La economía de Costa Rica se llenó de nubarrones en poco tiempo. En los últimos meses cayó la Inversión Extranjera Directa (IED), bajó la visitación turística, el consumo de los hogares perdió impulso y el sector agropecuario entró en recesión, al tiempo que otras actividades como el comercio han empezado a enfriarse.
Hay varios factores adversos que se combinan y que explican estos resultados. En el mundo, la guerra comercial iniciada por Donald Trump impone barreras comerciales, frena inversiones y reduce la capacidad de consumo y de viaje para los estadounidenses; mientras que, en Costa Rica, la cercanía de la campaña electoral, la estabilización del dólar en los niveles más bajos de la década y las tasas de interés elevadas también generan brisas sobre varios sectores.
Tantas nubes juntas podrían disiparse en poco tiempo o derivar en una ‘tormenta perfecta’: ese icónico concepto con el que los economistas se suelen referir a la combinación de varios factores negativos que, una vez juntos, generan más estragos de los que harían por separado.
Por ahora, nada es definitivo. El crecimiento general de la economía costarricense continúa, pero los nubarrones ya ocasionan algunas lluvias y aguaceros aislados sobre sectores clave de la producción. ¿Se mantendrá el buen tiempo?

Internos y externos
La calma de la economía costarricense de los últimos años se enfrenta a desafíos internos y externos al mismo tiempo, y son múltiples.
En casa, el precio del dólar se estabilizó pero en los niveles más bajos de la última década. Esto no solo encareció las operaciones del sector exportador, sino que además restó atractivo a Costa Rica como destino turístico.
Cada dólar que un turista gasta en Costa Rica tiene una menor capacidad para comprar bienes y servicios con respecto a años antes.
En otras palabras, es un factor que golpea a dos de los principales motores de la economía costarricense.
La gravedad de la situación la resumió en una reciente entrevista con EF el presidente de la Asociación de Empresas de Zonas Francas de Costa Rica (Azofras), Rónald Lachner. “Algunas empresas me dicen que los tres principales problemas de competitividad del país son número uno, tipo de cambio; número dos, tipo de cambio y número tres, tipo de cambio”.
A ello se suma una política monetaria restrictiva por parte del Banco Central que mantiene las tasas de interés altas frente a las amenazas inflacionarias. Esta es una cuestión que frena el acceso al crédito y la inversión, pero que el Central estima necesaria para evitar mayores presiones sobre los precios.
Y, por último, está la campaña electoral de 2026, que ya aparece como telón de fondo. En un ambiente de total incertidumbre, este es otro factor que invita a esperar antes de tomar decisiones importantes como inversiones.
Fuera del país, por otra parte, la economía internacional apenas están el proceso de adaptarse a la guerra comercial iniciada por Donald Trump, y Costa Rica es parte de ese fenómeno.
El mandatario estadounidense no solo estableció nuevos impuestos de importación sobre los productos de Costa Rica (primero de un 10% y más recientemente de un 15%); sino que sus políticas proteccionistas desincentivan a las empresas estadounidenses para que inviertan fuera del suelo norteamericano y amenazan con dañar la capacidad de consumo en el principal socio comercial del país: otro golpe para la exportación y el turismo de Costa Rica.
Otro factor que no se debe olvidar son los conflictos bélicos que siguen activos en Europa del Este y Medio Oriente. Nada hace creer que estén cerca de terminar o, peor aún, que no puedan recrudecerse.
En conjunto, se trata de una amalgama que genera volatilidad y que podría seguir generando ese efecto en los próximos meses. Así lo describió el gestor de portafolios de Grupo Financiero Mercado de Valores, Pablo González, quien además realizó una advertencia: ahora mismo estamos observando solo “algunos de los efectos” de todas esas situaciones, pero hay otros que todavía quedan por verse.
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Señales de enfriamiento
Los grandes nubarrones ya generan lloviznas y hasta algunos aguaceros dispersos en diversos campos de la economía costarricense.
El Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) —que lleva el pulso a la actividad económica del país— creció un 3,8% interanual hasta mayo; pero en el régimen definitivo (el 86% del PIB que no incluye a las zonas francas) el avance fue de solo un 1,9%.
En otras palabras, la gran mayoría de las empresas costarricenses crecen a niveles muy bajos.
Pero hay sectores peores que otros. Por ejemplo, el sector agropecuario acumula siete meses de contracciones continuas (entró en recesión) y el comercio también se viene enfriando.
En materia de inversión extranjera directa (IED), también se registran caídas. Entre enero y marzo de 2025 ingresaron $921 millones por ese concepto, según las estimaciones oficiales; es decir, un 25,5% menos que en el mismo período del año pasado y apenas $30 millones más que el promedio de los cinco años previos, que incluían la crisis por la pandemia de Covid-19.
En las últimas semanas, además, el gigante tecnológico Intel anunció que se llevará parte de sus operaciones en Costa Rica a Vietnam y Malasia; puntualmente, las plantas de ensamblaje y pruebas que tenía en suelo nacional: un movimiento que algunos observan como una mera muestra del debilitamiento de la compañía, pero que otros señalan como una derrota para los ánimos de competitividad del país.
