la manufactura destacan como dos actividades que verían un crecimiento más reducido en comparación con el año anterior.
Según se detalló en la presentación del último Informe de Política Monetaria de abril, la construcción pasaría de crecer un 13,5% a solo un 3,3%, mientras que la manufactura bajaría de un 8,4% a un 3,5%.
Los hoteles y restaurantes, en cambio, mantendrían una tasa de crecimiento similar: 8,3% versus 8,1%. Únicamente las actividades inmobiliarias y las de financieras y seguros crecerían más de un punto porcentual con respecto al 2023.
Si se observan las proyecciones del PIB por componentes del gasto, el crecimiento de las exportaciones se reduciría casi a la mitad: de un 10% a un 5,4%, mientras que la formación bruta de capital bajaría de 8,6% a un 6,8%.
La caída más drástica sería en el consumo de los hogares: de un 5% a un 2,6%. Las importaciones, por su parte, subirían de 5,2% a un 6,5%.
¿Qué hay detrás de la desaceleración?
Es relativamente normal que después de un buen año el crecimiento se ralentice, aún así Ortiz considera que hay elementos concretos de la economía costarricense contribuyen a esa baja más allá del efecto base. Entre ellos menciona la deflación en la que se encuentran los precios. Con datos hasta abril, el país acumula 11 meses de inflación por debajo del 0%.
El economista de Cefsa señala las recientes reducciones en la Tasa de Política Monetaria como una posible señal de que el Banco Central se esté dando cuenta del impacto de la deflación sobre el crecimiento del país. También menciona que, de continuar está tendencia, Costa Rica corre el riesgo de caer en un círculo deflacionario que pueda afectar el crecimiento futuro.
“Cuando una inflación se vuelve negativa por mucho tiempo la gente tiende a posponer el consumo que podrían estar haciendo hoy, se empiezan a vender menos bienes y servicios, las empresas contratan menos, se produce menos, el Estado recauda menos y, por ende, se empieza a crecer menos”, explica Ortiz.
Arias dice que ese riesgo, si bien es posible, todavía lo ve lejano. El economista de la Bolsa se fundamenta en que la inflación subyacente —a la cual se le descuentan los precios más volátiles— nunca ha sido negativa y en que se espera que en el segundo semestre del año la inflación regrese a terreno positivo.
Ortiz también menciona que un menor tipo de cambio podría también ser responsable de una parte de este fenómeno, en especial cuando se toma en cuenta que parte de las actividades que crecerían menos están expuestas a la variación del dólar. “¿Qué le está pasando a las exportaciones de servicios y bienes? Se desaceleran muy rápido”, dice.
Según la última Encuesta Trimestral Sobre Opinión de Empresarios, realizada por el Instituto de de Investigación en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica (IICE-UCR), el 61% de las empresas exportadoras consideran que el precio del dólar les afectará negativamente, el 30,6% no espera ningún efecto y el 8,2% estiman que les beneficiará.
¿Qué espera el sector productivo?
Según la última Encuesta de Desempeño y Perspectiva Empresarial de marzo de 2024 del BCCR, las empresas esperan un crecimiento de apenas un 0,6% interanual en su producción.
Las industrias que esperan un mayor crecimiento son manufactura (5,1%), alojamiento y servicio de comida (4,9%) y agricultura (4,6%). Por el contrario, las que estiman mayores reducciones son las que caen en la categoría de “otras actividades” (‐5,6%), las profesionales, científicas y técnicas (‐5,2%) y las de enseñanza (‐2,3%).
Según recopiló la encuesta, la percepción de aumento en la producción es atribuida, principalmente, a incrementos en la demanda, nuevos contratos, ajustes en los precios, aumento de la estructura productiva y apertura de nuevos establecimientos.
Las reducciones, en cambio, se deben principalmente a variaciones del tipo de cambio, condiciones climáticas, mayor competencia, reducción de la demanda y cancelación de contratos.
Además de una producción menor al 1%, las empresas encuestadas anticipan un aumento del 3,3% en los precios de los bienes y servicios vendidos. Por otro lado, en los costos se espera un encarecimiento del 4,5% para cuando finalice el 2024.
Los índices de confianza empresarial por el momento siguen en terreno positivo. Para el primer trimestre del 2024, el Índice de confianza del agente económico del BCCR cerró en 58,74, ligeramente por encima de los 58,22 de la última lectura del año anterior. Mientras que el Índice de Expectativas Empresariales del IICE-UCR subió de 56,9 puntos a 57,5.
Un valor superior a los 50 es considerado como “optimista” en ambos índices.
A falta de que se publiquen las actualizaciones con el primer trimestre del año, el Índice Empresarial de Confianza de la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado cerró en 5,8 el 2023. En esta escala 5 es considerado como positivo.
De momento, aunque la desaceleración es evidente, se ve poco probable que se convierta en una contracción, como sí sucedió durante el primer año de pandemia, en especial ahora que la política monetaria está cerca de llegar a un postura neutra, lo cual podría encaminar la inflación hacia la meta del 3% del BCCR.