Gravar las transacciones financieras podría generarle al erario público ingresos frescos equivalentes a un 0,31% del Producto Interno Bruto (PIB), según cálculos del Ministerio de Hacienda.
Ese nivel de recaudación esperada, cercana a la que produciría elevar en un punto porcentual el actual Impuesto General de Ventas (IGV), le da peso a este nuevo tributo entre las opciones que baraja el Gobierno para mejorar sus finanzas.
El impuesto es fácil de administrar, pues las entidades financieras actúan como agentes de retención del dinero que después giran a Hacienda.
La opción es atractiva en momentos cuando los números del erario público se tiñen de rojo cada vez más encendido.
Sin embargo, también generan efectos indeseados como el aumento en la informalidad en la economía.
“El problema que tienen, en economías con altas tasas de informalidad, es que la incentivan y los agentes económicos aumentan sus transacciones en efectivo”, explicó Francisco Villalobos, exdirector general de Tributación y socio de ICS Abogados.
Propuesta
La propuesta, contenida en el documento “Hacia la consolidación fiscal: agenda para un diálogo nacional”, es gravar las transacciones financieras por un periodo determinado que no se especifica.
El impuesto gravaría la mayoría de las transacciones bancarias como retiros, depósitos, cheques, cheques de gerencia y transferencias con una tasa general del 0,15%.
El texto de Hacienda contempla eximir de este gravamen a los depósitos de salarios, y establece una tasa preferencial para las transacciones electrónicas de un 0,1%.
“Los mecanismos de verificación adecuada del cobro y los procesos de fiscalización a posteriori son muy sencillos, ya que el sistema financiero costarricense tiene niveles de generación de información muy sofisticados de la totalidad de sus operaciones, lo cual haría muy sencillo el trabajo de la Administración Tributaria y el impuesto muy eficiente”, explicó Alan Saborío, socio director de la firma de auditoría Deloitte.
Lunares
El impuesto, con sus bondades para el fisco, tiene efectos negativos sobre el proceso de bancarización.
“El aumento en los niveles de uso del efectivo, informalidad y desintermediación, conduce al aumento en los niveles de informalidad y a la reducción en la penetración bancaria, debido al aumento en el costo de la realización de transacciones financieras formales”, argumentó Guillermo Quesada, presidente de Cámara de Bancos e Instituciones Financieras de Costa Rica.
Un 50% de los costarricenses carece de una cuenta de ahorros, y el 80% se abstiene de depositar su dinero en el sistema financiero, según publicó La Nación en agosto pasado.
Esta es una de las razones por las cuales el impuesto está diseñado para ser transitorio; un carácter que en ocasiones se queda en la teoría.
El documento de Hacienda reconoce que el tributo tiene una capacidad de recaudación importante en el corto plazo pero puede ser menos efectivo y altamente ineficiente en el mediano plazo por sus efectos de cascada.
“La experiencia dicta que este impuesto nace como algo temporal en un momento de crisis, pero los gobiernos, al ver que la recaudación es buena, lo dejan de forma permanente aunque la población no reciba esta noticia con agrado”, afirmó Saborío.
Experiencias regionales
Varios países latinoamericanos han implementado este tributo para ayudarse con la recaudación tributaria. Actualmente, está vigente en cinco países de la región, según datos de la Cámara de Bancos.
En Argentina, el impuesto se cobra sobre débitos y créditos en cuentas con una tasa del 0,6% por movimiento.
En México rige, hasta el 2014, una versión que se acerca al impuesto sobre las transacciones bautizado como “Impuesto a los depósitos en efectivo”. Grava solo los depósitos realizados en efectivo hasta un techo establecido con el objetivo de controlar la economía informal.
En ambos países se pueden acreditar parte de este tributo en el pago del impuesto sobre la renta.
Perú y Brasil cuentan con impuestos a las transacciones con algunas características que lo alejan de la propuesta de Hacienda.
Con la cantidad de ejemplos en América Latina, la idea de gravar las movimientos de dinero de los clientes bancarios locales ya había surgido en otros intentos de reforma fiscal.
Sin embargo, esas discusiones no han pasado a la acción, hasta el momento.
En la región
Varios países latinoamericanos han gravado las transacciones financieras. Estos son ejemplos que todavía están vigentes:
Argentina: Grava con una tasa del 0,6% los débitos y créditos en cuentas bancarias. Una pequeña parte del impuesto (0,2%) se puede considerar como un crédito fiscal contra el Impuesto sobre la Renta.
México: El “Impuesto a los depósitos en efectivo” se aplica hasta un techo establecido con el fin de controlar la economía informal y el cual es acreditable contra el Impuesto sobre la Renta. El IDE dejará de existir a partir del periodo fiscal 2014 pues fue derogado recientemente.
Perú: El “Impuesto a las transacciones financieras” grava cualquier movimiento bancario que exceda la suma de $1.000 con una tasa del 0,005%.
Brasil: El “Imposto sobre Operacoes de Crédito, Cambio e Seguros” tiene una tasa variable y que es usado como una herramienta monetaria.
Fuente Deloitte.