El debate fiscal calentó en 2018 tras el cambio de Gobierno y la llegada de la nueva bancada legislativa. Justo en ese momento, cuando a la reforma se le comenzó a dar la importancia que merecía, la incertidumbre tenía ánimo de despedirse y el positivismo tocaba a la puerta.
Sin embargo, mucho antes de que estos dos ambientes intercambiaran posiciones, las exoneraciones ingresaron a la palestra y complicaron el ya tormentoso camino de la reforma fiscal, que ha transitado sin éxito en la Asamblea Legislativa a lo largo de varias administraciones.
En tan solo dos semanas, los diputados eximieron del cobro del IVA a la educación privada, a las juntas de educación, asociaciones de desarrollo e implementos médicos.
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Con más exenciones de las esperadas, ¿podrá Hacienda atender sus obligaciones? Sí o sí, bajo este escenario, el Gobierno tendría que buscar otro camino para sumar dinero a sus arcas, porque la reforma, que de por sí era insuficiente, se quedaría más que corta.
Además, queda la interrogante de si una reforma mucho menos robusta, le permitiría evadir la reducción de una calificación de riesgo y mejorar el ambiente en el mercado, que se muestra cada vez más dudoso, y una población que todavía prefiere posponer sus compras e inversiones.
Por ahora, el mercado financiero está paralizado, a la espera de qué pasará con la reforma fiscal e inclusive, los precios de algunos bonos costarricenses en el exterior han bajado ante la incertidumbre y la huelga reciente.
Más que insuficiente
La decisión de exonerar a más sectores del impuesto al valor agregado cambió las expectativas del mercado financiero que pasó de analizar dos escenarios a tres.
Antes de que el Congreso aprobara esas exenciones, las previsiones económicas giraban en torno a un camino con reforma fiscal -tal y como fue presentada o con pocos cambios- y otro sin ella.
Sin embargo, las hojas de cálculo ahora deben considerar una opción más, calificada inclusive de lamentable: la reforma puede ser aprobada, pero en una versión muy lejana a la que pretendía el Ministerio de Hacienda, con más exoneraciones de las que el bolsillo del país puede soportar.
Sin la reforma, el escenario vaticinado es bastante negativo, puesto que las finanzas de Costa Rica se quedan tal y como están actualmente: en desbalance, con ingresos que no logran atender los egresos y, por tanto, la deuda financia el presupuesto más que las entradas de dinero.
Así, la incertidumbre prevalecería, la demanda de recursos por parte de la Tesorería Nacional en el mercado local presionaría aún más las tasas de interés al alza y la reducción en calificación de riesgo soberana de Costa Rica sería un hecho.
Todo esto se sumaría, claro, al aumento de la deuda, que llegaría a un 71,3% del PIB al 2022 y a un déficit fiscal de 7,5% del PIB en 2019, según estimaciones de Hacienda y el Banco Central.
Con tal de contener el crecimiento de esos males, organismos internacionales insisten en que el país debe adoptar medidas que le generen un cambio en las finanzas públicas de como mínimo un 4% como proporción del PIB, si no es que inclusive un 4,5% (para el Banco Mundial).
Las previsiones se realizan de acuerdo con esta cifra y la principal pregunta a valorar en los distintos escenarios de aprobación de la reforma es, ¿cuánto aliviará el plan fiscal a las finanzas del Gobierno Central?
Esta misma consulta se le realizó a Hacienda, pero no se refirió al tema al cierre de edición.
Según estimaciones del puesto de bolsa Mercado de Valores, la reforma –en su mejor escenario e incorporando las últimas exenciones– dotaría al país de 1,30% sobre el PIB.
En el mejor de los casos, podría generar un 1,9% del PIB, según Emmanuel Agüero, especialista de análisis económico de Aldesa.
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Una cifra así de baja significaría un aporte insuficiente de recursos a las arcas públicas, pero también la necesidad de apostar por un camino adicional.
