¿Es un tipo de cambio de ₡500 demasiado bajo? Para los grupos dependientes de la divisa como los exportadores y el turismo, definitivamente lo es. Por lo menos así lo han hecho saber por medio de decenas de comunicados de prensa y conferencias en el último año.
Su defensa está en los números: actualmente el dólar cuesta lo mismo que en enero de 2014. Es decir, sus ingresos están supeditados a un precio de una década atrás cuando el costo de la vida era mucho menor que el de hoy.
Ante el debilitamiento, las cámaras de estos sectores han alzado su voz para pedirle al Banco Central de Costa Rica (BCCR) que interceda a favor del precio del dólar. Sin embargo, el Central ha sostenido que son las fuerzas del mercado las que han marcado la tendencia del tipo de cambio y que no puede intervenir para defender un valor específico de la divisa.
Analizamos cuáles son algunas de las opciones que existen para revertir esta tendencia y cuáles efectos secundarios o trabas podrían encontrar.
Bajar tasas en colones
Uno de los elementos que más se le pide al BCCR es que disminuya su Tasa de Política Monetaria (TPM). La TPM no es una herramienta cambiaria, pero sí tiene efectos indirectos sobre qué pasa con el precio del dólar.
El Central utiliza la TPM para guiar la inflación hacia la meta pactada. Cuando los precios suben mucho, el ente emisor la eleva para enfriar la economía al desincentivar los créditos y promover el ahorro, pero la baja cuando necesita reactivar la producción para que el efecto sea el contrario.
Durante la fuerte crisis inflacionaria del 2022 el Central movió su TPM de 0,75% a 9% con el objetivo de suavizar una inflación que llegó hasta el 12,13% interanual. Este movimiento fue más abrupto y veloz que el de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), lo que causó como efecto secundario que las tasas en colones se volvieran mucho más atractivas que las de dólares.
Esa diferencia de tasas incentivó un mayor arbitraje entre monedas. Para un inversor dolarizado salía más rentable convertir sus divisas a colones para invertirlos en instrumentos locales en comparación con colocarlos en un vehículo de inversión directamente en dólares.
El atractivo estaba en que se lucraba por los dos lados: recibía las mejores tasas de los colones y, cuando convertía esos rendimientos nuevamente a dólares, se ganaba el diferencial cambiario debido a la apreciación de la moneda nacional.
Para Édgar Robles, exsuperintendente de Pensiones, ese fue uno de los principales componentes que ha traído abajo el tipo de cambio. Consecuentemente, considera que una reversión de las tasas locales podrían poner fin a la apreciación del colón.
Rodrigo Cubero, expresidente del BCCR, también coincide con que una mayor disminución de la TPM podría elevar el tipo de cambio. Sin embargo, dice que debería hacerse no para alterar el valor de la divisa, sino porque la baja inflación ya se lo exige al Banco Central.
No obstante, desde el ente emisor no se prevé que una baja en la TPM se vaya a traducir en un aumento en el valor del dólar. “El Banco tiene que buscar una tasa que sea neutral y una tasa que provoque una enorme variación cambiaria no es neutral”, dijo Róger Madrigal, presidente del BCCR, en una entrevista con El Financiero el pasado mes de febrero.
José Luis Arce, director de FCS Capital y expresidente del Conassif, también considera que futuras reducciones en la TPM no traerán grandes cambios debido a que las tasas pasivas en colones ya han bajado considerablemente.
Costa Rica actualmente es el país latinoamericano con metas de inflación que más ha reducido su TPM en el último año (de 9% a 5,25%). Esto ha provocado que no haya entre las tasas de la Fed y las del BCCR. Dichos ajustes han contribuido a que el premio por invertir en colones esté por debajo del 0%, según cálculos del BCCR.
