La recuperación económica en América Latina y el Caribe es lenta en comparación con el resto del mundo, este comportamiento responde a la continua carrera entre las vacunas y el virus.
La contracción de 7% experimentada por la región en 2020 fue la más pronunciada del mundo, superando con creces la desaceleración mundial, que fue de 3,3%.
El lento proceso de vacunación en algunas regiones y las recurrentes olas de contagio motivan al FMI a prever que en 2021 el crecimiento se sitúe en 4,6%, por debajo del 5,8% que fue la cifra estimada para el resto de los mercados emergentes, excepto China.
El ingreso per cápita no retornará al nivel de antes de la pandemia hasta 2024, lo cual provocará pérdidas acumuladas del 30% respecto a la tendencia prepandémica.
Por otra parte, la recuperación a nivel interna será diferente, pues países como Chile donde el despliegue de vacunas se ha realizado de manera rápida y eficaz junto con políticas de apoyo constituyen un refuerzo a corto plazo que le permitirá al país recuperar el nivel de PIB previo a la pandemia en este 2021.
Sin embargo otros países, por el contrario, se enfrentan a un rebote en la tasas de contagio del virus como es el caso de Brasil, Paraguay, Perú y Uruguay lo que sumado a la lenta distribución de las vacunas (salvo en Chile), empaña las perspectivas a corto plazo.
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Como dato positivo Werner detaca la adaptabilidad de las economías a procesos de confinamiento, lo que podría evitar que estos sean tan perjudiciales como los de inicio de año.
Para Centroamérica el escenario es diferente, según las proyecciones del Fondo, el plan de rescate de Estados Unidos estimulará el crecimiento en algunos países a través del comercio y las remesas, con lo cual el repunte en estos países ocurrirá en 2022. Las economías caribeñas que dependen del turismo serán las últimas en recuperarse (no será hasta 2024) debido a la lenta reanudación de la actividad en este sector.
Brasil, por su parte, recuperará el nivel de producto de 2019 en 2022, debido al repliegue del apoyo de las políticas fiscales y monetarias y la lenta distribución de las vacunas. México no alcanzará el nivel de PIB previo a la pandemia antes de 2023, pese al impacto positivo generado por el amplio programa de política fiscal de Estados Unidos, dado que en el país no hay un sólido apoyo fiscal y se anticipa que continúe la debilidad de la inversión.
Recuperación ‘divergente’
A nivel interno de cada país la recuperación no es homogénea. La manufactura ha repuntado más pronto que los servicios que requieren mayor interacción social.
Los mercados laborales siguen siendo frágiles: solo dos tercios de quienes perdieron su empleo al comienzo de la pandemia en Brasil, Chile, Colombia, México y Perú lo habían recuperado al final del año pasado. El sector informal, que de entrada fue el que registró las mayores pérdidas, ha liderado la recuperación del empleo.
Los países que recurrieron a sistemas de retención de empleo (por ejemplo, Brasil) registraron una caída menos drástica de la ocupación, aunque allí la recuperación también es más lenta.
Se calcula que la cifra de personas que viven en condiciones de pobreza se ha incrementado en 19 millones, mientras que la desigualdad, medida por el coeficiente de Gini, ha aumentado un 5% si se la compara con los niveles anteriores a la crisis.
La pandemia supondrá además un deterioro duradero del capital humano debido al cierre de los colegios, que fue más prolongado que en otras regiones.