Con la llegada del mes de mayo, el país va entrando hacia la estación “baja” de dólares, periodo en el que históricamente la abundancia de la divisa en el mercado se reduce. De hecho, ya hay algunos ligeros síntomas con pequeñas reducciones en los superávits de la moneda extranjera que podrían explicar los recientes aumentos en el tipo de cambio. Sin embargo, como sucedió el año pasado, “menos” dólares no necesariamente van a significar “pocos” dólares.
En la economía costarricense hay un fenómeno llamado “estacionalidad cambiaria”. Esto significa que hay periodos que año a año coinciden en tener mayor o menor disponibilidad de dólares.
En los periodos de mayor abundancia, las fuerzas que empujan el tipo de cambio hacia la baja suelen ser más fuertes, mientras que en los que escasean las presiones lo mueven hacia el alza. Ojo, no significa por fuerza que el precio de la divisa vaya a subir o bajar dependiendo de la estación, pero sí lo hace más probable.
Dichas estacionalidades responden a las características de la economía costarricense. Por ejemplo, en la época alta de turismo, aumenta el flujo de divisas que traen los vacacionistas. Algo similar ocurre con la estacionalidad de las cosechas como, por ejemplo, la del café, la cual le genera un ingreso adicional de dólares al país. Estas dos temporadas coinciden en un par de meses, especialmente hacia finales y principios del año.
A grandes rasgos, entre mayo y octubre suele haber una menor oferta de divisas, mientras que de noviembre a abril el dólar se mueve en mayores volúmenes. Este fenómeno se puede observar por medio de cuánto cambian los superávits de divisas en las ventanillas de los intermediarios financieros. Es decir, en el nivel en el que el público cambia más dólares por colones.
Esto quiere decir que en teoría estamos entrando en el periodo donde la divisa debería escasear más, lo cual hace menos probable que el tipo de cambio siga bajando, por lo menos no al ritmo en el que lo hizo en el primer trimestre del año.
La muestra todavía es poca, pero en este inicio de mayo se nota una menor cantidad de montos negociados en el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex, donde se transa la divisa) y un menor superávit en las ventanillas cambiarias. Estos son dos indicadores que suelen demostrar cuántos dólares están circulando en la economía.
En las primeras 7 sesiones del Monex de mayo de este año se negociaron $184,78 millones, menos que los $310,9 millones para ese punto del 2023. Algo similar ocurrió con el superávit de las ventanillas, el cual pasó de $191,2 millones en 2023 a $71,8 millones en 2024.
LEA MÁS: Cinco hitos que marcaron el tipo de cambio en 2023
Consecuentemente, el tipo de cambio ha empezado a subir ligeramente durante dicho periodo después de rozar los ₡500 por dólar. “Esperamos que se mantenga ligeramente esta tendencia, principalmente en estos trimestres centrales del año, apostando porque se observen mayores signos de estacionalidad”, explica Pablo González, analista económico de Mercado de Valores.
Hay que tomar en cuenta que también pudieron haber influido las reducciones que el Banco Central de Costa Rica (BCCR) le hizo a su Tasa de Política Monetaria (TPM). Actualmente, la TPM está por debajo de la tasa de referencia de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed, su banco central), un fenómeno poco común que podría causar una mayor dolarización del ahorro y, por ende, una presión adicional hacia el alza en el tipo de cambio.
Sin embargo, Juan Pablo Arias, analista económico de la Bolsa Nacional de Valores, considera que esta reciente subida probablemente tenga que ver con una sobrereacción por parte del mercado y no necesariamente a un ajuste inmediato en los portafolios de inversión.
“Hemos visto cómo a partir de la última baja en la TPM el mercado ha reaccionado hacia el alza en el tipo de cambio y es probable que durante los primeros días vaya a haber una sobrerreacción y ya después vuelva otra vez a su valor de tendencia o al valor que el mercado en sí vaya a definir”, considera Arias.