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Además, tanto Arce como Madrigal consideran que bajar la TPM no se trata de un ajuste libre de riesgo. Si las tasas locales se bajan fuertemente al punto en que se desalineen con las tasas internacionales —las cuales tardarán más en bajar—, el riesgo de una dolarización o salida de capitales podría desordenar las expectativas cambiarias hacia el alza y, por ende, las expectativas inflacionarias. Es decir, podría encarecer de más el costo de la vida y resultar en que el BCCR deba subir su TPM nuevamente.
La ventaja que tiene el país para sopesar ese riesgo es que su inflación todavía está muy lejos de la meta del 3% y acumula ya nueve meses consecutivos con variaciones interanuales por debajo del 0%. Según cálculos del BCCR, los precios no subirán al rango de tolerancia meta hasta el último trimestre del año.
“El Banco Central no debería verlo como un riesgo para la política monetaria ni para el cumplimiento de la meta de inflación, sino por el contrario como el vehículo por el cual logrará obtener su meta, que en este momento no la está cumpliendo”, dice Cubero.
Elevar las tasas en dólares
Otra forma de balancear los premios es hacerlo de la forma inversa: subir las tasas de interés pasivas en dólares, propone Carlos Fernández, exgerente del Banco de Costa Rica. Existen, principalmente, dos maneras de hacer esto: desde la esfera pública o la privada.
Comencemos con la menos ortodoxa: la privada, la cual sería que los intermediarios financieros decidan dar un mayor premio por los depósitos en la divisa para fomentar una menor colonización de las inversiones.
Fernández considera que la diferencia entre las tasas activas y pasivas en dólares es lo suficientemente amplia como para que las entidades financieras puedan reducir su margen de intermediación financiera (ganancias entre lo que cobran por préstamos y lo que pagan por depósitos).
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Para que esto sea posible, los bancos, cooperativas, financieras y mutuales deberán estar dispuestas a achicar ese margen de ganancias. Probablemente deberán hacerlo de manera voluntaria y colectiva, ya que son entidades privadas que tienen diferentes estrategias de negocios. Es decir, no hay forma de obligarlos a subir las tasas.
“Es un examen a la conciencia, una iniciativa propia de cada banco. Todos tienen grandes clientes exportadores y de turismo y les interesa que les vaya bien a los deudores, entonces creo que tiene un papel muy importante ahí para presionar un poquito las tasas pasivas”, agrega Fernández.
Cubero, sin embargo, no comulga con la idea porque cree que ninguna autoridad de política económica debería forzar a los intermediarios a mover su margen de intermediación en una dirección u otra. “Eso debería quedar simplemente en las fuerzas del mercado”, dice.
Desde la esfera pública funciona de una manera similar, pero serían el Banco Central o el Ministerio de Hacienda los que coloquen instrumentos en dólares para incentivar la inversión en la divisa.
Esto, sin embargo, no parece estar en la línea del Gobierno, el cual ha preferido mirar hacia el exterior en busca de dólares; ejemplo de eso son los $5.000 millones que tiene a su disposición en eurobonos, de los cuales ya colocó $3.000 millones y todavía se espera una emisión más de $1.000 millones en este 2024 y otra por el mismo monto en 2025.
Robles es de la tesis que limitar ese acceso al financiamiento externo podría ayudar a atenuar las expectativas de que el precio de la divisa va a seguir cayendo junto a cada emisión, a pesar de que ese dinero no necesariamente llegue al mercado de divisas.
“Hacienda podría limitar el endeudamiento externo, pero la razón no es el efecto cambiario, la razón es que el plan que se está implementando se pensó en 2020-21, las condiciones cambiaron sustancialmente y Hacienda no necesita ya esos recursos, en el mercado local los tiene con menos distorsiones en los rendimientos y con costos parecidos”, dice Arce.
Cubero no cree que el BCCR ni Hacienda deberían tener la discrecionalidad de subir las tasas en dólares ya que sus niveles deberían estar determinadas por las tasas internacionales —particularmente la de la Fed— y de la prima por riesgo de los instrumentos locales.
Además, hay que recordar que colocar a una tasa más alta tendría un costo financiero adicional, ya que el país tendría que pagar intereses por encima del promedio en una moneda que no genera. Es decir, en caso de un deterioro, no puede zafarse tan fácilmente con emisión monetaria de colones.
