La Reserva Federal estadounidense (Fed, banco central), aumentó moderadamente, en un cuarto de punto porcentual, sus tasas de referencia a 4,75-5,00% como esperaba el mercado, aún preocupada por la inflación y a pesar de los problemas del sector bancario que podrían “pesar” sobre la economía.
La Fed sostuvo que los problemas del sector bancario “probablemente resulten en condiciones de crédito más ajustadas para hogares y empresas, y podrían pesar sobre la actividad económica, el empleo y la inflación”. Anticipa además una inflación algo más elevada de lo esperado en diciembre, de 3,6% en 2023 frente a 3,5% inicialmente previsto, y un crecimiento del PIB algo menor, de 0,4% frente a 0,5%.
“La amplitud de los efectos (de la crisis bancaria) es incierta”, añadió el banco central y reafirmó que “el sistema bancario estadounidense (es) sólido y resiliente”.
El presidente de la Fed, Jerome Powell, afirmó en rueda de prensa tras la difusión del comunicado el miércoles que todo el dinero de ahorristas en Estados Unidos está “seguro”. Destacó además que la Fed sacará “lecciones” de este episodio y llamó a reforzar la supervisión y regulación bancaria.
Nuevas previsiones, nuevas “acciones”
Los miembros del Comité de Política Monetaria (FOMC), que se reunió martes y miércoles, coincidieron en que habrá otras alzas de tipos de interés en los meses venideros, aunque en su comunicado hablan de “acciones adicionales para reafirmar la política” monetaria, sin mencionar explícitamente las tasas.
La Fed desarrolló su reunión de marzo en medio de un dilema: seguir subiendo su tasa de política monetaria para tratar de contener la inflación encareciendo el crédito y conteniendo de ese modo el consumo y la inversión, o hacer una pausa para evitar un agravamiento de las dificultades que atraviesan algunos bancos expuestos al aumento de los tipos de interés.
El mercado pasó de esperar una fuerte alza de medio punto porcentual de las tasas luego de declaraciones del presidente del organismo, a vaticinar tasas estables tras el estallido de la crisis bancaria con la quiebra de tres entidades financieras en menos de una semana en Estados Unidos.
La quiebra de los bancos regionales Silicon Valley Bank (SVB), Signature Bank y Silvergate creó una ola de preocupación. Gobiernos, bancos centrales y reguladores intervinieron de forma urgente para tratar de restablecer la confianza en el sistema y evitar un contagio.
Igualmente, el banco Credit Suisse, que ya atravesaba dificultades desde hace años, se vio sacudido y fue comprado el domingo pasado por su compatriota UBS.
La Fed prestó unos $164.000 millones a los bancos en unos diez días para que todos los clientes que quieran retirar su dinero puedan hacerlo. Además, prestó $142.800 millones a las dos entidades creadas por los reguladores estadounidenses para gestionar los activos y recursos de SVB y Signature Bank.
Estos créditos hicieron subir su balance, que se empeñaba en reducir desde junio pasado.
La Fed estaba bajo presión ya que la caída de estos bancos se debió en buena medida a los incrementos de tasas, muy rápidos y muy fuertes, que redujeron el valor de los activos de estas instituciones.
Además, el Banco Central Europeo aumentó el jueves sus tasas en medio punto porcentual, asegurando que la inflación es su prioridad número uno.
En Estados Unidos, la inflación a 12 meses se moderó en febrero a 6%, según el índice de precios al consumidor (CPI por sus siglas en inglés).
Tras los anuncios de la Fed, la bolsa de Nueva York cedió de forma brutal al final de la sesión. Luego de mantenerse durante la jornada, los índices cayeron minutos antes del cierre: el Dow Jones perdió finalmente 1,63%, el tecnológico Nasdaq 1,60% y el S&P 500 1,65%.
El dólar en tanto perdía 1,05% al final del día ante el euro. Los operadores vieron en el anuncio de la Fed una señal de flexibilización.