Además de la IED, el turismo también ha sufrido golpes importantes en los últimos meses.
La visitación turística viene a la baja desde finales de 2024 y cayó un 3% en el primer semestre de 2025.
En materia de exportaciones, los números permiten realizar observaciones mixtas.
Según los datos del portal estadístico de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), el país registró ingresos por sus exportaciones de $12.499 millones hasta junio de 2025. Esto es un 19,9% más que en 2024; pero el crecimiento viene casi exclusivamente de sectores como la electrónica y los equipos médicos. Otros grupos como la agricultura o la industria alimentaria se han estancado casi por completo.
Por último, el consumo de los hogares también ha perdido fuerza y así lo dejó claro el Banco Central en sus últimas proyecciones. En su más reciente Informe de Política Monetaria, publicado a finales de julio, el emisor recortó su previsión de crecimiento a 3,5%, desde un 3,9% que estimaba hace un año.
El consumo de los hogares es un indicador del poder adquisitivo de la población, pero también se considera como una especie de reflejo en momentos de incertidumbre.
Daniel Ortiz, director de Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa), consideró que la tendencia es “clara”.
“No hablamos de una recesión o una crisis, pero sí de menor crecimiento”, aseguró. Y eso, agregó, “va a significar que se limite la creación de empleo, que el ingreso de las familias crezca de forma más moderada y que el consumo o la demanda interna se limite”.
Las estimaciones del BCCR indican que la economía de Costa Rica, en términos generales, crecería un 3,8% este año y un 3,5% en 2026. Ambas proyecciones han caído si se comparan con las que se realizaban el año pasado.
El emisor prevé un golpe sobre las empresas de zonas francas en el próximo año. Para este 2025, espera que crezca un 7,8%, pero se desaceleraría a un 3,2% en 2026 principalmente por una menor demanda de servicios de transformación del sector de componentes electrónicos relacionada con las salidas de Intel y de Qorvo del suelo nacional.
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¿Pasajero?
Aún es temprano para saber cuánto más durarán los cielos encapotados; sin embargo, economistas como Ortiz hablan de meses.
“Uno pensaría que esto puede dar vuelta, pero no de forma rápida”, declaró.
Según su criterio, los riesgos internacionales son altos y cuánto dure el tiempo adverso dependerá de “cómo pueda seguir cambiando el panorama externo o de cuánto se puedan intensificar los choques”.
En eso, coincidió también González.
“La duración dependerá de cómo evolucionen esos factores. Por ejemplo, el impacto de los aranceles y las tensiones internas aún es incierto”, avisó.
No obstante, desde el Banco Central y desde Procomer llaman a la calma.
Róger Madrigal, presidente del BCCR, aseguró que el desempeño del país hasta el momento ha sido mejor del esperado, con exportaciones brutas que siguen al alza, especialmente en campos como los dispositivos médicos.
“A pesar del mundo, de lo convulso que está, con las restricciones comerciales y todo esto, el sector externo de Costa Rica mantiene un alto dinamismo”, declaró en una reciente conferencia de prensa.
“Los regímenes especiales también siguen creciendo en dos dígitos y hay producciones como las de la piña que se han recuperado más rápidamente, aunque hay otras como la de banano, que todavía no se recupera como esperábamos”, añadió.
Las exportaciones de banano son las segundas más altas del sector agrícola costarricense; sin embargo, cayeron un 20,7% en el primer semestre del año ante una menor producción. En tanto, las de piña crecieron un 1,8%.
El Central asegura que parte de los problemas agrícolas de los últimos meses se debieron a inconvenientes de producción por impactos climáticos en 2024, y espera una recuperación relevante una vez que pase ese efecto hasta recuperar cifras de crecimiento, aunque moderadas.
Laura López, gerenta general de Procomer, evita las voces de alarma. Según escribió en un artículo de opinión que recientemente publicó en La Nación, considera que la reciente caída en IED refleja más un asunto coyuntural que una pérdida de competitividad del país. “Lo que observamos hoy es un ajuste natural tras un año excepcional, en medio de un entorno internacional desafiante”, redactó.
El BCCR también asegura que un trimestre es poco para sacar conclusiones y que no ve una caída en la atracción de ahorro externo real a Costa Rica por el momento.
Ortiz considera que un escenario de 18 meses para una recuperación más profunda es una buena base por varios motivos. Entre ellos, que el mundo necesita tiempo para adaptarse a las políticas de Trump, como ocurrió en su primer mandato en Estados Unidos. Además, se podrían disipar fuertes de incertidumbre si se logran acuerdos comerciales y en Costa Rica debería de pasar el “ruido electoral”.
En materia de tipo de cambio, el economista también ve presiones que podrían mover la aguja al alza en los próximos meses. Por ejemplo, señaló que el gobierno tiene un menor acceso a financiamiento internacional que en años anteriores, que no hay un premio que incentive ahorrar en colones y que el menor dinamismo turístico y exportador debería derivar en un menor flujo de divisas.
Más allá de las proyecciones más optimistas y de las más cautelosas, las dudas proliferan en el ambiente. Algunos nubarrones preceden grandes huracanes y otros se van sin dejar rastro, pero el pronóstico en este caso, al menos por ahora, es reservado.