Desde finales del 2012 y hasta este 2015, Costa Rica ha recibido un total de $4.000 millones de los bonos de deuda externa que le han ayudado a mitigar su constante necesidad de recursos, pero para el próximo año esta fuente de dinero estará agotada.
El pasado 5 de marzo, el Ministerio de Hacienda colocó el último tracto de los denominados eurobonos por $1.000 millones y según Helio Fallas, jerarca de esa cartera, ese dinero cubrirá vencimientos hasta por 16 meses.
Lo anterior implica que probablemente, a partir de julio del 2016, el Gobierno ya no tenga más opción que financiar todos sus gastos en el mercado interno en caso de que no implemente otras medidas que aumenten sus ingresos o bajen, precisamente, esos egresos.
Desde Hacienda, la solución que se maneja es una modificación legal a los impuestos de ventas y renta, así como algunos proyectos para recortar gastos y evitar la evasión fiscal.
Sin embargo, es poco probable que el país tenga en vigencia para el próximo año una reforma de impuestos que le ayude a cubrir un déficit fiscal pronosticado en 6,6% del PIB por el Banco Central.
El dinero se requiere.
Al pasado 31 de enero, las deuda interna y externa con vencimiento al 2016 sumaba $2.216 millones según los datos que publica el Ministerio de Hacienda.
Posibles soluciones
La salida más obvia y práctica sería recurrir al financiamiento en el mercado interno, es decir, aumentar las emisiones de bonos locales, con el riesgo de presionar las tasas de interés en colones.
Para Édgar Ayales, exministro de Hacienda, existen pocas opciones diferentes del endeudamiento interno para sustituir lo que han cubierto los eurobonos.
Una de esas salidas son préstamos de contingencia de organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco Mundial. Según Ayales, el país podría tener acceso a cerca de $1.000 millones de esos organismos en caso de que lo requiera.
Empero, no hay almuerzo gratis.
Este tipo de endeudamiento, tiene un bajo costo, pero siempre viene con condiciones. De esa manera, si se trata de de un préstamo para solventar problemas de insuficiencia de ingresos, las entidades pedirán ajustes importantes en políticas de gasto y en materia fiscal.
Otras de las soluciones son recortes de gastos que afecten significativamente el presupuesto, al punto que logren bajar el déficit en varios puntos porcentuales respecto al Producto Interno Bruto (PIB).
La economista y exdiputada Patricia Pérez considera más probable que Hacienda termine presionando las tasas de interés del mercado local en el segundo semestre del 2016.
De acuerdo con la exlegisladora, ya no se cuenta con tiempo para enviar un nuevo proyecto de ley para hacer más emisiones de bonos soberanos y el margen de tiempo para una solución mayor (reforma fiscal) es relativamente corto, si se toma en cuenta que debe hacerse con un proyecto de ley que se envíe en sesiones extraordinarias de la Asamblea Legislativa, que terminan en abril.
Además, agregó Pérez, si se tomara la solución de nuevas emisiones de deuda soberana, las condiciones serían muy diferentes de las que había entre el 2011 y el 2012, cuando se aprobó la Ley 9070 que autorizó los últimos.
Actualmente, el déficit fiscal es mayor y la deuda externa aumentó en $4.000 millones, sobre los cuales hay que pagar intereses cada seis meses.
El diputado del Partido Acción Ciudadana (PAC) Ottón Solís dijo que una nueva autorización de bonos internacionales dependerá del compromiso y las señales que envíe el Gobierno en su gestión del gasto, de lo contrario su aprobación sería difícil.
Solís es optimista respecto a la posibilidad de que ocurra una reforma fiscal, pues él respalda un cambio en los impuestos de ventas y renta.
No obstante, de la misma manera, asegura que para pasar esas reformas, es indispensable que el Ejecutivo le dé un golpe al gasto público como recortar el presupuesto de forma severa y no con recortes de ¢61.000 millones que solo mueven en dos décimas el déficit.
Más presión al mercado
Si Hacienda decide llevar adelante todo su financiamiento por medio del mercado de valores local, corre el riesgo de ocasionar una presión sobre las tasas de interés, pues a más recursos requeridos, deberá pagar un mayor premio.
Ese es el criterio del analista de mercados internacionales Douglas Montero, para quien incluso si este escenario se vuelve realidad puede generar hasta una devaluación.
Mauricio Hernández, gerente del Portfolio Advisory Group de Scotiabank, explicó que un aumento en los tipos de interés podría ser contrarrestado si se replica el éxito del programa de canjes de deuda en el 2016, y podría apoyarse en las inversiones que hacen las instituciones públicas como hasta ahora.
Lo que quede fuera de esas opciones es lo que iría al mercado de deuda bonificada y eventualmente empujaría las tasas hacia arriba con el riesgo de que también aumente la inflación.
“El alza en las tasas de interés ralentizaría los procesos de consumo y producción locales impactando el crecimiento, la reducción del desempleo y de la pobreza”, dijo Hernández.
Las presiones sobre los rendimientos no serían algo nuevo.
Entre el 2011 y el 2012, cuando se negociaba el proyecto de ley de consolidación fiscal, la urgencia de recursos por parte de Hacienda hizo que la Tasa Básica Pasiva llegara a 11% y esas condiciones incentivaron las entrada de capitales desde el exterior.
Sin eurobonos, Hacienda deberá pensar en las opciones que tendrá a la mano en el 2016 y los efectos que tendrían en la economía.