Subir la intervención
Otra opción es que el Banco Central sea más agresivo en sus intervenciones en el Mercado de Monedas Extranjeras (Monex, donde se transa la divisa) y compre todavía más dólares a un mayor precio.
El Central ya ha venido con una fuerte postura de compra: solo en 2023 compró más divisas que en todo 2022 y 2021 combinados. De no ser por dichas compras, probablemente el tipo de cambio estaría todavía más bajo.
Sin embargo, estas intervenciones —cualquier compra o venta de dólares por aparte del BCCR en el Monex se considera una intervención— las ha hecho de tal manera que suaviza la caída, pero no revierte la tendencia. Esto último es algo que el BCCR ya ha comunicado en anteriores ocasiones: en teoría no quiere que sus participaciones en el Monex alteren las fuerzas del mercado.
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Para Arce no es realista pensar que el BCCR pueda comprar tantos dólares como para acercar el tipo de cambio a los ₡600. “Tendría que comprar la totalidad de lo negociado en el Monex”, dice.
También hay que tomar en cuenta que subir las adquisiciones de dólares crea más disyuntivas. Cada compra de dólares se financia con emisión de colones, cuanto más compre, más colones entran al mercado. Esto pone al BCCR a decidir si permite que esa liquidez circule, lo cual podría subir la inflación, o si por el contrario la captura con bonos de estabilización monetaria, pero debe pagar más intereses.
Robles considera que el Banco Central tiene el músculo suficiente como para alterar la tendencia del Monex a punta de intervenciones. “En el momento en que la gente vea que un día el tipo de cambio subió ₡5, al día siguiente otros ₡5, el siguiente ₡5, ahí la gente y los operadores cambian de expectativa”, dice Robles.
Pero para que eso sea posible, el Central tendría que estar dispuesto a comprar a un precio mayor a la tendencia del Monex, algo que en el pasado ha criticado Madrigal. “Yo escuché a analistas financieros muy respetables decir que el banco podría comprar los dólares más caros. Imagínese pagar algo más caro con fondos públicos”, le dijo el jerarca del BCCR a este medio en una entrevista de junio del 2023.
La intervención en el Monex, en teoría, está permitida, ya que es el mismo Banco Central el que tiene la discrecionalidad para elegir cuáles son las condiciones con las que puede influir en el mercado, siempre y cuando calcen con alguno de estos tres principios:
- Para acotar movimientos abruptos en el tipo de cambio (operación de estabilización).
- Para suplir los requerimientos de divisas del Sector Público no Bancario.
- Para atender sus propios requerimientos (compras o ventas de reservas).
Difícil viraje
Los mensajes que ha dado el Banco Central en el último año y medio dejan entrever que es poco probable que el ente emisor vire su estrategia con el fin de subir el tipo de cambio.
Con el tema de la TPM, Madrigal ha mencionado que hasta que no se muevan las tasas internacionales, particularmente la de la Fed, no habrá mucho espacio para ajustes grandes a la baja. En ese sentido el país está atado a lo que pase en Estados Unidos, donde no se espera una reducción de los tipos de interés hasta el segundo semestre del año.
No obstante, este 21 de marzo el BCCR aceleró ligeramente su baja de la TPM con un ajuste de -0,50 puntos porcentuales, el cual puso la tasa nacional ligeramente por debajo del rango máximo de la tasa de la Fed (5,25%-5,50%).
La entidad también ha sido insistente en su interpretación de que la caída en el tipo de cambio responde a las fuerzas del mercado y que, por ende, el Central no debería distorsionar su comportamiento con intervenciones que reviertan la tendencia.
Arce considera que el país ha perdido mucho tiempo discutiendo qué puede hacer el BCCR para subir el tipo de cambio cuando se deberían estar diseñando políticas públicas fuera del ente emisor para atender a los sectores más afectados por un tipo de cambio que fácilmente podría caer de los ₡500.