Del 30 de mayo al 14 de junio del 2022, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) sacó su músculo con intervenciones que llegaron a los $164,77 millones en operaciones de estabilización de venta en el mercado cambiario. Montos de esta envergadura no se veían desde octubre de 2020 y solo se han presentado en cinco ocasiones desde que el BCCR adoptó el régimen de flotación administrada en febrero de 2015.
En una operación de estabilización de venta, el Banco Central asume la postura de vendedor en la sesión del Mercado de Monedas Extranjeras (Monex) —donde se transan los dólares— con el fin de poner un límite al precio de la divisa a través de la modificación de las expectativas.
“El Banco Central sale desde el principio de la sesión del Monex a decir: ‘vean, el tipo de cambio no va a pasar de este nivel y adicionalmente lo voy a ir bajando’. Ese ha sido el patrón que ha tomado en las intervenciones grandes”, explica Adriana Rodríguez, gerente general de Acobo Puesto de Bolsa.
Para fines de este reportaje, se le llamará “tormenta” a los períodos de cuatro semanas o menos en los que el Banco Central realiza operaciones de estabilización que suman más de $100 millones.
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Desde el 2006, la política del Central en este tipo de operaciones es la de intervenir solo para evitar cambios abruptos en el precio del dólar. Róger Madrigal, presidente del BCCR, ha reiterado en múltiples ocasiones que la entidad no tiene un objetivo numérico con respecto al tipo de cambio, es decir, no intervendrá para mantener el dólar en un determinado precio, sino que dejará que sean las fuerzas del mercado las que dicten hacia dónde se mueve su valor. No obstante, las recientes operaciones de estabilización coinciden con el acercamiento del dólar a los ¢700.
Durante esta última tormenta, el Central dispuso de sus Reservas Internacionales Netas (RIN) un 69% de los $238,73 millones que se negociaron en el Monex. Con esta acción lo que hizo la entidad fue forzar a otros vendedores a mantener el precio de sus ofertas en un rango menor o similar al que ofreció el Central.
Paralelamente a la intervención, la escalada en el precio del dólar se ralentizó. Después de subir ¢14,57 entre el 17 y el 30 de mayo, su precio solo ha variado ¢1,56 entre el 31 de mayo y el 14 de junio; el rango de la tormenta.
Sin embargo, Rodríguez no considera que a raíz de estas operaciones de estabilización se revierta la tendencia alcista que lleva el tipo de cambio. Según explica, a diferencia de otras tormentas, en esta ocasión las presiones al alza son más multifactoriales y representan una demanda “real” de divisas en una estacionalidad donde el mercado suele ser poco profundo, mientras que en tormentas anteriores las escaladas respondieron a factores más de incertidumbre que el Central podía apaciguar con mayor facilidad a través de sus reservas.
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“A pesar de las medidas anunciadas, para el resto del año es de esperar una tendencia al alza en el tipo de cambio debido a que desde abril hasta octubre es considerado un período de menor disponibilidad de dólares, aunque la expectativa es que el aumento se modere”, dice Amedeo Gaggion, director regional de Tesorería de Scotiabank.
En su último Informe de Política Monetaria, el BCCR diagnosticó el aumento de las materias primas y en la factura de las importaciones, la mayor demanda de divisas por parte del Sector Público no Bancario (SPNB) y la dolarización de las carteras de inversión de las operadoras de pensiones como las principales fuerzas que han empujado hacia arriba el precio del dólar.
Tormentas anteriores
Además de la de junio de este año, El Financiero ha detectado cuatro tormentas en las que el Banco Central dispuso de montos multimillonarios en el mercado cambiario. La primera sucedió entre el 16 de mayo y el 9 de junio del 2017, la segunda entre el 24 de setiembre y el 12 de octubre del 2018, la tercera sucedió escasas semanas después: del 29 de octubre al 9 de noviembre y la cuarta entre el 21 de octubre y el 12 de noviembre del 2020.
Durante estas tormentas, la tendencia al alza que llevaba el tipo de cambio se aplanó. Por ejemplo, en la de 2017 se pasó de tener un incremento del 4,15% entre el 1°. y 24 de mayo, a una disminución del 0,99% en el precio entre el 16 de mayo y el 16 de junio (siete días después de la última operación de la tormenta).
En 2018 se dio un fenómeno similar. El alza del 4,61% entre el 15 y el 8 de noviembre se transformó en una baja del 0,62% una semana después de finalizada la tormenta, el 16 de noviembre.
En ese sentido, Rodríguez considera que las operaciones de estabilización pasadas sí tuvieron un efecto en “desinflar” el precio del dólar y curvar la tendencia. Según explica la economista, estas tormentas se dieron en un contexto donde la desconfianza alrededor de las finanzas del país jugaba un papel incluso más grande que las fuerzas de demanda. Esto provocó que el impacto psicológico de las intervenciones tuviera una mayor influencia en las expectativas cambiarias. Cabe recordar que fue por esas fechas del 2018 cuando el Banco Central tuvo que otorgar un financiamiento de emergencia para ayudar al Gobierno a pagar sus obligaciones a través de las letras del tesoro.
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Después de la tormenta de octubre y noviembre de 2020, el tipo de cambio también tuvo un ligero ajuste hacia abajo: cayó en un 0,22%, sin embargo después de diciembre las presiones alcistas y multifactoriales de la pandemia volvieron a tirar el precio del dólar hacia arriba en una tendencia que se ha mantenido hasta la actualidad. Esta es una posibilidad o comportamiento podría repetirse después de la reciente tormenta de mayo y junio del presente año.
De estas grandes intervenciones, la del 2022 es en la que el Central ha dispuesto de sus reservas el porcentaje más grande en comparación con el total de los montos negociados en el Monex: un 69%.
Aunque el Banco Central considera adecuados los fondos en sus reservas internacionales —equivalentes al 10% del Producto Interno Bruto (PIB)— la entidad reconoce que atender las necesidades del SPNB y enfrentar los movimientos abruptos del tipo de cambio han reducido el blindaje financiero del país.
Debido a esto, el BCCR también ha dispuesto de otras modificaciones en sus políticas cambiarias, como la reducción del horario del Monex, la emisión de más instrumentos financieros en dólares para evitar la fuga de divisas hacia el extranjero y la identificación de una serie de créditos de apoyo presupuestario durante el 2022 que, de formalizarse, elevarían las RIN a un 11,2% del PIB y, por ende, le darían un mayor margen de maniobra.