En este mes de mayo el BCCR tampoco se ha visto en la necesidad de realizar operaciones de compras propias en el Monex, la última se dio el 28 de abril. La tendencia de los últimos dos años ha sido una agresiva posición de comprador por parte del ente emisor para incrementar sus reservas y que contribuyó a que el tipo de cambio no cayera todavía más.
González considera que eso es evidencia de que, por lo menos en estas semanas, el sector privado ha logrado calzar la oferta de dólares por sí mismo y el Central no ha necesitado intervenir por una sobreoferta de la divisa, como sí fue la tendencia desde mediados del 2022.
Menos no es poco
En 2023 los meses de temporada baja efectivamente tuvieron una menor cantidad de dólares disponibles en comparación con los de la temporada alta. Esto ayudó, aunado a una alta cantidad de dólares comprados por el BCCR, a que el precio de la divisa entrara en una especie de estabilidad relativa alrededor de los ₡540 que duró aproximadamente siete meses, antes de que ingresara nuevamente la temporada alta y el valor se desplomara otra vez.
No obstante, fue una temporada “baja” en comparación con los superávits que tuvo en los periodos altos de ese 2023, pero cuando se compara con otros años el nivel fue ampliamente superior.
Por ejemplo, en agosto del 2023 (un mes “bajo”) el superávit fue de $531 millones, ampliamente superior a los $66,8 que se promediaron entre el 2015 y el 2019. Este año la tendencia también sigue la misma línea: en abril de 2024 el superávit fue de $654,6 millones, mientras que el promedio de 2015-2019 fue de $112 millones.
Esto se debe en parte al crecimiento del sector exportador y la inversión extranjera directa, especialmente de servicios en zonas francas, las cuales han elevado en buena parte la cantidad de dólares que circulan en la economía.
Su efecto en el mercado cambiario está en la cantidad de divisas que estas empresas traen al país, no solo por la inversión inicial, sino también por los pagos que periódicamente deben hacer a sus proveedores y empleados. Esto le da al país tiene un flujo constante de dólares, que aumenta en las quincenas y cierres de trimestres, que viene de afuera y que termina inevitablemente por colonizarse en mayor o menor medida, formando una presión continua hacia la baja en el tipo de cambio.
¿Qué esperar con el tipo de cambio?
Este 2024 podría sumar ciertas fuerzas hacia el alza en la cotización del dólar por factores que no se dieron el año pasado. Además de la estacionalidad, González espera que se observen presiones adicionales de demanda causadas por la reducción de la TPM.
“Los diferenciales que existen entre la moneda nacional y las monedas externas generarán este incentivo para que los inversionistas requieran divisas y puedan invertir en otras monedas diferentes al colón”, dice el analista de Mercado de Valores.
También agrega que es posible que haya una mayor demanda por parte de las operadoras de pensiones debido al reajuste de portafolios que deberán hacer por los cambios en la normativa. A partir del 2025 las inversiones del ROP tendrán que dividirse por grupos etarios. Esto podría causar que haya una mayor internacionalización de los fondos y, por ende, más presiones hacia el alza en el tipo de cambio.
LEA MÁS: El Monex, un mercado imperfecto que define nuestro tipo de cambio
“Esperaríamos alguna presión adicional hacia el alza, por lo menos en esta parte central del año, podría revertirse en alguna medida hacia finales del año cuando nuevamente el flujo de turistas ingrese de manera fuerte. La dinámica que tendría el tipo de cambio para este 2024 iría sobre esa línea: una ligera depreciación en esta parte del año y alguna corrección hacia el final del 2024″, proyecta González.
Hay que recordar que siempre es complicado tratar de predecir hacia dónde se moverá el tipo de cambio y que es posible que otras fuerzas externas, más allá de la estacionalidad, varíen la cotización del dólar (aumento en el precio internacional de los combustibles, por ejemplo). Con datos a abril, la encuesta de expectativas cambiarias a 12 meses del BCCR proyecta un aumento del 4%.