Las acciones en el recorte del gasto, por ejemplo, en línea con el empleo público o recortes administrativos serían también una urgencia.
Hacienda tendría que valorar una reforma fiscal adicional para llegar a las métricas esperadas, explicó Antonio Pérez, director comercial de Mercado de Valores.
En esa línea, pensar en más impuestos parece difícil, dada la dificultad para que estos sean aprobados. Sin embargo, sería un “mal” necesario.
Si se exoneran más sectores de lo presupuestado por Hacienda, esta institución pública podría entonces apostar por aumentos en la tasa del IVA, algo que sin duda es necesario desde ya, o acciones similares que eleven la carga impositiva, afirmó el economista José Luis Arce.
Ante la incapacidad de obtener más recursos vía una reforma sustantiva, se podría dotar a Hacienda del permiso para endeudarse fuera del país.
La búsqueda de más recursos podría darse en el mercado de valores externo, lo que alivia las presiones de financiamiento y de la deuda, pero al mismo tiempo es un arma de doble filo.
Rocío Aguilar, la ministra de Hacienda, ha sido contundente al afirmar su intención de acudir al mercado externo en busca de recursos a través de una nueva emisión de bonos internacionales. Esto cuando esté lista la aprobación de la reforma fiscal.
Sin embargo, sin el cambio legislativo deseado, el país se endeudaría de más, al mismo tiempo que no logra mejorar el dinamismo de sus ingresos y el recorte de sus gastos.
“En dos o tres años estaremos igual o peor: deuda/PIB por encima de 65%, presiones de financiamiento y mayores costos de los recursos por el deterioro del perfil de riesgo”, comentó Arce.
En ese camino también juega la calificación de riesgo. Si el país no logra una reforma robusta, la calificación podría no mejorar y ese endeudamiento externo le saldría al país más caro que en el pasado.
Otra opción es acudir a una organización como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional (FMI).
¿Qué le conviene más al país? A nivel de costos, el país podría recibir mejores condiciones en el mercado internacional, además de que esto permitiría al mercado de valores contar con otra opción para realizar transacciones e inversiones.
Sin embargo, en el largo plazo, la deuda con una institución internacional podría ser más beneficiosa.
Estos organismos prestan el dinero, pero al mismo tiempo solicitan el acatamiento de una serie amplia de condiciones relacionadas a la actividad económica, las finanzas públicas y el gasto en particular, por lo que el Gobierno se compromete a cumplirlas, explicó Pérez.
¿Cómo reaccionaría el mercado?
Sin duda un paquete con más exoneraciones es un mejor panorama que ausencia o la improbación de la reforma, pero tiene sus limitantes.
El lado positivo es que la aprobación de un paquete fiscal, por primera vez tras varios años de intentos fallidos, envía un buen mensaje a las calificadoras de riesgo. Sería señal de que el país está comprometido con sanear sus finanzas.
Ahora, que el mensaje sea suficiente para mejorar la nota soberana del país, sería poco probable. Aun así, al menos daría un poco más de tiempo para evitar una nueva degradación en la calificación.
Por el lado de la incertidumbre, el mercado asumiría una posición un tanto más optimista, pero sin abandonar el estado de cautela.
“Si resulta suficiente para disminuir la incertidumbre, dependerá de la crediblidad que pueda generar dicha reforma y de las gestiones que deba realizar para continuar con la corrección financiera”, dijo Ariel Barrantes, analista de Riesgos de Banco Cathay.
Es poco probable que mejoren las condiciones crediticias, dado que el déficit fiscal y los requerimientos de financiamiento del Gobierno no bajarían de forma importante.
Así, la presión sobre los tipos de interés y sobre el mercado interno financiero se mantendrían, afirmó Arce.
En medio de presión de tasas, habría poco incentivo para endeudarse, mismo panorama que el actual, donde el crédito registra un dinamismo pobre o nulo.
La reforma con más exenciones de las que Hacienda hubiese deseado, será un remedio pasajero que solo postergará las decisiones inminentes para apalear las finanzas estatales.