El acceso a la vivienda puede ser difícil para los jóvenes adultos ocupados de Costa Rica: los altos precios de la oferta comercial de vivienda hacen que con un solo ingreso no sea posible acceder a un crédito hipotecario y en algunas ocasiones, ni siquiera con dos.
Según datos de Newmark Grubb Central America, una vivienda (nueva o usada) promedio de 101 metros en la Gran Área Metropolitana tiene un costo de $178.366.
Para esto un joven adulto que reciba el ingreso promedio requeriría de dos salarios y medios disponibles enteramente para pagar el préstamo. Lo anterior de acuerdo con cálculos hechos por EF con base en información del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y suministrada por bancos.
Dependiendo de la entidad financiera y del monto del crédito, el ingreso promedio solicitado puede oscilar entre $1.831 y $4.210.
En colones, puede ir desde ¢600.000 hasta más de ¢2,08 millones.
En los créditos en los que el ingreso solicitado representa dos salarios o menos, los montos financiados no alcanzan para cubrir el costo de los desarrollos disponibles en el mercado de la Gran Área Metropolitana.
Lo anterior refleja un desfase entre la realidad del mercado laboral y la oferta financiera nacional.
El ingreso promedio que solicitan las entidades financieras implica además que el posible sujeto de crédito no tenga ningún otro tipo de deudas.
Sin embargo, el ingreso bruto de la población de 25 a 34 años es de ¢431.079, según datos de la Encuesta Continua de Empleo del INEC, un monto bastante inferior del que piden las entidades.
Si la persona es asalariada (tiene un empleador), el salario bruto es aún más bajo, de $419.781.
Este grupo etario representa el 25% de la población ocupada y sus salarios varían de acuerdo con la ocupación.
La actividad con el salario más alto se da en la administración pública, quienes trabajan en este sector ganan en promedio ¢280.000 más que el resto de sus congéneres.
Sin embargo, la mayor cantidad de trabajadores en este rango de edad se ubica en el área del comercio y reparación (104.585 personas), quienes perciben ¢380.809 en términos brutos.
Otra de las características es que la mitad de estos jóvenes que tienen empleo están casados o tienen pareja, lo cual implica que conforman un hogar con dos ingresos. Sin embargo, lo que perciben de manera individual es menor (en promedio) de lo que recibe una persona soltera. Se trata de ¢34.000 menos.
Lo que dice el mercado
El costo promedio de una vivienda individual, es decir, fuera de condominio, depende de la zona.
Son mucho más baratas en Cartago, en donde el valor es de ¢30,1 millones (¢247.627 por metro cuadrado) y más caras en San José, donde el precio asciende a ¢59,9 millones (¢238.714 por metro cuadrado).
Si la persona prefiere optar por un condominio o un apartamento, las posibilidades se reducen aún más.
Según datos de Colliers International, el costo por metro en condominio para San José es ¢32.173 más caro que si fuera una unidad individual.
La tendencia es similar en el resto de provincias, menos en Alajuela y Cartago, donde el costo por metro en condominio es más bajo.
En cuanto a apartamentos (torres), el escenario es parecido.
Para que un joven pueda ser sujeto de crédito y adquirir una vivienda promedio en Heredia que cuesta $146.918, necesita al menos tres salarios y medio (según el tipo de cambio del 24 de enero).
Lo anterior sin considerar que también debe aportar una prima de al menos 20% del total del monto a financiar.
Las posibilidades se reducen significativamente en Mata Redonda, San José Oeste, San José Centro y Barrio Dent, donde las propiedades verticales oscilan en promedio entre $171.679,34 y $269.406.
La mayor porción de propiedades verticales va de $100.000 a $149.000, para lo que se requiere un ingreso cercano a los $1.800 y $2.000, o lo que es lo mismo, 2,8 salarios.
Problemas en el perfil
Además de los bajos salarios, hay otros factores que influyen en la situación.
Según explicó Juan Bernárdez, gerente de estrategia de la investigadora White Rabbit Saatchi & Saatchi, este grupo etario tiene menos tolerancia a la espera, por lo que particularmente los servicios de crédito hipotecario resultan poco atractivos.
Además, para Bernárdez, es necesario que el mercado inmobiliario cuente con opciones de vivienda a la que este sector pueda acceder, en términos de precio o área. También es necesario que las entidades financieras hagan que sus servicios de crédito sean más expeditos, agregó
Un crédito puede tardar hasta 30 días en ser aprobado.
“El presente es una inversión pequeña y es más efímera. Si no puedo comprar cosas de largo plazo, compro cosas de corto plazo”, afirmó el especialista al referirse a los hábitos de consumo de los jóvenes.
Un hecho que juega en contra de esta generación es que cambian más rápido de trabajo.
“Es la generación que entra a una empresa y a los tres minutos quiere ser CEO. Antes las personas entraban a trabajar, reunían un poco y compraban una casa, esa era la meta. Para los bancos era más fácil aprobar créditos porque existía la tendencia de que las personas se quedaban más en los puestos de trabajo. Ahora, esta generación rota mucho más y representa un riesgo asociado al crédito", dijo Bernárdez.
LEA MÁS: ¿Quiere comprar casa este año? Esto es lo que tiene que saber
Estas particularidades le plantean al sector financiero –y al inmobiliario– el reto de ofrecer productos crediticios de largo plazo que sean atractivos y se ajusten a las necesidades de quienes desean adquirir vivienda.
Por su parte, las entidades financieras consultadas argumentaron que cada solicitud de crédito se estudia de forma individual y a cada cliente se le ofrecen diferentes condiciones.